SOCIEDAD
› EL RIESGO DE QUE LOS BEBES AUMENTEN MUCHO DE PESO
Cómo crear futuros obesos
Un estudio hecho en Estados Unidos revela que los bebés que más engordan en los primeros meses corren más riesgo de ser obesos cuando crezcan. Aquí, la obesidad infantil tiende a ser epidemia.
› Por Pedro Lipcovich
Los bebés que más aumentan de peso corren más riesgo de ser obesos cuando crezcan, independientemente de lo que hayan pesado al nacer. La explicación estaría en que, durante los primeros meses de la vida, se fijan pautas de conducta alimentaria que difícilmente cambiarán. Así lo indica una de las tres amplias investigaciones sobre niñez y obesidad que se dan a conocer este mes en Estados Unidos. La segunda, sobre chicos de 2 a 8 años, sugiere que los de más estatura tienen más probabilidades de llegar a ser gordos cuando sean grandes. La tercera señala el aumento de adiposidad entre los 2 y los 11 años como “relevante para el desarrollo de la obesidad adulta”. Todos estos estudios testimonian la creciente preocupación por la obesidad infantil, que ya es epidemia en Estados Unidos y tiende a serlo en la Argentina, donde “en los próximos 20 años se traducirá en graves problemas de salud pública”, según un especialista.
El primero de los estudios fue efectuado por un equipo dirigido por Nicolás Stettler, con investigadores de la División Nutrición del Children’s Hospital of Philadelphia y el Centro de Epidemiología y Bioestadística de la School of Medicine de la Universidad de Pensilvania. Los datos se tomaron de un vasto seguimiento multipropósito de casi 30.000 niños, efectuado entre 1959 y 1965 en 12 lugares distintos de Estados Unidos. De ellos, los datos de 19.397 participantes eran suficientes para el propósito de “determinar si la ganancia veloz de peso en la temprana infancia se asocia con un estado de sobrepeso en la niñez”.
La conclusión fue que “la ganancia rápida de peso durante los primeros cuatro meses de la vida resultó asociada con un aumento en el riesgo de sobrepeso a los 7 años de edad, independientemente del peso al nacer y del peso alcanzado a la edad de un año”.
Los datos obtenidos están en sintonía con investigaciones de laboratorio donde se constata que ratones sobrealimentados durante las primeras semanas de vida tenderán en la adultez a sobrealimentarse y devenir obesos. La teoría resultante es la del imprinting nutricional: las pautas tempranas de conducta alimentaria tenderán a permanecer fijas durante el resto de la vida. La mejor respuesta comunitaria, según los investigadores, es promover la lactancia del pecho materno.
El segundo estudio a largo plazo procuró establecer relación entre la estatura en la infancia y el peso en la edad adulta. Fue efectuado por la División Nutrición del Centro de Control y Prevención de Enfermedades, en Atlanta, Georgia, y por el Centro de Salud Cardiovascular de la Tulane University, New Orleans. Participaron 1055 chicos de entre 2 y 8 años, que fueron seguidos durante un promedio de 18 años. La conclusión fue que “aunque estos resultados necesitan ser confirmados en otros estudios, es posible que la información sobre estatura en la infancia pueda utilizarse para identificar más precisamente qué niños tienen más probabilidades de ser obesos en su vida posterior”.
Según observan estos investigadores, “la temprana infancia puede ser un período crítico para el desarrollo de obesidad. Después de un rápido incremento en el índice de masa corporal durante el primer año de vida, sus niveles decrecen hasta alcanzar un mínimo entre los 4 y los 8 años de edad. El comienzo de un incremento posterior en esos niveles, durante la infancia y adolescencia, ha sido llamado ‘rebote de adiposidad’, y se ha sugerido que un rebote temprano, alrededor de los 4 años de edad, incrementa el riesgo de obesidad adulta”.
El tercero de los estudios fue efectuado sobre los indios pima, de Arizona, e intervinieron el Instituto Nacional de Diabetes (Phoenix, Arizona) y el Departamento de Salud Pública de Gila River Indian Community. Un interés de esa población en particular es que sus tasas de obesidad, tanto para adultos como para niños, son claramente mayores que las de la población general de Estados Unidos, lo cual, por ejemplo, ha conducido a altos niveles de diabetes tipo 2 entre los niños. Los investigadores partieron del hecho de que “los desalentadores resultados de los intentos de tratar la obesidad, tanto en adultos como en niños, llevan a la idea de que las intervenciones más provechosas serán las preventivas”. Para prevenir hay que actuar antes de que la obesidad se declare, y para esto hay que saber cuándo empieza.
Los investigadores pudieron discernir dos períodos críticos: el primero comprende los iniciales seis meses de vida y el segundo empieza a los 2 y dura hasta los 11 años: “El aumento de adiposidad entre los 2 y los 11 años parece relevante para el desarrollo de la obesidad adulta”, por lo cual “las intervenciones efectivas para prevenir el aumento de adiposidad en este período pueden ser de particular importancia”, según los investigadores.
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