SOCIEDAD › EL INCENDIO DE LA COMISARíA 1ª, DONDE MURIERON CUATRO ADOLESCENTES
› Por Horacio Cecchi
A las diez de la noche del 20 de octubre de 2004 se desató un incendio en la comisaría 1ª, donde había alojados ilegalmente 17 adolescentes. Cuatro de ellos murieron a consecuencia especialmente del envenenamiento por respirar el gas que despiden los colchones de poliuretano en contacto con el fuego y por las graves quemaduras sufridas. Dieciocho policías fueron pasados a disponibilidad y de ellos tres fueron suspendidos por 60 días, cinco cesanteados y uno exonerado (ver nota principal).
Las primeras informaciones, redactadas por el sumario de los mismos policías que deberán ser enjuiciados, responsabilizaba a los adolescentes por el incendio y los cuatro fallecimientos. De hecho, los primeros pasos de la investigación del fiscal Federico Nieva Woodgate imputaban a los menores por los hechos sucedidos.
La primera investigación en alcanzar resultados fue la iniciada por el Tribunal de Menores Nº 2 de Quilmes, a cargo de Pedro Entío y que, quizás, fue la investigación que obtuvo más detalle de lo sucedido y la más concluyente, y fue cerrada el 20 de abril de 2005 habiendo recolectado pruebas gravísimas para determinar las responsabilidades del incendio y las muertes.
El Tribunal de Menores determinó que, durante la tarde, la rotura de un candado por parte de un adolescente que reclamaba ir al baño derivó en una violenta requisa a las siete de la tarde, en la que “los hicieron desnudar y los pusieron contra la pared”, dice uno de los testimonios. Les pegaron mientras les exigían que dijeran quién había roto el candado, les tiraron sus objetos personales, los colchones y los alimentos que les habían llevado los familiares al piso, que estaba mojado porque acababan de limpiarlo. “Pegaban con el puño cerrado y con los palos que usa la policía”, dijo otro de los adolescentes. Cuando se retiró, la requisa amenazó con que a las diez retornaría. Para evitarlo, uno o varios de los chicos colocaron colchones contra la entrada y les prendieron fuego. Alrededor de 15 minutos demoraron los policías en abrir las puertas y sacar a los alojados en las tres celdas, dos de menores, con 17 adolescentes, y una de mayores, más alejada. Y media hora en llamar a los bomberos y médicos, cuando el fuego ya había sido apagado y los más graves, trasladados al hospital.
Los relatos sobre los momentos del rescate son espantosos: “Los policías los empujaban encima de los quemados para que cayeran arriba”. Uno de ellos, apodado Spray, “se subió sobre su espalda y le caminaba encima (...) caminaron sobre dos o tres de los pibes que estaban quemados (...) los pibes les gritaban que los llevaran al hospital”. “A todos los que estaban quemados les pegaban con las gomas y les preguntaban quién había prendido el fuego.” “Le pidieron al policía si se podían mojar, que en el piso había agua. Entonces se arrodillaban y se mojaban el pecho contra el piso.” También hay relatos de cómo se les “caía la piel a pedazos” mientras los golpeaban con los palos.
La investigación de Entío determinó que los bomberos fueron convocados con 40 minutos de retraso, que el sumario policial modificó los horarios, que se demostró la “continuidad durante el siniestro y con posterioridad a él de la actitud y prácticas de severos malos tratos sostenidas por el personal policial”; y el prolongado tiempo en que no se tomaron medidas para extinguir el fuego.
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