Desde Bogotá

p>Los pescadores se quedaron en casa. Desde la mañana, nada de bañistas ni embarcaciones en el mar. La prohibición se extendió por 16 poblaciones colombianas, donde se esperaban efectos del terremoto en Japón. Los comités de atención y prevención de desastres de las provincias de Chocó, Valle del Cauca, Cauca y Nariño se congregaron apenas se supo que la tragedia nipona tendría efectos en todo el Océano Pacífico. “Mucha coordinación”, les pidió el vicepresidente Angelino Garzón, que aterrizó en Buenaventura para verificar la situación.

A las seis de la tarde, cuando se calculaba la llegada del oleaje producido por el sismo, el malecón de Buenaventura estaba atiborrado. “Hay completa normalidad. La gente lo ha tomado como una recreación para salir con la familia a ver las mareas”, le contó a Página/12 Adonay Cárdenas, habitante local. El mar, a su modo de ver, “está más tranquilo que cualquier otro día a simple vista”. Sin embargo, nunca se sabe, como lo dijo el presidente Juan Manuel Santos. “Aparentemente a no-sotros aquí en Colombia no nos va a afectar en mayor medida”, dijo confiado el presidente, asegurando para tranquilizar los millones de colombianos en las costas que “todas las entidades que tienen que ver con este fenómeno están en alerta. Me dicen los expertos que lo más probable es que aquí no suceda mayor cosa. Puede elevarse en algo el nivel del mar a eso de las 7 de la noche. Pero en estos fenómenos nunca se sabe y son impredecibles”.

Los habitantes en riesgo, además del puerto de Buenaventura, serían los de los municipios de Jurado, Bahía Solano, Nuquí, Bajo Baudó y El Litoral de San Juan, López de Micay, Timbiquí, Guapi, Santa Bárbara, El Charco, La Tola, Olaya Herrera, Mosquera, Tumaco y Pizarro.