SOCIEDAD › POR NUEVAS EMANACIONES EN LA CENTRAL DE FUKUSHIMA, SE PARALIZARON LOS TRABAJOS DE ENFRIAMIENTO
El gobierno japonés admite que hay niveles altos de radiación por fuera del radio de 20 kilómetros fijados para la evacuación de la población. Después de un nuevo escape de humo, todos los operarios debieron abandonar la central de Fukushima.
Humo de un reactor en el aire, agua contaminada en Tokio y evacuaciones no previstas en la central nuclear de Fukushima signaron un miércoles de emergencias en el Japón post terremoto. En todos los casos, los temores resultaban agravados por la incertidumbre, que no decae tras doce días de sucedido el sismo. Las autoridades reconocieron que los niveles de radiactividad preocupantes superaron el área de exclusión de 20 kilómetros que habían estipulado. Hasta ayer, eran 9452 los muertos por el terremoto y tsunami y ascendían a más de 14 mil las personas desaparecidas, de acuerdo con fuentes policiales.
La nube de humo negro que escapaba del reactor número 3 de la central accidentada de Fukushima obligó a evacuar al personal, pero su origen era incierto, explicó un portavoz de la empresa: “No sabemos si sale del edificio que protegía la turbina o del recinto de confinamiento del reactor”. “Los empleados fueron evacuados de la sala de control del reactor 3”, agregó, pero sin poder precisar cuántas personas se encontraban en la sede de Tokio Electric Power (Tepco). Horas más tarde, la empresa informó que todos los trabajadores de la central habían sido evacuados, y no solamente los de ese reactor.
Por la tarde se esperaba una intervención de los bomberos, que procurarían enfriar el reactor 3 desde el exterior, pero las tareas, ya programadas, debieron ser suspendidas preventivamente.
Los escapes de humo pudieron verse en transmisiones televisivas de la red nacional, y alimentaron los temores de contaminación de la cadena alimentaria.
En Tokio, cuya cotidianidad desde el terremoto está en ascuas día a día, ayer las autoridades prohibieron que los bebés consuman agua corriente, y también dictaron una interdicción para la comercialización de otros alimentos contaminados por la radiactividad. El gobierno local informó que había descubierto en su red de agua municipal niveles de iodo radiactivo dos veces superior a la norma autorizada para los bebés: 210 becquerels por kilogramo, cuando el límite fijado por las autoridades es de 100. Al norte de la ciudad de Hitachiota, en la prefectura de Ibaraki, también se de-saconsejó el uso de agua corriente para los bebés.
Desde el comienzo de la crisis provocada por el sismo y el tsunami del 11 de marzo y el accidente en la central nuclear de Fukushima, los habitantes de Tokio habían comenzado a acumular importantes reservas de agua mineral, agotando casi los stocks de los supermercados. Ayer, tras dar a conocer la prohibición, el gobierno metropolitano de Tokio decidió abastecer a los hogares con niños pequeños con 240.000 botellas de agua. El vocero presidencial, Yukio Edano, advirtió a la población que no compre agua embotellada de forma masiva, ya que es uno de los bienes más necesarios en las zonas afectadas por la seguidilla de catástrofes.
En la provincia de Fukushima, donde se halla la central, se detectaron niveles anormales de radiactividad en la leche cruda y once tipos de verduras. En otras tres provincias vecinas se realizaron constataciones similares. El martes, además, el Ministerio de Salud intensificó sus controles de peces y moluscos pescados en las costas, tras detectarse radiactividad en el agua de mar cerca de la central. De momento, el primer ministro japonés, Naoto Kan, ordenó la prohibición del consumo y venta de productos procedentes de estas zonas, especialmente espinacas, brócolis, repollo y coliflor. De todas maneras, Edano aseguró que “incluso si estos alimentos son consumidos de forma puntual, no hay riesgo para la salud”. Pero “desgraciadamente, esta situación puede alargarse, es por ello que pedimos su prohibición desde ahora”. El peligro es que el iodo radiactivo sea fijado por la tiroides y pueda ocasionar riesgo de cáncer.
Los agricultores de la región, por su parte, reclamaron al ministro de Agricultura, Michihiko Kano, compensaciones por las pérdidas que vaya a generarles la prohibición de vender productos lácteos.
Las pruebas sobre los productos alimenticios se extenderán a otras seis provincias en torno de Fuku-shima, algunas de las cuales se encuentran a las puertas de Tokio, que alcanza los 35 millones de habitantes.
El gobierno admitió haber medido elevados niveles de radiactividad fuera de la zona de evacuación de 20 kilómetros establecida en torno de la central de Fukushima I. Sin embargo, decidió no ampliar la zona de evacuación de 20 kilómetros y limitarse a una fuerte recomendación para que los pobladores mantengan cerradas las ventanas.
Mientras Estados Unidos y distintos países europeos incrementan las restricciones para la importación de productos de las áreas cercanas a Fukushima, la operadora de la central, Tepco, solicitó un crédito por 1,5 billón de yenes, equivalentes a 18.500 millones de dólares, a los principales bancos del país, para afrontar los efectos de los accidentes registrados en la central nuclear. De acuerdo con el gobierno japonés, los daños ocasionados por la catástrofe superan los 300 mil millones de dólares, por encima de los registrados por el terremoto de Kobe, en 1995.
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