SOCIEDAD › ANUNCIAN EL PRIMER RESULTADO DEL GRAN COLISIONADOR DE HADRONES
Científicos del mundo entero tendrán hoy la atención puesta en la conferencia que revelará hasta dónde llegó el megaexperimento. Hay quienes creen que se encontró el “bosón de Higgs”; otros son más cautos. La explicación de un investigador argentino.
› Por Pedro Lipcovich
Hoy, a las diez de la mañana hora argentina, los científicos que investigan en el gigantesco acelerador de partículas (LHC) que funciona en Ginebra presentarán “una interesante sugerencia”: así la calificó uno de ellos, en diálogo con Página/12, y ya se sabe que las interesantes sugerencias de los científicos pueden cambiar el mundo. La de hoy se referirá a la búsqueda del “bosón de Higgs”, partícula hipotética cuya existencia es necesaria para que no se vengan abajo las bases de la física actual. En realidad, lo que más desearía la ciencia –histérica como es ella– es no encontrar eso mismo que busca con tantas ganas: porque, si el famoso bosón no existe, habrá una falla concreta, una brecha a ensanchar mediante nuevas investigaciones. Es que, hasta ahora, todas las experiencias salen bien, pero las bases de la física no terminan de acomodarse: la teoría que nos dice cómo se mueven los planetas es incompatible con la que nos dice por qué una lamparita eléctrica se enciende en vez de estallar. Entretanto, y hasta las diez de la mañana de hoy, nadie, pero nadie sabe qué se anunciará, porque los investigadores están divididos en dos grupos que desconocen mutuamente sus resultados.
“Los resultados que se anunciarán pueden ser muy interesantes, dependiendo de lo que pase con el otro experimento”, dijo a este diario Ricardo Piegaia, profesor en la Facultad de Ciencias Exactas de la UBA e integrante del experimento Atlas en el LHC. El experimento paralelo se llama CMS: “Con diseños ligeramente distintos, chequean sus resultados con los del Atlas”, explicó.
Pero, ¿por qué es tan importante el bosón de Higgs? “La teoría actualmente aceptada funciona muy bien, pero requiere algo que puede parecer ridículo: que las partículas, todas las partículas, carezcan de masa. Una forma de justificar esto es admitir que lo que llamamos masa no es una propiedad intrínseca, sino la interacción con una determinada partícula, el bosón de Higgs. Entonces, el electrón, que es liviano, interactúa poco con el bosón de Higgs; el fotón, que tiene masa cero, no interactúa nada; el protón, más pesado, interactúa mucho. Pero –ríe Piegaia–, esto puede servir para publicitar dietas contra la obesidad: ‘¡Interactúe menos con el bosón de Higgs!’.”
Entretanto, las experiencia en el LHC vienen acorralando al bosón: “Ya sabemos que su masa (es decir: su interacción consigo mismo) no puede estar entre 150 y 500 veces la del protón; tiene que ser más liviano o más pesado que eso. Esta ‘zona de exclusión’ se va extendiendo con las experiencias y lo seguro es que, el año que viene, va a haber una respuesta definitiva: o bien se verificará que el bosón de Higgs existe o se constatará su inexistencia”, aseguró el investigador.
Lo mejor, para los científicos, sería que ese bosón no existiera: “Estaría buenísimo –se exalta Piegaia–: sería un terremoto para la física de partículas”. Los investigadores buscan ese sismo intelectual porque “fenómenos como los movimientos de los planetas o la evolución del cosmos se explican con una teoría, mientras que el electromagnetismo, lo que hace que funcionen las lamparitas, se explica mediante otra teoría que es inconsistente con aquélla. Si hubiera algún experimento que da mal, habría algo a lo que apuntar: la relatividad, la teoría cuántica, se desarrollaron a partir de experimentos que no cerraban. Mientras esto no pase, se inventan teorías como la de las ‘cuerdas’, sí, pero se trabaja en la oscuridad, no se sabe para dónde apuntar”.
Por eso, “lo peor que podría ocurrir es que simplemente aparezca el bosón de Higgs y nada más, que simplemente se presente lo que se esperaba”. En tal caso, “seguiremos trabajando con el LHC durante unos años más: es como buscar la aguja en el pajar pero sin saber siquiera cómo es esa aguja”, graficó el investigador argentino.
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