Nora “Pichi” Burgues de Taylor e Inés Ongay, ambas amigas de María Marta García Belsunce, fueron careadas ayer por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº1 de San Isidro. Durante el contrapunto, la primera negó haber dicho que se pagó para evitar la autopsia de la víctima, mientras que la segunda ratificó haberla escuchado decir eso luego del entierro. Taylor, sin embargo, dijo que dudó sobre la versión del accidente en la bañera y pensó en un “asesinato”; además mencionó sus sospechas sobre el vecino Nicolás Pachelo y criticó al fiscal Diego Molina Pico, quien la imputó en la causa aunque después fue sobreseída.

“No estoy acá para atacarte ni para defenderme sino para ratificar esa conversación que tuvimos”, dijo Ongay, quien se careó por tercera vez con Taylor. Luego la increpó: “Me dijiste que como esto se podía abrir como un suicidio o un asesinato ‘arreglamos para hacer lo que el Gordo (Carlos Carrascosa) quería’. Yo me quedé muda. No hice nada por ser una ignorante y no saber que podía tener acceso a una fiscalía”, agregó.

Por su parte, Taylor reconoció que existió una charla en la que Ongay le preguntó qué había pasado porque había escuchado en el cementerio de Recoleta muchas versiones sobre el hecho, pero negó categóricamente que haya hablado de autopsia o de algún pago. “Te dije que se hizo lo que el Gordo había querido, pero jamás hablé de autopsia, sino de que se la enterrara en el último turno para que llegues vos”, dijo Taylor, recordando que Carrascosa había pedido ese horario en el cementerio para que Ongay, que vivía y aún vive en Bariloche, llegara a la inhumación.

“Yo jamás pagué nada. Yo no pude haberte dicho algo que no se hizo nunca”, le espetó Taylor. Luego recordó que Ongay, tras esa charla, se quedó tres días más antes de volver a Bariloche: “¿Cómo estuviste con nosotros que somos una manga de encubridores? Vos llegaste al fiscal (Molina Pico) porque yo le di tu teléfono para que te llame a declarar. Si yo te conté semejante horror, ¿voy a ser tan idiota?”, dijo Taylor subiendo de tono, al punto de que el juez Alberto Ortolani le llamó la atención y el careo terminó.