Sáb 05.04.2003

SOCIEDAD  › NUEVE POLICIAS VAN A JUICIO ORAL POR EL HOMICIDIO DE EZEQUIEL DEMONTY

El camino del Riachuelo al estrado

Ezequiel tenía 19 años cuando fue obligado por los policías acusados a tirarse al Riachuelo junto a dos amigos. Fue el único que no sobrevivió. Ahora los nueve hombres de la Federal irán a juicio oral. Podrían condenarlos a prisión perpetua.

› Por Carlos Rodríguez

Antes de fin de año se realizará el juicio oral por el crimen de Ezequiel Demonty, el chico de 19 años que murió ahogado en el Riachuelo, en el barrio de Pompeya, a cuyas aguas tuvo que arrojarse –junto con dos amigos que pudieron sobrevivir– obligado por personal de la Policía Federal. En la causa están imputados nueve policías, entre ellos el inspector Gastón Somohano, hijo del ex jefe de la Bonaerense Osvaldo Somohano. “En la audiencia no se discutirá la autoría del hecho ni el monto de la pena, que tiene que ser prisión o reclusión perpetua”, explicó a Página/12 José Vera, abogado de la familia Demonty. “Lo único que queremos, de todos modos, es que se cambie la calificación del hecho, que llega a juicio como privación ilegal de la libertad seguido de muerte, para que se convierta en tortura seguida de muerte.” Según Vera, esa calificación, que al principio había sido impuesta por la jueza María Cristina Bértola, “tiene que servir para que el castigo pueda ser ejemplar para sancionar los vejámenes que la policía impone a los ciudadanos en cada detención”.
La calificación de “torturas”, avalada por la jueza Bértola y por el fiscal Marcelo Roma, fue cambiada por decisión de la Cámara del Crimen, que determinó que había sido sólo una “privación ilegítima de la libertad”. Vera anticipó que una vez abierto el debate en el juicio que estará a cargo del Tribunal Oral 8 de la Capital Federal, la parte querellante “insistirá para que se mantenga la primera calificación por tortura seguida de muerte”. La jueza Bértola, al dictar la prisión preventiva de los nueve policías, dijo que los golpes con los bastones policiales y los puntapiés aplicados con los borceguíes, mientras los tres chicos estaban tirados en el piso, forman parte del listado de atropellos que las convenciones internacionales señalan como “torturas”.
En la causa, además de Somohano, están imputados el oficial inspector Daniel Barrionuevo, jefe del operativo policial, el sargento primero Luis Funes, el sargento Jorge Sosa, los cabos Luis Gutiérrez y José Luis Martínez, y los agentes Maximiliano Pata, Jorge Solís y Sandro Granado. En lo que hace a la responsabilidad de los acusados en el hecho, Vera recordó que en los últimos años “los conceptos para juzgar la participación criminal se han modificado en forma notoria”. Explicó que antes “el que intervenía en un robo manejando el auto podría ser considerado partícipe secundario del hecho, mientras que ahora se piensa que si él no estaba, el robo no podría cometerse y por lo tanto es partícipe necesario”.
En relación con el caso Demonty propiamente dicho, Vera recalcó que “aunque no pueda determinarse quién fue el que lo obligó a tirarse al Riachuelo, lo que importa es que los nueve policías participaron del operativo en tres móviles y todos presenciaron lo ocurrido. Ninguno de ellos intentó impedir lo que claramente era una orden criminal, de manera que todos son responsables, aunque Barrionuevo llevaba la voz cantante porque de hecho era el de mayor jerarquía y el jefe del grupo operativo”.
Ezequiel Demonty murió en la madrugada del 14 de septiembre pasado, luego de ser detenido por la policía, sin ningún motivo válido, en las cercanías del Barrio Illia, ubicado en Villa Soldati, donde vivía la víctima. Esa noche, luego de ir a bailar a un boliche de Constitución, Ezequiel, dos amigos y una chica –el nombre de los tres se mantiene en reserva por cuestiones de seguridad– buscaban una remisería. El joven que murió en el Riachuelo, como era del barrio, sólo había ido a acompañar a sus amigos. Un llamado anónimo alertó a la Comisaría 34ª, que envió tres patrulleros como si se tratara de un hecho delictivo importante.
Aunque ninguno de los cuatro estaba armado, todos fueron obligados a tirarse al suelo, incluso la chica, que luego se salvó de la paliza porque mintió y dijo que estaba embarazada. Como escarmiento –hay quienes dicen que el de la idea fue el oficial Somohano–, los tres chicos fueron llevados hasta la orilla del Riachuelo, cada uno en un patrullero. Dos de los pibes pudieron llegar nadando hasta la otra orilla, pero Ezequiel, aunque sabía nadar, murió ahogado. “Nadá, nadá, porque te pego un tiro en la cabeza”, le gritó a Ezequiel uno de los policías. Antes de caer al agua, a Ezequiel lo golpearon en la cabeza con la culata de un revólver. La chica, aunque quería acompañar a Ezequiel, quien se lo había pedido expresamente, fue obligada a bajar del móvil policial antes de llegar al Riachuelo, salvó su vida y se presentó como testigo de cargo.
En el juicio, los defensores de los policías podrían llegar a sostener que se trató de un homicidio “preterintencional”, sin intención de matar. Es decir que los arrojaron al agua, pero nunca pensaron ni tuvieron la intención de asesinar a nadie.

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