En menos de 16 horas, en una seguidilla mortal, cuatro policías fueron asesinados en distintos puntos de la provincia de Buenos Aires. Entre ellos, un comisario retirado, que fue acribillado a balazos en las cercanías de la localidad de Lobos, cuando intentó evitar que le robaran su camioneta. Los hechos despertaron inquietud, al punto que el gobernador bonaerense, Felipe Solá, se reunió con la plana mayor de la policía provincial para analizar la situación. “Hay preocupación del gobernador por los hechos, ya que llamó mucho la atención y causó extrañeza la casi simultaneidad y que las víctimas fueran efectivos policiales”, relató una fuente del gobierno provincial, quien no descartó una intencionalidad política en los hechos.
La muerte de un policía es algo que la fuerza ya tiene casi asimilado. Pero cuando matan a cuatro en menos de 16 horas las cosas comienzan a volverse preocupantes, sobre todo si tres de ellos no cayeron en un enfrentamiento, sino cuando intentaron evitar que les robaran sus propios vehículos. Por eso, la plana mayor de la policía provincial se reunió con el gobernador y con el ministro de Seguridad, Juan Pablo Cafiero, para analizar los casos. En principio, todo hace presuponer que se trata de episodios aislados, pero no dejó de llamar la atención el poco tiempo transcurrido entre los asesinatos.
“No se descarta que hechos como los ocurridos en las últimas 24 horas tengan alguna intencionalidad de provocar mayor temor en la sociedad y plantear supuestos síntomas de debilidad en el sector político e incluso dentro de la propia fuerza”, explicaron desde la gobernación.
El primero de los crímenes ocurrió el lunes a las 19, cerca de Lobos, cuando el comisario inspector retirado de la Federal Héctor Etcheverry intentó evitar que un grupo de delincuentes le robara su camioneta. Mientras huía le pegaron tres tiros. Murió en el hospital.
El segundo caso fue el del suboficial retirado Juan Pozzi, quien cayó muerto luego de forcejear con un joven que intentó robarle su auto. Al parecer, Pozzio estaba abriendo el portón de su casa, en la localidad de Villa Pineral, cuando un muchacho de 18 años le arrebató las llaves de su Volkswagen Gol e intentó huir con él. Sin embargo, el auto no encendió, lo que le dio tiempo a Pozzi para saltar sobre el joven e intentar detenerlo. En el forcejeo, el chico tomó el arma del suboficial y lo mató.
Más tarde, a varios kilómetros de allí, el sargento Juan Carlos González fue víctima de un episodio similar al de Etcheverry: murió cuando intentó evitar que le robaran su auto, en Los Polvorines. Por último, ayer cerca del mediodía fue asesinado a balazos el suboficial de la policía bonaerense Rubén Monzón, cuando quiso evitar un asalto en Moreno. Era el único de los cuatro que estaba en servicio.