SOCIEDAD
› RAFAEL SOTOCA, COORDINADOR DE MÉDICOS SIN FRONTERAS EN LA ARGENTINA
“La acción humanitaria no llega en barco de guerra”
Una misión de Médicos Sin Fronteras, encabezada por el presidente de esa organización, el noruego Mortens Ronstrup, se encuentra en la capital bombardeada de Irak. Rafael Sotoca, coordinador del MSF en Argentina, subrayó la diferencia entre la verdadera acción humanitaria y las acciones de logística de los ejércitos.
› Por Luis Bruschtein
Rafael Sotoca, médico español de 31 años, es el coordinador de Médicos sin Fronteras en Argentina, donde esta organización no gubernamental, ganadora del Nobel de la Paz en 1999, está realizando una acción de emergencia para el acceso de la población a medicamentos esenciales en las provincias de Salta y Jujuy. Como parte de MSF, Sotoca estuvo anteriormente en misiones en Colombia y en la guerra de los Balcanes. El presidente de la organización se encuentra al frente de una misión de emergencia en Bagdad. “Nos interesa que se diferencie la acción humanitaria que realizan organizaciones como la nuestra, de la acción logística de los ejércitos en conflicto”, señala. “Los medios hablan de acción humanitaria y no diferencian si la lleva a cabo un regimiento de marines o gente como nosotros. La acción humanitaria –subraya– es neutral, imparcial e independiente; lo otro es acción logística de los ejércitos.”
–¿Cómo se incorporó a Médicos Sin Fronteras?
–Ya desde la época de estudiante me atrajo la posibilidad de trabajar en contextos que desde el punto de vista sanitario no fueran el mío. También la inquietud por enfrentar enfermedades que aquí no son comunes. Le pongo un ejemplo, en España, como estudiante, es imposible ver un parto, no hay una natalidad muy alta y, sin embargo, en tres meses en cualquier país de Latinoamérica puedes ver 500 o 700. Y luego fui descubriendo una realidad social que, si se quiere, me llamaba más la atención que los partos, que hace que ese tipo de encuentros sanitarios no sean ya porque vas a aprender sino porque quieres hacer un trabajo útil, que tenga que ver con mi profesión, que es la medicina.
–¿Hay misiones de Médicos Sin Fronteras en Irak en este momento?
–La mayoría está en los países de alrededor, en las zonas de fronteras hay grupos que están pendientes del movimiento de refugiados, si hay salida hacia Jordania, Turquía o Siria o si pueden preparar operativos más allá de las fronteras. Se pretendería entrar cuando las cosas estén más calmadas, porque es muy difícil entrar a una zona donde están a los tiros. Pero sí hay un equipo en Bagdad en el que se encuentra el presidente de Médicos Sin Fronteras, el médico noruego Mortens Ronstrup. Es un equipo de seis personas, un cirujano, médico, anestesista, un logista y dos traductores. Están trabajando a full en un hospital en medio de toda esa destrucción y estaban tratando de llevar un camión con provisiones de material médico y quirúrgico y también de agua, que es absolutamente necesaria. Por lo que hemos calculado, el camión debería estar llegando a Bagdad, pero vamos, todo depende de esas carreteras de Dios. La mayoría de los equipos están en las fronteras.
–¿Están en condiciones de entrar en acción en forma inmediata?
–Lo que tiene esta organización es que si hace falta una clínica móvil y te hacen falta 15 kits de emergencias para 30 mil personas y te hacen falta otras 30 personas para un campo de refugiados, en 48 horas manda todo. Los grupos que están en la frontera hacen un poco de piloto, evalúan la situación para que la reacción sea inmediata. Si mañana llega una avalancha de cien mil refugiados, entonces ellos deciden si necesitan, por ejemplo, dos aviones con dos quirófanos, dos salitas, medicamentos para 15 mil personas, agua para 30 mil. Eso habitualmente se hace muy rápido, aproximadamente en 48 horas se puede montar todo el dispositivo y ponerlo donde sea. Por lo general eso está preparado porque trabajar durante el conflicto es muy difícil por la seguridad. Además, en este conflicto están quienes quieren monopolizar la atención humanitaria, la convierten en acción política y no les interesa que nos organicemos, ellos quieren decir a quién debemos atender, a qué población sí y a qué población no.
–La acción humanitaria se convertiría en acción política, acción psicológica, en parte de la acción militar...
