SOCIEDAD › UNA PENALISTA EXPERTA EN CáRCELES, SOBRE LA POLéMICA POR LAS SALIDAS
La diferencia entre salidas transitorias y traslados temporales. El funcionamiento de la progresión de la pena. Correcciones a una información errónea. El SPF. La ley de tratamiento. Entrevista a la abogada Florencia Arietto, especialista en el tema de las cárceles.
› Por Horacio Cecchi
“Sacan una tapa y no tienen idea de nada. Confunden salidas transitorias con permisos temporales en los que el preso es trasladado a un lugar, pero no dispone de su libertad. Hasta para ir al baño lo acompaña un penitenciario. El único efecto que va a generar la tapa de Clarín es que los pobres, que son la enorme mayoría de los presos, van a terminar sufriendo. Como pasa siempre, se perjudican los presos pobres. Ningún juez va a querer firmar una autorización para los que no pueden pagarse un buen abogado.” Florencia Arietto es penalista, integrante de la ONG Arde la Ciudad y dedicada especialmente a defender a las principales víctimas del facilismo mediático, los adolescentes menores de 18 años en conflicto con la ley.
El domingo pasado, Clarín hizo tapa con la denuncia de que desde el Servicio Penitenciario Federal se organizaba la salida de presos para participar en actos militantes del kirchnerismo. El medio hizo eje en el caso de Eduardo Vásquez, y aseguró que había tenido una salida sin autorización judicial. El Tribunal Oral 20, que lo condenó, informó que había salido con su autorización. La otra mitad de la información la corrigió Arietto.
–Se habló de salidas de presos sin autorización...
–Confunden salidas transitorias con permisos de traslados temporales. Estos son traslados de los detenidos de un lugar a otro, por circunstancias diferentes, pero que no tienen que ver con el cumplimiento de la pena.
–¿Podría dar ejemplos?
–Claro, cuando el preso está haciendo una actividad cultural, por ejemplo pintura y se la quiere exponer en un lugar. Pero también puede ser en una emergencia, que se le murió el padre y pide permiso para ir al sepelio. En estos casos, el preso no dispone de su libertad. Lo suben a un camión, lo trasladan, baja esposado, lo llevan al sepelio y cuando termina lo vuelven a subir y lo traen de vuelta al penal. El preso no dispone de su libertad, va a estar esposado y con guardias penitenciarios a su lado. Hasta si quiere ir al baño.
–Sale, pero está adentro. Es como la extensión del penal.
–Exacto. No dispone de su libertad y no hace falta que el preso haya cumplido una parte de la condena. En cambio, la salida transitoria forma parte de lo que se llama progresión de la pena. El juez recién analiza el caso después de cumplida la mitad de la condena, con datos que le van pasando desde el Servicio Penitenciario. Por ejemplo, para fomentar su reinserción en sociedad, el juez, después de analizar el caso, le concede salidas transitorias para trabajar de lunes a viernes. Esto quiere decir que el preso dispone de su libertad, desde que sale hasta que vuelve.
–¿Cómo se controla el cumplimiento?
–El encargado de controlarlo es el Patronato de Liberados, que funciona mal y por eso hay tanta reincidencia. Tiene que enviar una asistente social que verifica que el interno está cumpliendo con las pautas, está yendo a su trabajo.
–¿Por qué dice que funciona mal?
–Porque, por ejemplo, si consigue un trabajo no le procuran la documentación con facilidad. Se resume en que no lo acompañan en el proceso, no le dan el apoyo y la presencia necesaria. El Estado tiene que estar ahí para hacerle de garante, si no, ¿cómo hace un preso para que le den un trabajo?
–Volviendo a las salidas con permiso, ¿qué opina de las denuncias sobre utilización de salidas de los presos?
–Lo de Vásquez y ahora lo del barrabrava (se refiere a la información periodística sobre las salidas de Rubén Pintos) no son salidas transitorias, ni siquiera son salidas, porque son traslados, los llevan de un lado, el penal, a otro lado. Y los traen de vuelta, esposados. No hay tal utilización.
–Hace un día el tribunal oral negó que hubiera salido sin autorización judicial.
–Recibieron esa autorización porque iban a un lugar de actividad cultural afín a lo que estarían haciendo en el penal. Igual, creo que hay que modificar la ley. No es lo mismo ser asesino que ser ladrón. El asesino y el violador no tienen que tener privilegios. Por supuesto que hay que respetar sus derechos...
–Está bordeando una frontera muy polémica. ¿Haría una ley especial para personas diferenciadas del resto?
–La interpretación que hace la Corte Suprema de la igualdad ante la ley es igualdad, pero ante situaciones iguales. Un asesino o un narco no están en pie de igualdad con un ladrón. Por ejemplo, Vitete Sellanes, el ladrón del Banco Río, está condenado a 20 años y no mató a nadie, no hizo nada grave. En cambio Vásquez mató a Wanda Taddei y es irreversible. Pero le dieron 18 años, ¿cómo puede ser? Por robar con armas la condena está entre cinco años de mínimo y 15 de máximo. Y por asesinar a alguien, entre 8 y 25. No puede ser que a uno le hayan dado menos por matar que al otro por robar un banco. Si el fin de la pena es resocializador, yo quiero que se ponga toda la energía en los pibes chorros, que son la enorme mayoría de los presos, que son todos casos reversibles, y no en un violador o un asesino, o un narco. No es hurto famélico y hay que marcar diferencias.
–Volviendo al SPF. ¿Cómo evalúa su funcionamiento?
–Creo que se tortura y que hay violencia. El SPF tiene un corazón militar que perdura. Durante la gestión de Marambio fue un desastre y hay que reconocer que estuvo sostenido por el mismo gobierno. Pero ahora, Víctor Hortel está dispuesto a avanzar sobre esa formación militar. Los medios nunca se preocuparon cuando la Procuración Penitenciaria lanzaba informes de torturas. Todavía hay cuevas muy represivas, pero hay decisión de avanzar sobre ellas.
–¿Qué crítica haría a la gestión de Hortel?
–Estoy muy conforme con lo que está haciendo. Si algo le puedo criticar es que tiene que tener vocación de informar a la gente, que explique lo que hace, para que la gente sepa y lo acompañe. Porque si no te gana Clarín con tapas que no dicen nada. La gente tiene que saber e involucrarse, y para eso hay que participarle.
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