Sáb 09.04.2011

SOCIEDAD  › DOLOR Y EMOCIóN EN EL ENTIERRO DE LAS DOCE VíCTIMAS DE LA MASACRE

Una lluvia de pétalos en Río

Un helicóptero militar dejó caer pétalos de rosas desde el cielo sobre la multitud que acompañaba el primero de los entierros. La sociedad brasileña se sigue preguntando por qué pasó una tragedia como ésa. Los otros once chicos también fueron inhumados ayer.

Una multitud se concentró en los cementerios de la ciudad brasileña de Río de Janeiro, para asistir el entierro de las 12 víctimas de la matanza escolar cometida ayer en una escuela del barrio Realengo, lo que disparó un debate sobre la seguridad y el desarme en Brasil. Un helicóptero de la policía militar arrojó pétalos de rosas desde el cielo sobre la multitud cuando se realizaba el primero de los entierros, en un gesto que emocionó a los presentes.

La ceremonia se realizó en el marco de los tres días de luto nacional decretado por la presidenta Dilma Rousseff y los siete días dictaminados por el alcalde de Río de Janeiro, a raíz de un hecho que conmocionó y no tiene precedentes en ese país.

“¿Por qué ella, por qué ella?”, gritaba sin consuelo una abuela que enterraba a su nieta, mientras algunas personas la sostenían para evitar que se derrumbara, al tiempo que la madre de una de las alumnas fallecidas se desmayó al colocarse el ataúd en el nicho.

Diez mujeres y dos varones fueron asesinados ayer en una de las aulas de la escuela Tasso da Silveira por Wellington Menezes de Oliveira, de 24 años, un ex alumno de ese establecimiento que ingresó y disparó con dos revólveres. En tanto, otros 11 jóvenes permanecen hospitalizados, cuatro en estado grave. El ataque ocurrió a la hora de entrada de los estudiantes en una escuela primaria del barrio Realengo, en las afueras de Río, a la que asisten alumnos de entre 9 y 14 años.

La presidenta de Brasil volvió a manifestar su “repudio a este acto de violencia contra niños indefensos, no era y no es característico de este país vivir este tipo de crimen”, aunque, a raíz de un viaje a China este fin de semana, no fue a los funerales.

La masacre escolar en Realengo ocupó la atención de todos los medios de ese país en los que se realizan reflexiones acerca del creciente grado de violencia adolescente y la necesidad de intensificar las campañas de desarme. “Sin un arma, las personas son menos valientes, y su ausencia evita que pasen actos impulsivos”, expresó el ex subsecretario nacional de Seguridad Pública y miembro del Foro Brasileño de Seguridad Pública, Guaracy Mingardi.

Ignacio Cano, investigador en violencia urbana de la Universidad de Río de Janeiro, aseguró que “cuando las personas comunes, los padres de familia ven que en una escuela ocurre una matanza así, ellos comprenden que la violencia puede explotar en cualquier lugar, en cualquier momento y sin ningún motivo”.

El perito Felipe Tsuruta, quien llegó a la escuela minutos después de la tragedia, aseguró que el asesino “actuó con frialdad”, ya que contaba con cargadores automáticos, lo que le permitió ejecutar cerca de 60 disparos en pocos minutos. Sostuvo que la masacre pudo ser peor si hubiera tenido tiempo para usar otros 60 proyectiles hallados en su bolso, mientras que el hallazgo de cúmulos de sangre en las paredes “revela que tuvo tiempo para hacer poner en fila y contra la pared a sus víctimas”.

“La educación brasileña está de luto”, dijo el ministro de Educación, Fernando Haddad, quien mencionó que la masacre perpetrada ayer en una escuela pública carioca “es un hecho sin precedentes”.

Antes de las sepulturas de las víctimas, familiares y amigos de los 12 niños realizaron una ceremonia en la entrada del establecimiento educativo, donde no se impartieron clases y en la que participaron sacerdotes de diversos credos.

“Eran personas muy buenas que no hacían nada malo a nadie, me parece que ellos van a aparecer en cualquier momento para ir otra vez a la escuela”, dijo Alan Marcelo Diniz, ex alumno que participó hoy en la ceremonia. Diniz, de 18 años, dijo –además– que conoció a Wellington de Menezes de Oliveira, de 24 años, a quien describió como una persona poco comunicativa e introspectiva.

Ex compañeros de trabajo describieron a Menezes de Oliveira como alguien callado y sin amigos, al tiempo que sus ex compañeros de clase recordaron que el joven pasaba por humillaciones y era rechazado por las chicas.

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