–Es lo que tienes que evitar. Nosotros en este caso vamos con dinero propio. Con esta guerra en Irak dijimos que no íbamos a aceptar dinero institucional de gobiernos que estuvieran con una de las partes en conflicto. Ya dijimos que no íbamos aceptar financiación del gobierno español y ninguna de las secciones aceptó nunca dinero de países en conflicto, porque si no te conviertes en parte de la política de ese conflicto, en logística del ejército. Y nosotros luchamos para que no se confunda la acción humanitaria con la acción logística del ejército. Que el ejército de España lleve su médico a Afganistán, su hospital de campaña, eso no es acción humanitaria, es acción logística. Se habla de que cualquier acción en salud es humanitaria y no es así. Humanitaria es cuando se rige por el derecho internacional: tienes que ser imparcial incluso financieramente. En este conflicto la manipulación de la información sobre este tema creó mucha confusión y nos duele. Los medios dicen: “va el contingente humanitario” y da lo mismo que sean paracaidistas de la 103ª división de Wisconsin o gente como nosotros que va descubierta, sin armas, sin protección, sin nada. El uso del término “humanitario” por parte de los Estados para definir parte de la acción militar es absolutamente interesado. La acción humanitaria no llega en un barco militar.
–¿Cómo se tomó la decisión de que el presidente de MSF se asentara en Bagdad?
–Cuando se produce el conflicto, se reúne la sección internacional y llega a la conclusión de que hace falta un equipo en Bagdad, pero que además, por el carácter del conflicto y los países que están involucrados, hace falta que sea una presencia importante, no solamente técnica, un cirujano, un anestesista o un médico, sino que además sea el presidente de la asociación.
–¿Tienen alguna información sobre cómo está trabajando?
–Ahora mismo lo que sabíamos es que iban a intentar hacerles más caso a los medios de comunicación porque había una gran demanda para saber lo que se necesitaba y lo que estaba pasando en Bagdad. Sabemos que están trabajando en un hospital de la capital iraquí, que estaba saturado de trabajo, a full, que tenía una necesidad de insumos grande. Tenían un stock en Bagdad de 15 emergencias, que son cajas en las que pones medicamentos para 15 mil personas para 15 días, material quirúrgico para 300 cirugías menores y demás. Sé que pidieron más y sé que no los pedirían si no las necesitaran, ya que tienen que atravesar 400 kilómetros de zona bélica. Antes habían pedido diez toneladas de material y estaba llegando desde Ammán. En el material va un kit de potabilización de agua. También pidieron material para atención de quemados. Y sabemos que hasta la semana pasada estaban bien, según nos informaron desde la central.
–¿Cómo surgió el proyecto de Argentina?
–Bueno, a veces uno está tan metido en sus cosas que no se entera de lo que pasa y creo que con Argentina nadie se ha enterado hasta que, de repente, alguien dijo: “Oye, allí está pasando algo gordo, habrá que ir a ver”. Cuando confirmaron que estaba pasando algo gordo, nadie lo podía creer, porque la idea de este país que tenemos en España es la del trigo y las vacas y a nadie le entraba en la cabeza que aquí pasaran las situaciones que pasaron. Bueno, entonces se manda una misión para explorar que puede durar dos o cuatro meses. Viene un equipo que sobre todo hace una evaluación de indicadores sanitarios, de mortalidad, morbilidad, cobertura vacunal y con eso se hace un diagnóstico de situación aproximado y se plantea si tenemos algo que aportar a esa situación. Aquí lo que más llamó la atención del equipo fue la falta de acceso a los medicamentos por parte de sectores muy grandes de la población, sectores de la población que se habían convertido en marginales de manera muy llamativa, esa gente no tenía prácticamente ningún acceso al tema de los medicamentos.
–¿Estudiaron las causas del problema?
–Hay que tener en cuenta que las acciones del MSF son para superar emergencias, no podemos resolver cuestiones estructurales, ya que esa responsabilidad es de los actores locales. Las causas son muy complejas, pero esencialmente es la infinidad de barreras que tiene que superar una persona, que además no tiene ningún ingreso, para conseguir un medicamento esencial. Cuando hablamos de medicamentos es importante diferenciar un medicamento para los granos en la cara o para adelgazar, de un antibiótico para una neumonía o para no morirse de sida en tres meses. Eso es un medicamento esencial. Fue lo que más llamó la atención. Entonces se planteó una acción de emergencia con donaciones a hospitales públicos de referencia de Orán y Jujuy, que atienden más o menos a unas 220 mil personas. Lo primero que hicimos fue llenar los estantes de las farmacias de los hospitales. Se contaba con que el Plan Remediar haría algún apoyo, nosotros le dijimos que hacía falta de medicación en atención primaria. Entonces la primera parte de la operación aquí fue llenar farmacias.
