SOCIEDAD
› LOS SUMARIOS DE LA BONAERENSE: LA TRAGICA HISTORIA DE LOS TESTIGOS QUE NO DECLARARON COMO QUERIAN SUS JEFES
Aquel largo brazo de Asuntos Internos
El caso se inició con un preso que se fugó de la comisaría de El Palomar. La oficina de Asuntos Internos tomó la investigación. Los jefes buscaron salvar al comisario y hundir a su segundo. Los policías que no declararon en esa línea terminaron desplazados, presos y hasta con curiosos suicidios. AI ya está investigada por extorsionar y coimear a policías para cajonear sumarios.
› Por Horacio Cecchi
El 17 de febrero pasado, Página/12 informó sobre una investigación judicial en torno de las actividades de una red de extorsión a policías sumariados, dedicada a cobrar dinerillos para “cajonear” los expedientes adversos. La red estaba integrada en parte por hombres de la misma oficina dedicada a combatir la corrupción: Asuntos Internos de la Bonaerense. Completando la información, este diario publicó el caso de un preso de la comisaría de El Palomar, que en octubre de 2000 pagó 10 mil pesos para que le abrieran la puerta de la celda. Aunque formalmente Asuntos Internos sumarió a todo el personal de la comisaría, el expediente fue benévolo con los señalados de haber participado en el peaje de la cerradura y resultó inflexible con el subcomisario Héctor Beccaría, molesto para los responsables de la fuga y que, además, ese día no estaba en la comisaría. Pero si la suerte de Beccaría ante la bizarra oficina anticorrupción es un desopilante botón de muestra, el destino de sus testigos, más que botón parece una mercería. La que sigue es la historia de terror de esos testigos caídos en desgracia.
Viene al caso recordar que la comisaría de El Palomar o 6ª de Morón responde a la Departamental de Morón, que para la fecha de la fuga estaba a cargo de Alberto Sobrado, actual jefe de jefes de la Bonaerense. El titular de la seccional era Marcelo Andrade, vinculado a Sobrado, tan vinculado que estando formalmente sumariado por la fuga fue ascendido sucesivamente a jefe de la DDI de La Matanza y en la última promoción a 2º jefe de la Dirección de Sustracción de Automotores.
También viene al caso recordar que el cabo primero Mario Barrios –de guardia el 13 de octubre, día de la fuga– fue denunciado por los familiares del “Enano” Ramón Quinteros (a la sazón, el prófugo) como quien recibió los diez mil pesos y quien abrió la puerta. Detenido días después, Quinteros, al reingresar a la comisaría, lo hizo gritando: “¡Barrios hijo de puta, me cagaste diez mil pesos!”. Si bien la suerte inicial de Barrios ofrecía inmejorables perspectivas (sumariado, fue ubicado como jefe del servicio de calle de la comisaría Santa Brígida, de General Rodríguez), terminó pasado a disponibilidad por la fuga. La medida preventiva recién se decidió el 6 de marzo pasado, dos años y medio después del incidente que motivó el sumario y días después de que Página/12 publicara el botón de muestra. Nada indica que se avance con rigor sobre jerarquías superiores, salvo sobre Beccaría.
Asuntos sucios, trapitos internos
La suerte más favorable para los testigos presentados por Beccaría en el sumario 2089, por el que se investiga la fuga, fue el congelamiento, el pase a tareas administrativas o el permanente cambio de destinos. A una agente le fue peor: la cesantearon exhumando un sumario prescripto y en el que jamás se probó nada. Otro terminó preso por una supuesta violación (ver aparte). Un agente prefirió seguir carrera borrado del horizonte. Otros dos no volvieron a hablar: contrajeron sendos y sorpresivos suicidios.
Desde el inicio, esas suertes tuvieron que ver con lo que se jugaba en el sumario 2089: la fecha de la fuga. Andrade sostuvo que se produjo el domingo 15 de octubre. Beccaría, el viernes 13. La fecha era clave porque Andrade estuvo a cargo de la comisaría el 13 y Beccaría el 15. Curiosamente, el sumario partió de la base de que Andrade estaba en lo cierto. Aunque, más de un año después, el 28 de noviembre de 2001, la Dirección de Dictámenes, en su resolución 1415, dio por hecho que la fuga ocurrió como sostenía Beccaría; el sumario no pareció cambiar demasiado. Andrade siguió subiendo peldaños, igual que Sergio Daniel Sánchez y César Ramón Páez, ascendidos a oficial inspector y ayudante, respectivamente, en enero pasado. Sánchez era el oficial de servicio el día de la fuga. Páez, ayudante de guardia. Ambos, junto con el cabo cerradura Barrios, coincidieron con la versión del protegido Andrade.
