SOCIEDAD › OPINION
› Por Martín Granovsky
El asesinato de un ídolo tan querido como Facundo Cabral puso la lupa sobre un país: Guatemala, la Ruanda de América latina por la magnitud del genocidio (al menos 200 mil muertos en Guatemala, como mínimo 500 mil en Ruanda) y porque ese genocidio sigue siendo relativamente invisible a nivel mundial y masivo. La Guatemala de hoy sufre la influencia de la guerra mexicana entre los narcos y el Estado, que causó 30 mil muertos en los últimos cuatro años en México. Muestra una tasa de 54 homicidios cada 100 mil habitantes, un porcentaje diez veces superior al argentino, pero no precisa importar ningún aparato para desplegar el crimen organizado. Lo tiene desde que el Estado masacró a los guatemaltecos.
Recién el 19 de junio último la Justicia imputó por genocidio al general Héctor López Fuentes, jefe de Estado Mayor de las fuerzas armadas durante la dictadura del actual diputado Efraín Ríos Montt, en 1982 y 1983. Según informa la Fundación Rigoberta Menchú, de la Nobel de la Paz 1992, la Comisión para el Esclarecimiento Histórico asigna al ejército la responsabilidad del asesinato de miles de personas y el desplazamiento forzado de un millón de guatemaltecos a México. El gran impulsor del Nobel para Menchú fue otro Nobel, el argentino Adolfo Pérez Esquivel, que recibió el premio en 1980 por su lucha contra la dictadura.
La excusa para el genocidio fue la represión contra la guerrilla. Excusa, porque la represión comenzó antes de cualquier resistencia armada: se inició luego del golpe de 1954 contra el gobierno democrático de Jacobo Arbenz, con intervención de los Estados Unidos y en plena Guerra Fría entre Moscú y Washington. Desde la firma del acuerdo de paz con la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca, en 1996, la cifra estimada de muertos y desaparecidos difundida por organismos de derechos humanos llegó a la cantidad proporcionalmente mayor del continente durante el último cuarto del siglo XX en relación con el total de habitantes. Hoy Guatemala tiene una población de 14 millones de personas.
Blanco del genocidio en su condición de campesinos e indígenas, objeto de asesinato y tortura por el ejército o las patrullas paramilitares de vigilancia, los pueblos originarios, mayoritariamente de origen maya, alcanzan el 60 por ciento de la población. Pero son aún más amplios los porcentajes en la tabla de los índices sociales. El 87 por ciento de los indígenas es pobre (la cifra es del 54 por ciento entre los no indígenas) y el 30 por ciento vive en la indigencia (contra el 13 por ciento).
El asesinato de Facundo Cabral fue cometido después de la imputación contra el general López Fuentes y se produce pocos días antes de que, el próximo martes 12, Menchú presente el programa para las elecciones presidenciales de este año por el Frente Amplio de la URNG-Maíz, que después del acuerdo de paz pasó de la acción armada a la política en el marco constitucional.
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