–¿Y qué medicamentos son?
–Son los básicos, antibióticos, amoxicilina, antiparasitarios que son importantísimos para la región, medicamentos para la piel. Es una lista muy básica de la OMS. Además vimos que había problemas en lo que es la gestión básica de medicamentos dentro del hospital. Es difícil que un hospital que tiene 250 camas lleve un control bueno de lo que insume con fichas de papel. Hemos conseguido programas informáticos para hospital. Y luego una preparación que queremos facilitar. Aquí en Argentina hay un grupo de profesionales farmacéuticos muy bueno, que se llama Gapurmed (Grupo Argentino Para un Uso Racional de Medicamentos) que tiene sede en La Plata. Ellos vienen desarrollando esta idea en la Argentina. Hay una frase en farmacología que dice que un medicamento, cuanto mejor es, también es más peligroso. Una de las cosas que llamó la atención es que Argentina tiene muy buenos profesionales y muchas veces lo que falla son los sistemas.
–Lo que sucede también en Argentina es la corrupción, y puede ser que el medicamento llegue gratis y luego se venda...
–Bueno, en este tipo de proyectos siempre hay alguien que está en los lugares donde se distribuyen los medicamentos. En una población como Jujuy, es alguien que está todos los días, ve cómo se distribuyen, calcula los consumos, pasa por las farmacias, habla con la gente de los centros de salud y con los pacientes. Previamente hicimos una campaña de prensa en la zona para que la gente se enterara de que los medicamentos estaban disponibles. Si hay alguna irregularidad, te enteras y en eso nosotros somos tajantes. Este programa empezó en noviembre del año pasado, creo que hemos acertado en lo que se consumía, ahora estábamos evaluando la instalación del software. Es evidente que así no se soluciona el problema de fondo. Pero nuestra función es reaccionar frente a una emergencia.
–¿Antes de llegar a la Argentina estuvo en otras misiones con Médicos Sin Fronteras?
–Antes de Argentina estuve en Colombia, en la zona sur, la zona de la selva, con un proyecto de asistencia móvil, con equipos móviles de médico, logista y vacunador. Ibamos con dos o tres coches por la selva de pueblo en pueblo ofreciendo una atención a la que esos poblados no pueden acceder, a las que no puede llegar el gobierno porque está la guerrilla, ni la guerrilla porque no tiene medios o porque están los paras. El único medio para que llegue asistencia sanitaria es a través de grupos de este tipo. Hay que llegar a un pueblo en medio de la selva donde hay 500 críos que no están vacunados y en cinco días tienes que hacer los trabajos de vacunación, de prevención, de parásitos, toda la revisión.
–¿Ustedes tenían centro en Bogotá, en la capital?
–No, estábamos directamente en una ciudad del sur, en Florencia. Habíamos hecho una especie de pequeña oficina y allí teníamos los coches, y los equipos. De allí salían dos equipos móviles, uno hacia el norte y otro hacia el sur, recorriendo por períodos de una semana diferentes pueblos. Primero nos contactábamos con los líderes comunales. Nuestra presencia en esos pueblos también operaba como una forma de protección. Porque antes de llegar tú informas a todos los sectores armados para quenuestra presencia tenga transparencia. Entonces, mientras nosotros estábamos allí el pueblo estaba protegido.
–¿Sentían mucho la presión de la violencia?
