SOCIEDAD › UNA MUJER PIDIó DETENER AL GAVILáN DE UN VECINO QUE LE MATó AL LORO
En Metán, Salta, una mujer denunció al gavilán de un vecino porque le había matado a su loro Pedrito y pidió que lo detuvieran.
› Por Horacio Cecchi
Cuando la mujer entró en la Comisaría 30ª de San José de Metán para presentar la denuncia, el funcionario policial a cargo no se sorprendió del todo, digamos, como sí se hubiera sorprendido cualquiera de ustedes o incluso el autor de estas líneas. La mujer, una vecina de 77 años, presentaba una denuncia (y pedido de detención) del gavilán pollero de un almacenero, que le había transformado en un almohadón desplumado a su loro Pedrito.
Según fuentes policiales, la denuncia fue tomada como si nada (“Se llevó mi polla el gavilán pollero/ la pollita que más quiero”, canturreó en voz baja el uniformado, después de que la mujer terminó su exposición), y luego de las primeras averiguaciones en sede policial, la causa terminó trasladada a la fiscalía de turno. La cuestión, es decir, el pedido de prisión al gavilán psitacidacida (matador de psitacidas o loros, como la víctima Pedrito) llegó a la fiscalía 1 de Metán, a cargo de Sergio Castellanos.
La denuncia fue presentada por la vecina Luisa Elvira Fernández, de 77 años, tutora o encargada de la víctima Pedrito, según trascendió de fuentes tribunalicias. El off de la fiscalía de todos modos no tenía sentido: Metán, con una población de menos de 30 mil habitantes, ya había desparramado en el correveidile los pormenores del drama que había vivido el pobre Pedrito, muerto a picotazos cual Prometeo encadenado.
El fiscal Castellanos, sin dejarse presionar por el boca en boca vecinal, sin siquiera enviar al escenario del crimen aunque fuera un perito ornitólogo que analizara huellas, complicidades, arma ornitocida e incluso móviles del crimen, dispuso archivar la causa sin más. La ausencia de medidas provocó consternación en la tutora o encargada, que decidió arremeter contra la costumbre de las ventanas giratorias de la Justicia. Ayer, una semana más tarde del horrible final de Pedrito, Fernández se presentó en las dependencias tribunalicias y aportó aquello que la Justicia le había negado: dos testigos, cuyos nombres no serán proporcionados por este diario, que según allegados a los familiares de la víctima aportaron una serie de datos que apuntaban indudablemente, según estas mismas fuentes, hacia el presunto psitacidacida, el gavilán pollero, o Accipiter nisus para los expertos.
“Es verdad –confió a este diario una fuente cercana a la investigación–. Los testimonios fueron incorporados a la causa. Uno de ellos declaró haber visto al ave presunta asesina en los fondos de la propiedad de la denunciante.” El otro testimonio, un poco más endeble, dijo haber visto cantidad de plumas verdes desparramadas en el lugar (aclaró que no había aportado a la denuncia porque creyó que se trataba de un almohadón de duvet destrozado por el propio Pedrito).
Por otro lado, Fernández aportó una prueba casi irrefutable de que se trataría, según la querella, de un crimen calificado por indefensión de la víctima: “Pedrito no volaba, solamente caminaba o daba saltitos –declaró la denunciante– de un palito a otro, de un hombro a otro, de la mesa al respaldo de la silla, pero no volaba”.
Es de imaginar el horroroso final de la víctima cual video de depredadores, huyendo de palito en respaldo mientras el presunto depredador ornitocida lo atacaba sin necesidad, artero, a picotazo limpio en vida, desde el aire. La mujer, además, presentó indicios de la complicidad de un almacenero del barrio, que sería dueño del gavilán pollero sospechado. Es más, uno de los testigos aseguró haber visto cómo el ornitocida habría levantado vuelo llevando al exánime Pedrito entre sus garras y que lo habría entregado al mentado almacenero, siempre según la querella, quien lo habría arrojado debajo de un vehículo con el supuesto objetivo de encubrir el crimen de su pupilo.
Nada de esto conmovió al Ministerio Público de Metán. Aunque ralee la esperanza en que se haga justicia, motivos tienen. A principios de diciembre, al norte de Salta, en General Mosconi, un gallo apellidado Cleto, que según afirman ponía huevos, provocó el divorcio de sus dueños porque la mujer decía que era ave de mal agüero.
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