SOCIEDAD › EL TERREMOTO PRODUJO FALLAS EN DOS CENTRALES NUCLEARES, CON POSIBLE EMISION DE GASES RADIACTIVOS
Al menos seis mil personas fueron desplazadas ante la posible “fuga de radiación” en la central Fukushima I. En el exterior de la planta, la radiación supera ocho veces lo normal. Se declaró el “alerta total”.
› Por Pedro Lipcovich
El gobierno de Japón declaró la “alarma nuclear” y dispuso la evacuación de miles de personas, a raíz de la falla en los sistemas de refrigeración en dos grandes centrales nucleares y daños en una tercera, con posible emisión de vapores radiactivos en por lo menos una de ellas. Se trata de las plantas Fuku-shima I (una de las 25 más importantes del mundo) y Fukushima II, distantes 11 kilómetros entre sí, y los daños se produjeron como consecuencia del terremoto. El gobierno japonés efectuaba hoy una sesión de crisis por esta emergencia. El Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) se declaró en “alerta total” por este motivo. Estados Unidos anunció el envío de un avión con líquido refrigerante para las centrales dañadas. Las centrales –al igual que otras tres en la zona del sismo– dejaron de funcionar automáticamente cuando sus sensores de seguridad registraron el terremoto pero, aun en inactividad, la refrigeración debe continuar funcionando, especialmente durante los primeros días, para evitar daños.
En las últimas horas de anoche –mediodía del sábado en Japón–, la Compañía Eléctrica de Tokio (Tepco), que administra ambas plantas, admitió que dejó salir vapor para reducir la presión generada en un reactor de la central Fukushima I, en el nordeste del país. El aumento en la presión se generó como consecuencia del recalentamiento, debido a su vez a la falla sucesiva de los sistemas de refrigeración de emergencia; el ministro de Industria había admitido que podía llegar a producirse “una pequeña fuga de radiación”. En el interior, los niveles de radiactividad aumentaron mil veces por encima de los valores normales, y en el exterior, un puesto cercano registró niveles ocho veces superiores a los normales. Según precisaron las autoridades, “el nivel de radioactividad en la planta de Fukushima I registró un fuerte incremento pero aún no hubo fuga”.
Luego se informó que también fallaban los sistemas de refrigeración de emergencia en la central Fuku-shima II.
El gobierno japonés dispuso la evacuación en un radio de diez kilómetros alrededor de Fukushima I y de tres kilómetros en torno de Fukushima II. El número de evacuados se estimaba en 6000 personas o más.
Horas antes, se produjo un incendio en la central nuclear de Onagawa, que fue sofocado y no habría afectado el funcionamiento de la planta.
La planta de Fukushima I, también llamada Fukushima Dai-ichi, está situada en la ciudad de Okuma y es una de las 25 centrales nucleares más importantes del mundo; tiene seis reactores en actividad. Según un informe de 2009 de la Organización Japonesa de Seguridad en Energía Nuclear, “la ocurrencia de un accidente grave es prácticamente imposible desde el punto de vista de la ingeniería”. La planta de Fukushima II, también llamada Fuku-shima Daini, se halla en la localidad de Naraha, 11 kilómetros al sur de Fukushima I. Tiene cuatro reactores en funcionamiento.
El alerta total declarado por la OIEA se estableció después de que las autoridades japonesas informaron al organismo que el terremoto había interrumpido el suministro de electricidad a las instalaciones de Fukushima I, lo cual afectó el circuito de refrigeración; luego, los generadores diésel montados como alternativa de emergencia para bombear el agua refrigerante fueron destruidos por el tsunami posterior al terremoto. Hillary Clinton, secretaria de Estado norteamericana, anunció la partida hacia Japón de un avión de la fuerza aérea de Estados Unidos con agua refrigerante para la central de Fukushima. Explicó que “Japón tiene una fuerte dependencia de la energía nuclear y dispone de estándares de ingeniería muy elevados, pero una de sus plantas entró en problemas con el terremoto y no tiene suficiente refrigerante”. Robert Alvarez, experto en temas nucleares que integró el Departamento de Energía de Estados Unidos, advirtió que “la carencia de refrigerante en un período de 24 horas puede tener consecuencias severas, incluida la fusión del núcleo de barras de uranio. Es una carrera contra el tiempo”.
Enrique Cinat, gerente de Seguridad y Ambiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) de la Argentina, explicó que “básicamente, las centrales nucleares son grandes recipientes que contienen: pastillas de óxido de uranio, como combustible, y agua; el uranio, cuando entra en reacción en cadena, genera calor, que, transferido al agua, la convierte en vapor, el cual a su vez mueve una turbina que genera electricidad. Las centrales cuentan con sistemas automáticos que ante una emergencia, por ejemplo un terremoto, ‘apagan’ la central, al introducir en el núcleo del reactor barras de cadmio o boro que interrumpen la reacción en cadena”.
“Sin embargo –continuó Cinat–, aunque la central ya esté ‘apagada’, es necesario seguir extrayendo el calor durante un par de días. Para esto tienen varios sistemas de refrigeración redundantes, es decir que, si falla uno, entra a funcionar otro sucesivamente: si se corta la energía eléctrica, se activan generadores diésel; si éstos tienen problemas se utilizan baterías, que a su vez pueden reemplazarse si fallan o se agotan.”
Juan Carlos Villalonga, director de campañas de Greenpeace, destacó que “el sistema de refrigeración es el principal recurso de seguridad de una planta nuclear, el que evita que el núcleo no se caliente a temperaturas extremas. El peor accidente sería que el núcleo quedara sin refrigeración: es la hipótesis ficcionalizada en la película El síndrome de China, así llamada porque el reactor, sin refrigeración, llegaría a calentarse tanto que se hundiría y atravesaría la Tierra hasta la antípoda” (que para Japón, grosso modo, está en la Argentina). “Es cierto –continuó Villalonga– que después del accidente de Chernobyl la industria nuclear mejoró sus sistemas de seguridad. Pero esto hizo que la energía nuclear resulte ahora mucho más cara y no la deja libre de riesgos ante situaciones como ésta.”
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