–Es uno de esos proyectos en los que se está encantado, pero es agotador, porque estás las 24 horas pendiente de no tener un encuentro. En realidad, encuentros tienes todo el tiempo, pero se trata de no tener un encuentro malo. Los actores están allí, si tú vas por la carretera, te paran y hablas con la guerrilla, con los paras y con los militares y procuras que todo el mundo entienda que eres ajeno a su conflicto y que lo único que te preocupa es llegar hasta ese pueblo, hacer el trabajo sanitario y regresar a tu casa hasta la siguiente vez. Explicar eso 100, 500 o 700 veces es cansador. Y explicarle a un tío que anda con un Kalashnikof o un M26 siempre tiene su emoción. Eso hace que a la gente que tenemos en esos lugares no la dejemos más de un año. Porque además hay una cuestión de relajo. Cuando llevas más de un año en una situación así, al principio estás muy tenso, pero luego te relajas y ahí vienen los problemas. Allí los horarios de los equipos son muy estrictos. Sabes que a partir de las seis de la tarde no puedes salir de casa, antes de las seis de la mañana tampoco, no puedes pernoctar fuera... Las normas de seguridad son muy estrictas y después de muchos meses o acabas perdiendo de los nervios, o acabas olvidándote de todo y es cuando tienes un problema.
–¿Recuerda alguna situación en particular de riesgo muy fuerte?
–Yo siempre que veo un tío con un Kalashnikof me siento en peligro. Antes de Colombia estuve en alguno de los conflictos de los Balcanes. Toda la gente que está en el terreno, milicianos, guerrilleros, son personas muy jóvenes. Gente que a determinadas horas del día además bebe, y no hay nada más peligroso que un tío de 18 años, tomado, con un fusil, decidiendo quién pasa y quién no en una carretera, y si tú eres un espía yanqui o si eres un humanitario y si entiende el concepto de lo que es acción humanitaria o si alguien le ha hablado alguna vez de derecho internacional. Eso es muy peligroso. Y he tenido muchos encuentros de esos, con gente que está muy nerviosa, que sabe que cerca hay lío y no saben si dejarte pasar o tirarte a la cuneta y eso lo notas y te asusta.
–¿Esa situación era permanente?
–Sí, lo que pasa es que nosotros estábamos trabajando en Colombia en la zona que se llamaba de “distensión”, la zona desmilitarizada, y allí los había de todos a una distancia de 500 metros. Hacías un viaje de cien kilómetros y encontrabas un retén de la guerrilla, otro de los paramilitares, uno del ejército y otro de la guerrilla y más y además todos nos decían “diles que estamos aquí”. Joder, muy complicado todo.
–¿En qué parte de los Balcanes estuvo?
–En la crisis de refugiados de Kosovo, con un proyecto sanitario, intentando hacer que el regreso de los albaneses a Kosovo fuera ordenado y no hubiera ningún problema y antes en un campo de refugiados en Croacia, en la primera guerra de los Balcanes. Era un campo de refugiados donde había población serbia, croata y musulmana y vivían allí como podían mientras sus compatriotas se mataban.
–¿Cuándo se fundó Médicos sin Fronteras?
–Existe desde hace 30 años, se fundó en 1971. Surgió de médicos de la Cruz Roja Internacional en Africa. La Cruz Roja tiene un mandato de asistencia, pero no de dar testimonio de lo que ve. Esos médicos que vieron lo que pasaba allí, cuando regresaron a Francia decidieron que además había que contarlo. Hay que asistir a las personas, llevar medicamentos, curar y demás, pero si hemos visto un genocidio, hay que contarlo. De ahí surge la idea de Médicos Sin Fronteras, como asistencia más testimonio. Vamos a vacunar, pero además decimos, señores gobernantes o señores políticos, ese niño no ha sido vacunado. Damos testimonio para que alguien asuma la responsabilidad, porque nosotros no tenemos la responsabilidad de vacunar a los niños de Africa o América latina. No somos responsables de cambiar la política en ningún país, pero si venimosa la Argentina y vemos que hay un problema con los medicamentos, lo dices, porque lo estás viviendo, porque estamos comprando medicamentos a un precio abusivo y tenemos dificultades porque vemos que no se administran adecuadamente en los hospitales y hay problemas burocráticos para que haya, por ejemplo, un intercambio de medicamentos entre laboratorios públicos. Eso dificulta el acceso de la gente a los medicamentos, nosotros lo vivimos, lo decimos y alguien tiene que asumir la responsabilidad de cambiar las cosas. Médicos Sin Fronteras surgió con esa idea, fue creciendo y ahora está en 85 países. Y en 1999 nos dieron el Nobel de la Paz. En este momento hay 2500 expatriados entre médicos y colaboradores que trabajan en proyectos en países distintos de los suyos y en total tiene 15 mil personas en todo el movimiento internacional. Neutralidad, imparcialidad, independencia a la hora de actuar son un poco los principios de la acción humanitaria de MSF.
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