SOCIEDAD › JUECES, FISCALES Y ACUSADOS RECORRIERON LA CASA DE GARCIA BELSUNCE Y SUS ALREDEDORES
La defensa de la familia intentó hacer ver por qué los familiares creyeron que la muerte de María Marta había sido un accidente. “Las canillas son de terror”, dijo Horacio García Belsunce. Las audiencias del juicio siguen el lunes.
› Por Horacio Cecchi
No se trató de una visita de fin de semana a la quinta del tío, por varios motivos. El primero, porque la visita tuvo lugar ayer. En segundo lugar, porque no se trató de una quinta sino del country Carmel, donde vivía María Marta García Belsunce. En tercer lugar, porque podrá haber tíos, pero no estaban involucrados como tales en el expediente. Y cuarto, porque no se trató de una visita sino de una inspección ocular de los tres jueces, María Elena Márquez, Alberto Ortolani y Ariel Introzzi Truglia, que llevan adelante el juicio oral y público sobre la saga del crimen de María Marta. Acompañaron los tres fiscales, las defensas y cuatro de los seis acusados por encubrimiento: no participaron Beatriz Michelini, la masajista, con permiso laboral; ni Sergio Binello, que no solicitó permiso laboral ni parece necesitarlo. Sí estuvieron el coach-ontólogo y remisero Horacio García Belsunce, el medio hermano “John” Hurtig, el cuñado Guillermo Bártoli y el médico Juan Gauvry Gordon. El juicio continúa el lunes.
La recorrida fue amena, sin periodistas, con nuevas calificaciones sobre la criminal grifería, la inspección ocular de la ciénaga cloacal donde John había tanteado hasta encontrar el pituto, y el cronometraje del recorrido que hiciera Michelini aquel 27 de octubre, desde la guardia hasta la casa de MM. Como detalle: el vehículo lo condujo Bártoli, con especial interés en el cronómetro.
La inspección se realizó después de que el martes pasado, durante la segunda audiencia del juicio, los abogados defensores pidieron que los jueces volvieran a recorrer el circuito del Carmel (ya lo habían hecho antes del inicio del debate oral) para interiorizarse visualmente de lo que declararan testigos y acusados.
Antes de iniciar el recorrido, en la puerta misma del Carmel, Horacio GB se mostró esperanzado de que la inspección “le demuestre al Tribunal y al Ministerio Público cuáles eran los elementos por los cuales pensamos que María Marta tuvo un accidente en el baño”. Se refirió a que “las canillas son de terror”, al “pequeño escalón en la puerta” del baño y a que “las vigas del techo son bajas”. “Estamos viendo –concluyó– una luz de esperanza y de aparición de la justicia.” Poco más, poco menos, estaba esperanzado en que los jueces advirtieran lo que ellos, los acusados, creyeron entender de aquella trágica escena aquel día: que su hermana tropezó en el pequeño escalón, se dio contra una viga baja, se fue a lavar el chichón bajo una de las canillas de terror, la de la bañera, y, mareada, al levantarse de costado golpeó su cráneo de tal manera y con tal violencia contra el grifo, que le provocó la muerte al fracturarle y ahuecarle el cráneo con pérdida de masa encefálica y de sangre hacia dentro de la bañera, pero también hacia fuera, incluso con marcas tan visibles en las paredes, en el pasillo y el dormitorio, que hubo necesidad de limpiarlas.
También recorrieron el lugar donde se abrió el pavimento para acceder a la cloaca donde durante todo un día John tanteó excrementos hasta encontrar el pituto que había arrojado al inodoro y entregó a los peritos, gesto que según su estrategia defensista lo instala del bando de los inocentes.
Pero quizá el detalle menos anecdótico sea el del cronometraje que se tomó del recorrido que había realizado Michelini desde la guardia hasta la casa. Bártoli hizo de chofer en su auto Peugeot 206 celeste, junto a él se sentó el juez Ortolani y, en el asiento trasero, la fiscal Laura Zyseskind y los otros dos magistrados, Márquez e Introzzi Truglia. Tomaron dos recorridos alternativos de los que se cronometró el tiempo.
Se determinó que uno de los caminos llevó 3 minutos y el otro, cuatro. Lo curioso es que, para el mismo recorrido, la medición realizada en la inspección de 2007 dio 6 minutos. La curiosidad tiene diversas interpretaciones. Basta señalar que lo que hay en juego es el audio discutido por la defensa y que pone en la escena y en el presunto momento del crimen las voces de Carrascosa y Bártoli, según los peritos, y una mujer no reconocida. La familia sostiene que era Michelini. Los fiscales creen que era Irene Hurtig. Como dicen: el tiempo distancia. La familia intenta que Michelini encaje en el audio. A menor tiempo, mayores posibilidades de lograrlo. Diferencias: el máximo de velocidad es de 30 kilómetros por hora y en 2007 se guiaron con la velocidad que regía en 2002, de 20. Y en 2007 no condujo Bártoli.
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