Sáb 10.09.2011

SOCIEDAD  › DE ACUERDO CON EL úLTIMO CENSO, EN UNA DéCADA EL íNDICE SE REDUJO DEL 2,6 AL 1,9 POR CIENTO

Un nuevo paso contra el analfabetismo

Argentina se ubica así entre los países mejor posicionados de la región, junto con Uruguay y Chile. En los últimos cinco años se crearon 50 mil centros de alfabetización en todo el país. El mayor descenso se produjo en el NEA.

“Con 4 millones más de habitantes desde 2001, hemos logrado reducir el índice de analfabetismo de 2,6 a 1,9 por ciento, mientras que en las provincias del nordeste argentino, que tenían el porcentaje más elevado del país, se bajó hasta 2,5 puntos porcentuales”, anunció ayer el ministro de Educación, Alberto Sileoni. En ese sentido, ratificó su compromiso para seguir derribando las trabas sociales que aún se interponen, especialmente en las poblaciones rurales más aisladas, en las comunidades originarias y en personas de alta edad. “Romper con esas barreras es un proceso de emancipación porque extiende la noción de que los derechos no son un privilegio sino algo que se merece”, dijo el ministro a Página/12.

Los datos, que surgen de los resultados del último censo nacional, ubican al país entre los mejor posicionados de la región junto a Uruguay y Chile, en comparación al resto, que superan el 6 por ciento. Brasil, por ejemplo, posee un índice de analfabetismo de casi el 10 por ciento y Colombia del 7,6. Fronteras adentro, por otro lado, la provincia con mayor cantidad de analfabetos redujo su índice del 8 al 5,5 por ciento en una década.

“En el siglo XXI es inadmisible que haya analfabetos, pero hay barreras muy hondas, pasadas de una generación a otra, que obstaculizan a muchas personas animarse a aprender”, afirmó Sileoni a este diario. “Sobre todo en los núcleos más duros”, entendidos como los de “las personas muy mayores, las poblaciones rurales y las comunidades de pueblos originarios, hay mucha vergüenza y resignación. Y es muy difícil –lo más difícil, agrega– romper con esa inercia, ese quietismo, que viene de situaciones de frustración y, siempre, está asociada a la pobreza”.

En la misma línea, el Programa Nacional de Alfabetización y Educación Básica para Jóvenes y Adultos “Encuentro” se basa, entre sus principales conceptos en que “el mapa del analfabetismo es idéntico al de la pobreza” y por lo tanto la alfabetización tiene que entenderse en el marco de una intervención socioeconómica y no solo educativa. La iniciativa comenzó a implementarse en septiembre de 2004, en el marco del movimiento “Educación para todos” impulsado por la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y se financia con fondos del Estado Nacional.

Para la directora de Educación de Jóvenes y Adultos del Ministerio de Educación y coordinadora del programa, Delia Méndez, “la alfabetización excede la tarea de enseñar a leer y escribir, a sumar y restar, como entiende la escuela liberal”. “Es generar conciencia de derechos, un pensamiento crítico, tratar de devolver la autoestima que perdieron y hacer mella en la subjetividad de cada persona y en su comunidad”, estimó, en diálogo con Página/12.

La iniciativa promueve la creación de centros de alfabetización que funcionan en escuelas, clubes, bibliotecas, parroquias, domicilios particulares y sindicatos. “Entre 2006 y 2011, se crearon en total 49.838 centros en todo el país, se designaron 34.794 alfabetizadores y se distribuyeron materiales de apoyo especialmente diseñados para la enseñanza de adultos”, enumeró Méndez.

Según Sileoni, la reducción del analfabetismo no sólo fue fruto de “la universalización temprana de acceso a la escuela primaria” sino también del “importante ingreso de alumnos adultos a la educación primaria”, a través del Plan Nacional de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios para Jóvenes y Adultos (FinEs). En los últimos diez años “el aumento de esos ingresos fue del 34 por ciento”, aseguró a este diario.

En una recorrida histórica, el ministro de Educación repasó junto a Página/12 los índices de las últimas décadas: “En 1970 fue del 5 por ciento, en el 80, de 4 por ciento, y en el 91, del 3.7; en el 2001, 2.6 por ciento”, aseguró. Es una tendencia continua en baja, pero también tiene que entenderse que a medida que se achica el número, “es más difícil reducir el analfabetismo, porque hay que penetrar en los núcleos duros”.

Otro elemento muy importante, para Sileoni, es el de paridad de género que se evidenció en la última encuesta. “Mientras en muchos países es mucho mayor el analfabetismo femenino que el masculino, nosotros prácticamente tenemos una torta partida en dos”.

Por otro lado, el ministro explicó que a partir de la implementación de la Asignación Universal por Hijo (AUH), en noviembre de 2009, “más de 150 mil chicos ingresaron en la secundaria”. Mientras que la situación en la escuela primaria es de una “alta cobertura por la que, prácticamente, llega al 99 por ciento de los chicos en edad escolar”, afirmó.

“Mientras haya un solo analfabeto hay que seguir redoblando esfuerzos”, concluyó ayer Sileoni tras la conferencia de prensa que tuvo como marco la conmemoración del Día Internacional de la Alfabetización. “Entendemos que es responsabilidad del Estado, y aunque se pueda decir que vivimos en un territorio casi libre del analfabetismo, todavía hay compatriotas en una situación inadmisible en este tiempo. Y por ellos hay que seguir trabajando.”

Informe: Rocío Magnani.

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