Jue 24.03.2011

SOCIEDAD  › EL CURA NICOLáS ALESSIO RESPONDE AL ARZOBISPO QUE RATIFICó SU SUSPENSIóN

“Ellos no tienen atado a Dios”

El arzobispo de Córdoba respaldó por primera vez en público la suspensión del sacerdote que apoyó el matrimonio igualitario. Dijo que fue una “dolorosa situación”, pero que la expulsión del cura era un “deber”. La respuesta de Alessio.

› Por Soledad Vallejos

Que la Iglesia Católica suspendiera al sacerdote Nicolás Alessio, por haber apoyado el matrimonio igualitario, fue una “dolorosa situación”, aseguró el arzobispo de Córdoba, Carlos Ñáñez, en un comunicado, el primero desde que la condena quedó en firme, el 17 de este mes. Pero a pesar del dolor, así debió ser, justificó el prelado, porque es su “deber” el pedir a “todos los miembros de la comunidad arquidiocesana la adhesión” a lo señalado por la jerarquía eclesiástica y “señalar las conductas que se apartan de dicha senda” para “corregirlas debidamente”. La explicación no conmovió al sancionado Alessio, quien, en diálogo con Página/12, calificó de “patético” el comunicado y se mostró sorprendido por la “incapacidad de humanidad” de Ñáñez, porque “jamás, desde el año pasado hasta hoy, ha tenido la humanidad de hacer siquiera una llamada por teléfono para decirme ‘vamos a charlar este tema’”. Alessio descree porque, dice, esa falta de iniciativa “no es de alguien dolido”.

En el comunicado, el arzobispo Ñáñez refiere su pena por no haber podido operar “ninguna modificación” en el apoyo público de Ale-ssio al matrimonio igualitario. Por esa negativa del sacerdote a desdecirse, “me vi en la obligación de disponer la sustanciación de un proceso judicial” canónico. Tras ratificar que su “deber de pastor” es lograr la obediencia a las palabras de la jerarquía, la “Iglesia Universal que preside el Papa”.

El juicio canónico resolvió que Alessio no está autorizado por la Iglesia Católica para celebrar misa ni para administrar los sacramentos. La sanción, al no apelar el condenado, quedó firme el 17 de este mes. Sin embargo, el sacerdote suspendido no fue excomulgado: vale decir, no ha sido separado de la institución ni expulsado de ella.

El arzobispo Ñáñez, afirmó Ale-ssio en diálogo con este diario, “no se comportó en ningún momento como un hermano mayor, algo que tendría que haber sido, ni como un pastor atento a su rebaño, ni como un padre dedicado con sus hijos”. Desde que él desistió de rectificar su apoyo al matrimonio igualitario, a mediados del año pasado, su superior eclesiástico mantuvo distancia: “Jamás he tenido de parte de él una invitación al diálogo”, aseguró, y la única intermediación entre ellos ha sido realizada por emisarios formales, “empleados del Arzobispado que tenían que notificarme del proceso, del juicio”. “De todas formas, no me sorprende, porque Ñáñez actuó como un funcionario obediente.”

–En el comunicado, Ñáñez insiste en la necesidad de que la comunidad religiosa, institucional o no, no discrepe.

–Sí, llama la atención el temor que parece tener de que muchos no adhieran a su sanción. Es que realmente para mucha gente de la sociedad civil y el ámbito cristiano la decisión de sancionarme fue vergonzosa.

–El 14 de marzo, usted celebró un casamiento, a pesar de la sanción. ¿La institución o el arzobispo se comunicaron con usted a raíz de eso?

–No, para nada. Intentan silenciar estas cosas e intentan que la gente no me busque. Creo que el objetivo es que la gente no me siga pidiendo casamientos, bautismos...

–Pero lo siguen buscando.

–Me llaman, por supuesto. Mañana (por hoy) tengo que darle la unción a un enfermo en el barrio, me llamó una vecina que quiere que vaya a visitarlo. La gente, con mucha sabiduría, está mucho más allá de estos cánones, de las leyes eclesiásticas, de esta burocracia. Entienden que tienen derecho a buscar el sacerdote que ellos quieren.

–¿Pero la jerarquía podría accionar en su contra por las celebraciones que sigue oficiando?

–Existe la posibilidad, porque para ellos esto es cometer actos ilícitos.

–Eso, porque usted sigue perteneciendo a la institución.

–Eso es lo más ridículo. Me prohíben el ejercicio del sacerdocio, pero no estoy excomulgado. Quieren seguir callándome, escondiéndome, prohibiéndome. Pero a la comunidad y a mí todo lo que digan nos tiene sin cuidado. No damos valor a esa burocracia canónica. Ellos no tienen atado a Dios. Quisieran tenerlo con sus cánones y condenas, pero Dios es mucho más grande que todo eso.

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