Dom 17.07.2011

SOCIEDAD  › LINO BARAÑAO EXPLICA EL FIN DE LA MUESTRA

“Compartir la ciencia”

› Por Soledad Vallejos

”Es un ícono del futuro tecnológico de Argentina”, dice el ministro de Ciencia, Tecnología e Innovación, Lino Barañao, puesto a definir Tecnópolis. Por esa misma capacidad de invocar lo que puede venir en los próximos años, cree, la feria de desarrollos científicos y tecnológicos nacionales que acaba de comenzar quizá tenga algo del espíritu de las exposiciones universales con que el siglo XX se asomaba a novedades y jugaba con imaginarios del progreso. Apenas a metros de la General Paz, la muestra que es “la primera dedicada a ciencia, arte y tecnología”, configura “una postal tangible de un futuro al que podemos acceder” en el largo, pero también en el mediano plazo.

En cinco semanas de duración, la muestra “plantea un futuro para el país en el que podemos coincidir”, dice el ministro. Es precisamente por esa relativa distancia y esa posibilidad de pensar más allá del fin del día que el espacio “nos saca de la discusión coyuntural, porque se trata de compartir ciencia y tecnología, no de plantear o disputar acuerdos por ambiciones personales”. Pensar en “el país al que queremos llegar en 10, 20 años, es más fácil si queremos tomar posiciones contemporizadoras”. “Ni siquiera se discute políticamente, en el mundo, que la ciencia y la técnica son las claves del desarrollo a futuro.”

La Argentina, sostiene Barañao, “siempre tuvo un gran potencial para el desarrollo científico y tecnológico, pero recién ahora está fortalecido y demostrándose”.

–¿Cuáles son los ejes de ese futuro posible que puede verse en la feria?

–Están, por ejemplo, las empresas de software creadas por chicos de menos de 30 años y que ya están exportando a distintos países, empresas de biotecnología que producen todos los fármacos de última generación en el país, también la tecnología de nuevos materiales...

–¿Qué es esa tecnología?

–Se trata de poder manipular a nivel atómico distintos materiales, desde aleaciones de aluminio ultraliviano hasta sistemas de administración de drogas que evitan efectos colaterales, por ejemplo en casos de quimioterapias. También se aplica en la trazabilidad de alimentos. Son todas tecnologías que hoy están evolucionando la producción mundial. Y que estén en la feria es una prueba de que en Argentina se pueden hacer. Sobre esta base, Tecnópolis quiere decir también que si mantenemos el apoyo a la ciencia y la técnica, si fomentamos la creación de nuevas empresas de base tecnológica, estamos también fomentando un proceso de inclusión social sobre una nueva base. La ciencia y la técnica generan empleos de calidad no sólo para los profesionales, también para quienes hacen trabajos no calificados. La producción basada en la tecnología del conocimiento distribuye la riqueza, y el Estado no necesita intervenir para redistribuir rentas exorbitantes acumuladas en un solo sector. Por eso nos interesa como modelo. Avanzar a una sociedad basada en el conocimiento es la manera más democrática de lograr una sociedad más justa.

–¿En Tecnópolis se exponen casos de ciencia aplicada a problemáticas locales?

–Sí. Por ejemplo, hay un stand de una escuela pública de Chaco, especializada en jardinería, que enseña a chicos y maestras jubiladas a producir plantines de plantas ornamentales. La gente termina los cursos rápidos y puede desarrollar pequeñas empresas con ingresos muy dignos. Es un ejemplo claro de una tecnología de última generación, la micropropagación, que puede ser aprendida por alguien sin necesidad de tener instrucción previa, y que le permite trabajar de forma independiente. También hay cosas que no se veían ni se mostraban antes. Tenemos desde el cohete que va a poner satélites en el espacio hasta la escuela de jardinería, pasando por proyectos de desarrollo local en provincias. Son casos de innovación productiva e inclusiva.

–¿Por qué?

–Productiva porque la inclusión de tecnología de punta mejora la competitividad de las empresas. Inclusiva porque es hacer que, por ejemplo, a través de estudios del genoma de las cabras, el productor de la cordillera pueda seleccionar con certeza qué animales le van a dar mejor rendimiento. Una actividad que durante siglos ha transcurrido sin modificaciones, de repente, puede triplicar sus ganancias anuales por aplicar criterios científicos de selección. El productor de pasa de uva de San Juan, en vez de seleccionar manualmente, puede hacerlo con una máquina de producción nacional. El, así, tiene trabajo, y el productor de la máquina tiene ganancia a base de mejorar las condiciones de producción. Creo que quien visite Tecnópolis va a tener un panorama completo de todos estos casos. Hay casos de emprendimientos estatales pero también privados. Pequeñas empresas, también grandes de capital privado que trabajan con biotecnología como Biosidus, pequeños emprendedores de software.

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