Lun 06.02.2012

SOCIEDAD  › EL BIBLIOMóVIL EN LA COSTA ATLáNTICA, COMO CAMPAñA NACIONAL DE PROMOCIóN DE LA LECTURA

Los libros salen a buscar a sus lectores

Desde hace ocho años, el programa Sumergite en la Lectura recorre diferentes ciudades del país. En Mar del Plata, los Bibliomóviles estuvieron en plazas y playas por segundo año consecutivo. La idea es descentralizar las bibliotecas y difundir la lectura.

› Por Emilio Ruchansky

Desde Mar del Plata

Entre las playas sureñas de San Jacinto y la Serena, en un costado de la reserva forestal desde el que se aprecian el mar y los acantilados, se instala el Bibliomóvil marplatense. Como si fuera un oasis para los amantes de la lectura, de improviso, dos señoras bajan desde los médanos a la playa repartiendo volantes para invitar a retirar novelas, cuentos, libros infantiles, de ciencia y política. “Llegamos inesperadamente, y en vez de repartir propaganda, prestamos libros sin exigir documentos, aunque si los traen mejor”, dice Sonia de Francisco, voluntaria de este programa llamado Sumergite en la Lectura de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip). “La idea es descentralizar las bibliotecas, nosotros instalamos kioscos para lectores en varias plazas de la ciudad”, agrega Luis Reales, secretario de Cultura de Mar del Plata.

Este es el segundo año que el Bibliomóvil recorre las costas y el continente del partido de General Pueyrredón, aunque el programa funciona hace ocho años en varios puntos del país. La clave del programa, cuenta De Francisco, es asociarse con otras entidades barriales; esta vez lo hicieron con Verde Mundo, una organización de San Jacinto que denuncia la usurpación privada del espacio costero y se encargan de proteger la reserva forestal. “Buscamos ante todo resaltar el espíritu comunitario y aprovechar otras movidas, somos una especie de teloneras”, dice la voluntaria.

El sistema de préstamos es bastante flexible y cubre distintos perfiles de lectores, desde niños hasta adultos mayores, e involucra lecturas con micrófono también. El Bibliomóvil estaciona durante cuatro o cinco horas, y las obras son lecturas cortas, aunque suele ocurrir que alguien no quiera desprenderse de libro porque pretende terminarlo. “Entonces les decimos que se los queden y lo devuelvan en la biblioteca pública, en 25 de Mayo y Catamarca, de 9 a 20. Pasa seguido”, comenta De Francisco.

Los libros son de editoriales nacionales, algunos bastante nuevos como los relatos de John Cheever, los artículos del Journal do Brasil de Clarice Lispector –“Revelación de un mundo”– o Estambul, Ciudad y recuerdos, de Orhan Pamuk. También hay novelas de Jack Kerouac, Thomas Mann, Carlos Fuentes, John Berger, Césare Pavese, Juan Carlos Onetti y Doris Lessing. Entre los autores nacionales están Osvaldo Soriano, Juan Filloy, Julio Cortázar, Héctor Tizón, Osvaldo Bayer y Abelardo Castillo.

De la camioneta que contiene los libros, una trafic anaranjada, se sacan los ejemplares en cajones, para exhibirlos como en una feria. De hecho, muchos lectores se acercan para preguntar si se venden los libros. La biblioteca también incluye ensayos literarios y políticos: Rodolfo Walsh, La palabra y la acción, de Eduardo Jozami; varios estudios sobre Arturo Jauretche; Ultimas noticias de Perón y su tiempo, de Rogelio García Lupo, y todos los tomos de Las izquierdas y el problema nacional, de Rodolfo Puiggrós.

Mientras algunas familias se reúnen alrededor de los libros, como si estuvieran en un fogón, desde el Bibliomóvil se oye un dúo de guitarra y charango, compuesto por Daniel Tur y Pablo Drago, que recita leyendas del norte argentino. “También proyectamos cine, gracias a un convenio con el Incaa, y hacemos talleres de plástica, percusión y fotografía, donde se enseña el punto de vista, encuadre y composición y al final se imprimen los trabajos en la camioneta”, repasa la coordinadora de los talleres, Sonia Sarión.

El primer programa de bibliotecas rodantes en Mar del Plata comenzó en 1967, cuando Sonia de Francisco era directora del área en la Municipalidad de General Pueyrredón. Cuando se retomó, comenta, ya había una experiencia acumulada en la ciudad. Según ella, los lugares de la ciudad donde más se lee son las playas alejadas como Playa Estrada, Sierra de los Padres y también Parque Camet. “Chapadmalal y el Parque Las Dalilas, al norte de la ciudad, también son clave”, agrega.

Cada lunes, en la web de la Conabip se puede seguir itinerario semanal del Bibliomóvil. Más allá de las bibliotecas populares, que son apoyadas por este programa, Mar del Plata tiene 34 bibliotecas municipales que se descentralizan en varias plazas. Según repasó el secretario de Cultura, Reales, son las plazas Tomás Espora, en Joaquín V. González y Storni; Revolución de Mayo, en Libertad y Marconi; y una plaza seca, en 25 de Mayo y Catamarca, entre otras. “Ahí prestamos libros de 9 a 15, pero si se asocian se los pueden llevar por 15 días”, dice Reales.

Conabip tiene una biblioteca popular de cabecera en cada distrito, dice De Francisco, en Mar del Plata es Juventud Moderna, que acaba de cumplir 100 años y fue fundada por anarquistas y socialistas. “El lugar predilecto de lectura siguen siendo las playas, muchas veces la gente se acerca a donarnos libros que acaban de leer –dice la voluntaria–. Nosotros somos muy flexibles con los préstamos, si no nos devuelven los libros... bueno, preferimos que se los queden antes que perseguirlos.”

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