SOCIEDAD
Cómo serán las nuevas estaciones de la prolongada Línea B de subte
Son Tronador y Los Incas. Combinarán un diseño moderno con expresiones artísticas. En junio habrá licitación por la Línea A.
› Por Eduardo Videla
Las paredes no son de cemento ni de revestimientos cerámicos sino de paneles fonoabsorbentes, que prometen amortiguar los ruidos del ambiente. Esas estructuras de metal liviano relleno de lana de vidrio están cortadas cada tanto por vitrales iluminados o murales de cerámica con motivos precolombinos, según el caso. Esas imágenes caracterizarán a las dos nuevas estaciones de la Línea B del subte, que se inaugurarán en los primeros días de agosto, según anunció a este diario el presidente de Subterráneos de Buenos Aires (SBA), Edgardo Kutner. Con casi dos kilómetros más, el tendido llegará hasta el barrio de Villa Ortúzar, en el límite con Villa Urquiza. Se trata de las estaciones Tronador y Los Incas, ubicadas a lo largo de la avenida Triunvirato, y a menos de cuatro cuadras de unos 12 mil vecinos, potenciales nuevos usuarios del subte. El titular de SBA anunció además que en junio comenzará el proceso de licitación para prolongar la Línea A, desde Primera Junta hasta Nazca, en el barrio de Flores. La obra –unos tres kilómetros de extensión– comenzaría el año próximo.
En los últimos años, la única línea de subtes que había logrado extenderse fue la D, que desde Catedral llega a Congreso de Tucumán. Ahora, la extensión de la B representa la primera ampliación de recorridos en cuatro años. No terminará allí: está previsto que llegue a la estación Villa Urquiza. El tendido parte de Federico Lacroze, con dos túneles separados que se aproximan entre sí antes de llegar a Tronador, después de recorrer 850 metros.
Página/12 transitó por uno de los nuevos túneles, desde Tronador hasta Los Incas. La obra civil está prácticamente terminada y sólo faltan la instalación eléctrica y la señalización, que debe ser compatible con la del resto de la línea. “El costo total de la obra fue de 50 millones de dólares, según los diferentes tipos de cambio vigentes en los últimos años”, informó Kutner.
Las nuevas estaciones cumplen con todos los requisitos de accesibilidad: escaleras mecánicas y ascensores para discapacitados, desde la calle hasta las boleterías y desde allí hasta el andén. Los accesos tienen leyendas en lenguaje Braille y las dos estaciones cuentan con baños, comunes y para discapacitados.
Desde el vestíbulo de la estación Los Incas, ubicado a seis metros de profundidad, puede verse, al final del andén, un gran mascarón de cerámica, pintado de color oro, una alusión a las culturas precolombinas evocadas por el nombre de la estación.
Los Incas, futura cabecera de la Línea B, está justo bajo la avenida Triunvirato, entre Combatientes de Malvinas y Mariano Acha, con una entrada sobre la Avenida de los Incas. El andén es central y está ubicado a 10 metros de profundidad. Cuenta con torres metálicas de ventilación, para la renovación del aire en la estación y bocas debajo del andén, para absorber el aire caliente que proviene de las ruedas del tren.
En las paredes ya están instalados 16 murales de cerámica, con relieves pintados a mano realizados por los artistas plásticos Armando Damián Dillon y María Eggerslan. “Son motivos que evocan a las culturas precolombinas, desde la Patagonia hasta México”, dijo Kutner.
Hacia el Este, Los Incas se comunica con Tronador a través de un doble túnel de unos 600 metros. El piso está revestido por piedra balasto, capaz de amortiguar en alguna medida el ruido de los trenes, lo mismo que la superficie rugosa que reviste las paredes del túnel. Al cabo de ese recorrido se llega a Tronador, ubicada en el cruce de esa calle con la avenida Triunvirato. En el vestíbulo hay un amplio sector que será reservado para muestras fijas o temporarias. En una de las vitrinas podrán verse los restos fósiles del gliptodonte que fue encontrado justo en ese lugar, cuando se hicieron las obras de excavación.
El andén tiene una estructura similar a la de Los Incas, con techos muy altos y paredes fonoabsorbentes donde se alternan 18 vitrales –9 de cadalado– realizados a mano por el artista Roberto José Soler, de Vitraux D’art Taller Artesanal. Las imágenes, iluminadas desde atrás con lámparas de luz blanca, representan distintos motivos que identifican al barrio: la Chacarita de los Colegiales, el tranvía a caballo, la fábrica Sudamtex y los clubes de fútbol que forman parte de la historia local, Almagro, Colegiales y Argentinos Juniors, entre otros.
“Para finalizar la obra hubo que hacer un gran esfuerzo, especialmente después de la devaluación. Los costos aumentaron entre un 70 por ciento para los insumos nacionales y hasta un 200 por ciento para los importados”, dijo Kutner. La construcción fue realizada por las empresas Techint y Dyvida, pero la dirección de obra correspondió a Subterráneos de Buenos Aires, una sociedad del Estado porteño que es propietaria de la red que opera Metrovías. “Toda la obra se financió con recursos propios de la ciudad, provenientes del fondo de reserva conformado con un porcentaje del impuesto ABL o Patente que pagan los contribuyentes que viven cerca del subte, más un aporte del Tesoro”, explicó el funcionario.
El impacto favorable no será sólo para los vecinos: en un radio de cinco cuadras respecto de las nuevas estaciones trabajan más de 6000 personas y casi 300 estudiantes concurren a establecimientos educativos.
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