SOCIEDAD › SE INICIA EL JUICIO A UN EX POLICíA POR EL CRIMEN DEL JUGADOR DE SAN MIGUEL
El ex oficial de la División Custodia Cristian Soria será juzgado a partir de hoy en San Martín como coautor del asesinato de Jorge Barrera, jugador del equipo de San Miguel. Varios testigos lo identificaron en el auto de donde partió el disparo.
› Por Carlos Rodríguez
En los tribunales de San Martín comenzará a ser juzgado hoy el ex policía bonaerense Cristian Javier Soria, acusado de ser coautor del asesinato de Jorge García Barrera (21), quien al momento del hecho era jugador del equipo de fútbol del club San Miguel, que ahora milita en la Primera C. El hecho ocurrió a las 2.30 de la madrugada del 26 de junio de 2005, cuando Barrera se encontraba esperando un remise, acompañado por Cecilia, su novia, en la calle Francisco Seguí, en el cruce con la ruta 197, en la localidad de Pablo Nogués, partido de Malvinas Argentinas. Testigos presenciales declararon en la causa que un coche que pasaba por la ruta se detuvo unos metros después de sobrepasar la línea donde estaban la víctima y su acompañante. Acto seguido comenzó a retroceder y cuando Barrera se acercó al vehículo creyendo que sus ocupantes querían hacerle una pregunta, el chofer lo apuntó con un arma, un revólver calibre 9 milímetros, y le hizo dos disparos, uno de los cuales le pegó en el pecho. Con posterioridad, algunos testigos reconocieron al entonces policía Soria como quien iba en el asiento del acompañante. No fue quien disparó pero lo acusan como coautor.
El coche en el que iban los agresores era un Chevrolet Corsa oscuro con vidrios polarizados. Por esa razón, hasta hoy no pudo establecerse si eran dos o tres sus ocupantes. Al comienzo quedaron demorados dos policías bonaerenses, ambos pertenecientes a la División Custodia, uno de los cuales era Soria, quien siguió acusado, aunque llega en libertad al juicio oral que se hará desde hoy, a las 9, en el TOC 7 de San Martín.
A Soria, además, se le imputa el hecho de “haber ayudado” al autor material del homicidio “a eludir las investigaciones (...) y a sustraerse de la acción” penal “mediante el ocultamiento de la identidad del autor del homicidio referido, pese a su condición de funcionario público policial”. Los fiscales Ana María Armetta y Raúl Sorracco ratificaron en el escrito de elevación a juicio que “existen bastantes elementos de convicción para sostener que el imputado” fue “coautor penalmente responsable del hecho (...) o autor del hecho que se le adjudica alternativamente”.
Lo que no está claro, hasta ahora, es el móvil del crimen. En un momento se dijo que los ocupantes del auto habían gritado algún agravio dirigido a la novia de Barrera y que éste había reaccionado con un insulto, pero ese punto fue desmentido por la chica, quien no escuchó ningún grito ni discusión. También se especuló con que fuera una venganza, pero esa posibilidad se desechó. Y se descartó que haya sido asesinado por barrabravas. El día del hecho San Miguel festejaba su ascenso a la C y el clima era de fiesta.
Algunos testigos pudieron ser reconocidos y citados porque, a poco de ocurrido el crimen, se hizo un video con las cámaras del programa Policías en acción. Uno de los testigos, tres años después del hecho, admitió que desde el primer momento identificó, en un reconocimiento en rueda de personas, al acompañante del Corsa, pero “por temor” a una represalia se había callado la boca. La novia de Barrera, Cecilia G., también había reconocido a la misma persona, pero al igual que el otro testigo “temió decirlo en presencia de la abogada defensora” del hoy imputado. El padre de García Barrera recordó ante la Justicia que a uno de los testigos “le temblaban los labios” y estaba “demacrado, angustiado, temeroso”.
Soria negó haber estado a bordo del Corsa. Sostuvo que en ese momento estaba en un pool denominado El Sitio y que al entrar había saludado al ocupante de un patrullero que estaba detenido en la puerta. Por medio del sistema de seguimiento satelital de patrulleros se pudo determinar que “ningún móvil policial se encontraba en ese lugar (La Rotonda y Yermoli) a la hora indicada por Soria”. También difiere, en una hora, el llamado que Soria dice haber recibido de su novia la noche del crimen.
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