SOCIEDAD › OPINIóN
› Por Eduardo López *
En un reportaje publicado ayer en Página/12, el ministro de Educación porteño, Esteban Bullrich, plantea cambiar el eje de la discusión paritaria pensando en la mejora salarial ligada a la actualización del docente. Este criterio desnuda el concepto de actualización que el gobierno macrista viene impulsando desde su asunción, en diciembre del 2007. Según este criterio, la actualización queda en manos de cada uno de los docentes, cuando en realidad la actualización docente debe ser una política de Estado.
El Gobierno de la Ciudad debería aprender de los hechos y la historia. Basta recordar que durante la década del ’90 y de la mano de la política de destrucción de la escuela pública, se había instalado un sistema de capacitación pago (privatizado) que se convirtió en un verdadero mercado de dudosa calidad que no reportó ninguna mejora al sistema educativo, pero sí una considerable mejora económica en los bolsillos de los sectores privados que lucraron con la capacitación docente.
El desmantelamiento por parte del Ministerio de Educación de la Escuela de Capacitación Docente (CEPA), institución del Estado porteño responsable de la actualización de todos los docentes, el cierre de los postítulos estatales (en matemática y literatura infantil) o la censura a los materiales del Bicentenario muestran que en el fondo no hay intención real de potenciar la capacitación, sino de dejarla en manos del mercado. Además de usarla como argumento para eludir el tema de la discusión salarial y las condiciones laborales de los docentes.
Como ejemplo de actualización docente como política de Estado podemos citar que hace dos años el Ministerio de Educación de la Nación implementó el programa de formación docente para aquellos que se desempeñan en escuelas técnicas de todo el país, permitiendo que técnicos, ingenieros, arquitectos que dictan clase puedan acceder a la formación docente. Este programa es financiado por la Nación a través del INET. El Gobierno de la Ciudad no lo ha implementado hasta el momento privando a miles de profesionales de acceder a su formación pedagógica.
Dice el ministro que los jóvenes están perdiendo interés en la escuela media. Es verdad que la escuela secundaria fue pensada a fines del siglo XIX y hoy, en pleno siglo XXI, las condiciones laborales de los profesores siguen siendo las mismas que entonces. Sin embargo, en 2008 la Legislatura porteña votó por unanimidad la ley que terminaría con el llamado “profesor taxi” (que debe deambular por 6 o 7 escuelas) y permitiría la concentración horaria en un solo establecimiento. Esa ley continúa esperando que el ministro la aplique, lo que redundaría en docentes con un mayor compromiso institucional.
Además, la mejora en la calidad social y educativa no depende únicamente de la actualización docente. Está íntimamente ligada a las condiciones de trabajo, tales como arreglos de los edificios escolares, el equipamiento escolar, la cantidad de estudiantes por grado, los materiales didácticos, la existencia de auxiliares docentes, los salarios. ¿Cómo se mejora la calidad educativa de alumnos que pierden dos horas de clase todos los días trasladándose desde barrios de la zona sur hasta el norte de la ciudad por falta de vacantes?
La ciudad tiene uno de los presupuestos educativos más bajos del país, de sólo el 24 por ciento, mientras que la provincia de Buenos Aires invierte un 38 por ciento. El ministro de Educación afirma que tiene “una traba legal” porque “sin presupuesto aprobado es muy difícil que demos un aumento salarial”. Lo que omite decir es que el presupuesto tal como lo envió Macri a la Legislatura, se hubiera aprobado en diciembre o se apruebe en febrero, no garantiza aumento porque el Ministerio de Hacienda no remitió las pautas con los montos previstos para salarios docentes 2011. Hecho conocido que fue públicamente cuestionado por la oposición cuando los ministros expusieron en la Legislatura en diciembre del 2010.
La calidad social y educativa de la escuela pública es para los trabajadores de la Educación una preocupación permanente. Por eso, más allá de los gobiernos de turno y sus segundas intenciones, los docentes de la ciudad seguiremos como siempre enseñando, resistiendo y soñando por una escuela pública que garantice la igualdad de oportunidades y el derecho social a la educación.
* Secretario general de la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE-Ctera).
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