SOCIEDAD › EL ESPECIALISTA DE LA OMS, SANKARANARAYANAN, ANALIZA EL IMPACTO DE LAS CAMPAñAS CONTRA EL HPV
Jefe de Investigadores de la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer de la OMS, el especialista indio Sankaranarayanan explicó a Página/12 los efectos que tendrá en 50 años la campaña iniciada en Jujuy por el Ministerio de Salud nacional.
› Por Verónica Engler
“¿Quién se hubiera imaginado a principios del siglo XX que se podría erradicar la poliomielitis?”, se pregunta retóricamente el indio Rengaswamy Sankaranarayanan, jefe del Grupo de Tamizaje de la Agencia Internacional para la Investigación en Cáncer (OMS) y uno de los mayores especialistas del mundo en prevención de cáncer cérvico uterino. La interrogación de este experto hace referencia a una idea que a él le gusta propagar aunque suene provocador: para Sankaranarayanan dentro de unos cincuenta años el cáncer cérvico uterino será un tema del pasado. Lo dice en un intervalo del Tercer Seminario Internacional sobre Nuevas Tecnologías para la Prevención de Cáncer Cérvico Uterino que se realizó en Jujuy, organizado por el Programa Nacional de Prevención del Cáncer Cérvico Uterino y por el Instituto Nacional del Cáncer, del Ministerio de Salud de la Nación.
–¿Cuáles son los desafíos que enfrentan los países en desarrollo para prevenir el cáncer cérvico uterino?
–Además de las enfermedades infecciosas, las enfermedades crónicas están empezando a ser una prioridad en estos países. Hay recursos limitados pero muchos problemas de salud que compiten entre sí. En lo referido a cáncer, distintos cánceres están empezando a estar como prioridades en las agendas sanitarias, como el cáncer de mama, el de hígado o el de colon. Y el cáncer cérvico uterino es una de estas prioridades. Tomar como prioridad al cáncer cérvico uterino es un desafío grande porque desafortunadamente no hay grandes defensores para este cáncer. Esta es una enfermedad que suele afectar a mujeres pobres, por eso no suele haber gente que defienda la prevención del cáncer cérvico uterino a nivel político. El cáncer cérvico uterino es una enfermedad prevenible, con vacunas, con tamizaje, con distintos métodos, y esto echa una luz sobre el tema. Ahora la gente se está empezando a capacitar para organizar los programas de prevención. Lentamente se están produciendo cambios, pero queremos ver que estos cambios reciban más atención y que crezcan más rápidamente en los años venideros.
–En Argentina se comenzará a utilizar el test de HPV en la provincia de Jujuy y luego se extenderá a todo el país. Usted ha investigado ampliamente el test, ¿puede explicar en qué consiste y si el uso del mismo implicará que se abandone el Papanicolaou como método de tamizaje?
