SOCIEDAD › CADENA PERPETUA A UN JOVEN POR CUATRO ASESINATOS
El caso más resonante de los cuatro por los que fue condenado Marcelo Antelo es el del estudiante Emiliano Ezcurra. Quedó desvanecida la teoría del supuesto pacto con San La Muerte.
Un joven fue condenado a prisión perpetua por cuatro asesinatos cometidos en 2010 en un asentamiento del barrio porteño de Bajo Flores, entre ellos el del estudiante de filosofía Emiliano Ezcurra. Se trata de Marcelo Antelo (24), quien según testigos había realizado un pacto con San La Muerte y fue hallado culpable de los crímenes de Ezcurra y también de Marcelo Cabrera, Pablo Zaniuk y Jorge Eduardo Mansilla, todos cometidos en el barrio Rivadavia, próximo a la villa 1-11-14.
El fallo fue dictado por el Tribunal Oral en lo Criminal Nº 27, integrado por los jueces Federico Salvá, Javier De La Fuente y Jorge Romeo, quienes fueron aplaudidos por los familiares de las víctimas tras dar a conocer su decisión.
“Siempre la Justicia nos dio miedo, pero hoy estos jueces nos demostraron que tienen sentimientos de padre, tienen hijos, hoy descansa en paz mi pobre hijo”, dijo la madre de Cabrera tras salir de la sala de audiencias. La mujer afirmó que “la prisión perpetua es lo que se merece este bastardo, es una rata de alcantarilla”. Por su parte, la hermana de Cabrera consideró que “hoy se hizo justicia” por todas las víctimas.
El abogado de la familia Ezcurra, Guillermo Stur, único querellante en la causa, dijo que por ese caso Antelo fue considerado autor de homicidio criminis causa (cometido para ocultar otro delito y lograr la impunidad), en concurso ideal con portación de arma de guerra sin la debida autorización legal.
La pena aplicada fue la misma que el letrado había requerido durante los alegatos, ya que el fiscal del juicio, Raúl María Cavallini, había reclamado 25 años por considerar que todos los hechos se encuadraban en la figura de “homicidio en ocasión de robo”.
Sin embargo, en su veredicto, el TOC 27 entendió que los crímenes de Cabrera, Zaniuk y Mansilla fueron “homicidio simple” y también lo condenaron por la “tentativa de homicidio” de Jorge Quiero, las lesiones graves provocadas a Darío Romero, un hecho de portación de arma de guerra en concurso con encubrimiento y un robo con armas en grado de tentativa.
En tanto, Antelo, alias “Marcelito”, fue absuelto sólo por el asesinato de Santos Valeroso Vargas, el quinto de los crímenes por los que había llegado a juicio.
El tribunal también ordenó que se investigue la conducta del oficial Walter Gómez, ante la presunta comisión del delito de incumplimiento de los deberes de funcionario público, y que se investigue si dos testigos Dickson Vladimir Lara Ramírez y Mariana Villareal incurrieron en falso testimonio.
Los hechos por los que Antelo fue condenado ocurrieron entre febrero y agosto de 2010, y si bien varios testigos dijeron que se cometieron por un pacto con “San La Muerte”, esa teoría se fue desvaneciendo en el juicio y hasta el imputado la negó.
El caso que más resonancia tuvo lugar el 11 de abril de 2010, cuando mató de un disparo en el pecho al estudiante de filosofía Ezcurra, luego de que el joven ingresara al barrio Rivadavia con su bicicleta, aparentemente a comprar droga. El muchacho llevaba encima un teléfono celular, una billetera y presuntamente los estupefacientes, pero cuando se encontró el cuerpo, todos esos elementos habían sido robados.
El 8 de agosto, Antelo baleó a Mansilla, un vecino del barrio en cuya casa el imputado había llegado a vivir con otras personas adictas al paco y de donde fue echado. “Marcelito” le tocó el timbre y, cuando el hombre salió a atender, le disparó directamente a la cabeza.
Horas después, intentó matar al mecánico Quiero, cuando fue a reclamarle una deuda por un arreglo nunca hecho al auto de un amigo, pero el hombre se salvó porque el arma se trabó y pudo escapar.
Una semana más tarde, otros dos jóvenes, Zaniuk y Cabrera, también fueron supuestamente a comprar droga al barrio y en una esquina fueron asesinados a balazos por Antelo y otro joven nunca identificado.
El 24 de junio del mismo año, Romero, uno de los compañeros de alojamiento de Antelo en la casa donde había vivido, iba caminando por un pasillo cuando el imputado le tiró supuestamente con una escopeta y lo hirió gravemente en una mano.
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