No ocurrió lo mismo con los testigos de Beccaría:
- Mariano Walter Yonis. Cabo primero, guardia de los calabozos el 14 y 16 de octubre. Negó que Quinteros pudiera fugar a través de los pasaplatos de las puertas, según aseguraba Andrade. “Ni siquiera pasa un pote de helado de tres litros”, dijo Yonis a los de AI. Negó que alguien pudiera salir “sin ser advertido por un efectivo. Alguien le abrió la puerta”. También aseguró que los detenidos fueron presionados para confirmar la versión de Andrade. Y reveló que el primero que aportó la versión de la fuga dominguera era “El Chaca” Fernández, un preso con “trato especial de parte de Andrade”. El 20 de marzo de 2001, a Yonis le robaron su auto, un Renault 4 modelo ‘76. Sospechó que el robo tenía relación con su declaración y lo denunció ante AI. Yonis no pudo ver resultados: con ocho años de policía, apareció muerto por un autobalazo accidental.
- Gabriel Nasser Giulanelli. Agente, de guardia el 13 durante la tarde (la fuga ocurrió a la medianoche). Igual que Yonis, confirmó la estrechez de los pasaplatos y que alguien abrió la puerta. Se quejó de Barrios, porque “puso en juego el trabajo de todos sus compañeros”. Le llamó la atención que al “Enano”, tras su captura lo hubieran trasladado a la 1ª de Morón, donde inicialmente fue destinado Barrios. Declaró que por comentarios sabía que “Andrade y Sobrado eran amigos”. Sostuvo que un detenido de apellido Segovia le aseguró que Quinteros había fugado el viernes 13 y que luego Segovia fue golpeado. Un mes y medio después, Nasser viajaba en auto y al llegar al peaje de Vergara y Acceso Oeste, se cruzó con el suboficial mayor Osmar Balbastro. Nasser denunció que Balbastro lo amenazó, que le dijo “sos un traidor” y que le hizo el gesto de la soga al cuello. Tres días después, a Nasser le robaron su Taunus ‘82 de la puerta de su casa, a cinco cuadras de la Departamental Morón. Hoy, Nasser sigue siendo agente en la 3ª de Castelar y prefiere no hablar.
- Sabino Serrano. Cabo primero. No trabajaba en la 6ª de El Palomar, pero tuvo la mala suerte de que conducía el auto en que viajaba Nasser el día de las amenazas. En su denuncia, Nasser lo presentó como testigo. Nunca llegó a ser citado a declarar: Serrano no sufrió un autoaccidente pero murió de un balazo en la cabeza tras una sorpresiva autodepresión.
- Teodocia Coronel. Agente. Ingresó en la policía en el ‘94. En el ‘96, en la comisaría de Merlo, se topó con el ex comisario Pedro Cisneros. Según dijo Coronel a Página/12, Cisneros tenía pretensiones “especiales” con ella. La agente lo denunció por acoso sexual ante la Justicia. Tres días después, Cisneros le abrió un sumario por supuesto abandono de servicio. Jamás se pudo probar nada y en el ‘99 el sumario prescribió. Pero el 16 de octubre de 2001, dos días antes de abandonar el cargo, el entonces ministro de Seguridad bonaerense Ramón Verón ordenó su cesantía por una falta jamás demostrada, en un sumario prescripto dos años antes, y con una sanción excesiva (por abandono de servicio corresponden unos días de arresto). Resulta difícil no asociar: el día en que recapturaron al “Enano”, Coronel custodió a Melina Guerra, pareja de Quinteros. Coronel declaró ante AI lo que escuchó de boca de la custodiada: que Barrios abrió la puerta después de cobrar 10 mil dólares. Tras la declaración, a Coronel le aplastaron el auto con una camioneta. Repuesto por el seguro, se lo robaron.
- Martín Drago. Oficial subinspector. De servicio durante la guardia de Beccaría. Declaró que su primer testimonio lo hizo presionado por Andrade, bajo la amenaza de ser trasladado a Mar del Plata o ser expulsado de la policía. Fue de la partida que recapturó a Quinteros. Drago dijo que en el viaje de vuelta, el “Enano” le comentó que se había escapado el viernes 13 y que había pagado diez mil dólares a Barrios. Igual que el resto, contradijo en todo la versión del protegido Andrade. Denunció que el mismoAndrade lo trató de “traidor” y que le aseguró “que en Asuntos Internos está todo arreglado”. Declaró haber escuchado a Andrade recriminarle al sargento Moya (también de la partida que capturó a Quinteros): “¿Por qué no lo mataste?” Desde hace cinco años, Drago sigue siendo oficial subinspector, con arrestos cada quince días.
- Julio Potes. Sargento. Declaró a favor de Beccaría y colaboró en la investigación. Hace años que sigue como sargento, ahora en Merlo, Oficina de Expedientes.
- Carlos Almaraz. Oficial ayudante. Desde que declaró en contra de Andrade, su destino más habitual son los arrestos.
- Héctor Genoled. Sargento primero. Igual que el resto, pero archivado en el depósito de secuestros judiciales de Avenida Márquez y ruta 21.
Por último, el caso del oficial Juan Luna demuestra la ilimitada imaginación de la Bonaerense: está preso y a la espera de un juicio oral (ver aparte), acusado de una supuesta violación cometida después de declarar contra Andrade ante los muchachos de A.I. Adivine a favor de quién declaró.
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