–Sabemos que el cáncer cérvico uterino es causado por una infección persistente de alguno de los tipos de HPV (Virus del Papiloma Humano), y se sabe que los tipos 16 y 18 son los que causan el 70 por ciento de los cánceres de cuello de útero. El test puede detectar la infección por HPV, entonces las mujeres que tienen posibilidades de desarrollar cáncer cérvico uterino pueden ser identificadas y controladas tempranamente como para que no lleguen a desarrollarlo. La infección por HPV es muy común. Yo diría que todas las mujeres sexualmente activas van a tener HPV en algún momento de sus vidas. Pero, afortunadamente, en más del 80 por ciento de los casos el HPV desaparece solo. Esto significa que en una mínima proporción de las mujeres que contraen HPV la infección persistirá. Son esas mujeres las que tienen algún riesgo de desarrollar cáncer de cuello de útero en el futuro. El test de HPV se realiza por un procedimiento mecánico que no depende de la observación humana (como sí sucede en el caso del Pap, por lo que a veces el análisis sobre lesiones precancerosas puede dar falsos positivos o falsos negativos), lo que evita los errores humanos. Esta es una ventaja grande del test, es altamente reproducible, objetivo y no depende el proveedor. La sensibilidad es más alta que la del Pap, por eso su eficacia para prevenir el cáncer cérvico uterino. En el futuro, el tamizaje con el test de HPV será el test más útil y adecuado. Creo que el hecho de que Argentina intente introducir el test de HPV en la provincia de Jujuy para luego extenderlo a todo el país es un paso muy importante en la dirección correcta. Esto no significa abandonar totalmente la prueba de Papanicolaou, esto significa que las mujeres que se hagan el test de HPV y les dé positivo deberán hacerse un Pap, y si el Pap les da positivo, eso significa que se deberá profundizar con otro tipo de análisis, como la colposcopía o biopsias. (El test de HPV detecta la presencia del virus, en cambio el Pap detecta las lesiones que el virus genera). Esto significa que en lugar de hacerles Pap a todas las mujeres, el Pap quedará para las mujeres a quienes el test les haya dada positivo. En estos casos, el Pap funcionará mucho mejor porque la enfermedad se da entre las pocas que tienen una infección de HPV persistente, un 10 o 15 por ciento de las que contraen HPV. Por eso no se abandonará totalmente el Pap, sino que se utilizará mejor la infraestructura de la prueba del Pap. Y otra cosa importante es la decisión de Argentina de introducir la vacuna contra el HPV. Si se mantiene una campaña continua de vacunación, la prevalencia de infección por HPV bajará.
–¿Cómo puede impactar la incorporación de la vacuna contra el HPV en las estrategias de tamizaje?
–Dentro de 20 años la prevalencia de infección por HPV en Argentina será mucho más baja y la técnica de tamizaje que se realiza hoy no será costo efectiva, ya que se hará para detectar la infección en muy pocos casos, porque la infección por HPV sólo estará en aquellas mujeres que no se vacunaron o en las que falló la vacuna. Esto significa que la actual técnica de tamizaje tendrá que cambiar. Este cambio implicará utilizar el test de HPV como tamizaje primario. Se hará el test a las mujeres a partir de los 35 años y probablemente se hará cada 7 a 10 años. Esto será así por el impacto que producirá la cobertura de la vacuna. Estas son las posibilidades para un futuro no tan lejano, para dentro de unos 30 años. Pero inclusive en ese escenario habrá muchas mujeres que no hayan recibido la vacuna que serán las que tengan un riesgo más alto para el cáncer cervical. Por eso, durante las próximas dos o tres décadas hay que continuar con el tamizaje, pero luego de ese período no será necesario hacer el tamizaje con la frecuencia con la que se lo realiza actualmente. Pero tanto la vacuna como el tamizaje serán necesarios y complementarios. Si la Argentina alcanza una alta cobertura de vacunación y una alta cobertura de tamizaje, creo que en el futuro tendrán muy pocos casos de cáncer cervical, inclusive podrán erradicar el cáncer de cuello de útero en 50 o 60 años, esto es bastante probable.
–¿De qué manera los varones se ven afectados por el HPV? ¿Cómo deberían estar incluidos en las estrategias de prevención?
–De la misma manera que decimos que casi todas las mujeres en algún momento de su vida estarán infectadas con HPV, también sucede lo mismo para los hombres. En los varones la infección la mayoría de las veces se va sola como en las mujeres. Pero afortunadamente en los varones causa muchos menos casos de cánceres, puede causar en algunos casos cáncer de pene y de ano. El principal rol que juegan los hombres es el de transmitir el HPV a las mujeres. De momento, vacunar a los hombres junto con las mujeres no resulta a nivel de costo efectividad, por la simple razón de que los cánceres generados por el HPV en los hombres son muy pocos en frecuencia, y vacunar a los varones insumiría el doble de recursos. Pero en última instancia, si se elimina la infección por HPV en mujeres, esto induce a que baje la infección también en los hombres.
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