Dom 23.02.2003

SOCIEDAD  › LA MUERTE DEL AGENTE DE LA FEDERAL LEGUIZAMON

Un año sin datos ni justicia

› Por Carlos Rodríguez

”Tengo que seguir viviendo, sin mi hijo, y con los asesinos a la vuelta de mi casa”. Susana Yedro es la madre del agente de la Policía Federal Ricardo Antonio Leguizamón, de 24 años, de cuya muerte se cumple hoy un año. “Todas las sospechas le apuntan al cabo (Julio Norberto) Miranda, pero todavía no fue citado por la Justicia”, dijo a Página/12 la mamá del agente asesinado en un confuso episodio que primero fue caratulado como un supuesto enfrentamiento con ladrones. Después, como informó este diario el 6 de octubre pasado, la investigación se orientó hacia el cabo retirado Miranda y hacia el agente de la Federal Jorge Sosa, los únicos que dispararon la noche del 22 al 23 de febrero de 2001. Ambos dijeron que apuntaron a los supuestos ladrones, pero el que murió fue Leguizamón. Las pericias determinaron que fue disparada por Miranda la bala 9 milímetros que apareció en el auto en el que iba la víctima.
Todo comenzó a las 23.30 del 22 de febrero del año pasado, cuando Leguizamón salió de su casa de Coronel Méndez y Camacuá, en Wilde, para ir a bailar. Siguiendo las instrucciones que había dado el ex jefe de la Federal Rubén Santos, el joven no llevaba consigo su arma reglamentaria y tampoco su placa identificatoria. Simplemente se iba a bailar. A dos cuadras de su domicilio, en Cotagaita 1842, detuvo el auto para conversar con su colega de la Federal Jorge Sosa. En ese momento llegaba a su casa, en Cotagaita 1820, el cabo retirado Miranda. Fue entonces que, según el relato de Miranda, pasaron los ladrones que intentaron robarle el coche y a los que atacó a balazos mientras escapaban a pie.
Sosa se sumó a la cacería y junto con Miranda dispararon entre 18 y 20 veces. Una bala le pegó a Leguizamón en la espalda y salió por el esternón. El joven murió en la madrugada del 23 de febrero de 2001, en el hospital de Wilde. Mientras su familia lo acompañaba en su agonía, Antonio Marcelino Sosa, padre del agente Sosa, y el también miembro de la Federal Jorge Luis Franco, entraron como ladrones a la casa de Leguizamón y se llevaron la pistola 9 milímetros reglamentaria que tenía guardada en su habitación. Sosa padre hizo dos disparos en un descampado y luego trataron de hacer creer que la víctima también había atacado a los ladrones.
La mentira cayó cuando Franco se arrepintió y admitió ante el fiscal de Lomas de Zamora Carlos Arocena que ellos habían sacado el arma que estaba en la casa y que Sosa padre había hecho los disparos. Una pericia determinó ahora que la bala que había dentro del Siena de Leguizamón fue disparada por la 9 milímetros de Miranda. El proyectil que mató al joven policía no estaba en su cuerpo y no pudo ser identificado. Hasta ahora, en la causa no hay procesados, aunque sí muchas sospechas sobre un nuevo caso de gatillo fácil policial, con una víctima que también era policía.

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