SOCIEDAD
› PRUEBA DE VIDA DEL CHICO SECUESTRADO EN LUJAN
Un rescate menos pretencioso
Un dato íntimo familiar, que sirvió como prueba de vida, y el descenso de las pretensiones de un millón de dólares a 200 mil dieron algún aliento a los familiares de Facundo Laffont, de 14 años, secuestrado el lunes pasado en Luján. Laffont es hijo de un conocido empresario dedicado a los juegos de azar y a las carreras, que en 1998 fue detenido por orden del juez César Melazo, sospechado de integrar una organización de apuestas clandestinas. Facundo fue secuestrado el lunes a las 7.30, cuando se dirigía al colegio en el auto del padre de un compañero. Cuando se lo llevaban, uno de los delincuentes dejó en el auto una nota que decía: “Queremos un millón de dólares”.
Los familiares del chico temen por su salud, ya que es alérgico, sufre de principios de asma y necesita una medicación específica. Horas después del secuestro, la familia registró el primer llamado. Cuando el padre planteó la imposibilidad de reunir ese monto recibió una respuesta tajante: “Reúnanla”. Luego, los secuestradores llamaron al menos dos veces más. En esas comunicaciones fue que se negoció una rebaja pero no hubo respuesta. Pero en las últimas horas, según fuentes de la investigación –que por ahora se hace de oficio–, se registró una nueva comunicación en la que los delincuentes aceptaron reducir el monto. Pasaron del millón a los 200 mil dólares. Entregaron, además, “un dato muy íntimo familiar”, confió la misma fuente. Ese dato fue interpretado como una concluyente prueba de vida.
Facundo es hijo de un conocido empresario de Luján, dedicado al negocio de los juegos de azar y de las carreras hípicas. En agosto del ‘98 fue detenido por orden del juez César Melazo, de La Plata, quien lo acusaba del delito de defraudación a la administración pública por el manejo del juego de la quiniela clandestina. En otras palabras, sospechaba que integraba una organización dedicada al juego clandestino. Después de unos días de detención, Laffont quedó libre. Actualmente es dueño de tres agencias hípicas, un bar en el Jockey Club, varias propiedades y es cabeza visible del negocio de las máquinas tragamonedas en más de una docena de salas de juego.