SOCIEDAD
El arma plantada no ayuda al cabo del gatillo fácil
El bonaerense Champonois será juzgado en julio, y las pericias desarman su versión de dos muertes.
› Por Carlos Rodríguez
Es cada vez más complicada la situación del cabo de la Policía Bonaerense Rubén Emir Champonois. El cabo será juzgado a partir del 1º de julio por haber asesinado a quemarropa a dos jóvenes, Mariano Witis, 23 años, de profesión músico y circunstancial rehén en un robo, y Darío Riquelme, de 16, un asaltante que, como ahora pudo corroborarse con nuevas pericias, jamás percutió su arma con la intención de atacar al uniformado, dato que demostró que Champonois mintió cuando dijo que eso había ocurrido. Y si Riquelme hubiera intentado preparar el arma, ésta ni siquiera estaba en condiciones de disparar, como había quedado demostrado antes, con otra pericia. Champonois, en suma, los ejecutó a los dos y luego dijo que hasta Witis, el rehén, estaba armado. Para certificar la versión, alguien le “plantó” al joven músico el arma que aparece en la foto que ilustra la nota y que está incorporada a la causa.
En abril, la Asesoría Pericial de La Plata produjo nuevas medidas de prueba de “significativa importancia”, según una información aportada a Página/12 por el Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS), cuyos abogados representan a la familia de Riquelme, mientras que Laura del Cerro es la letrada designada por los padres de Witis. Las nuevas pericias fueron realizadas a pedido del Tribunal Oral 3 de San Isidro, que ordenó una instrucción complementaria antes del juicio oral.
Los peritos determinaron que los disparos mortales fueron realizados por Champonois desde una distancia de entre 75 centímetros y 1,20 metro. Las balas siguieron un recorrido de arriba hacia abajo, lo que confirmaría que Champonois, tal como dijeron algunos testigos, venía corriendo detrás del automóvil Gol en el que iban cuatro personas: al volante Julieta Schapiro, amiga de Witis y propietaria del coche, que salió ilesa; a su lado un segundo ladrón que pudo escapar, y en el asiento trasero las dos víctimas, Witis y Riquelme. Según los testigos, el cabo disparó primero con una escopeta marca Maxtech y luego con la 9 milímetros reglamentaria, de la que partieron las balas que mataron a los dos jóvenes.
Los hechos ocurrieron el 21 de septiembre de 2000, cerca de las 11.30, cuando Schapiro y Witis fueron obligados por dos asaltantes a conducir el auto hasta la sucursal Béccar del Banco Itaú. En menos de dos minutos, después de robar el dinero de las cajas arrastrando consigo a los dos jóvenes, todos se subieron al Gol y fueron perseguidos por la policía hasta las cercanías de la villa Uruguay. Champonois bajó del móvil, junto con otros policías, y disparó sobre el auto, impactando sobre los dos jóvenes que iban en el asiento de atrás.
En un primer momento, Schapiro fue detenida como si fuera la jefa de la banda y a los padres de Witis les dijeron sin anestesia: “Su hijo era un malviviente y lo matamos”. Veinticuatro horas después, el entonces ministro de Seguridad bonaerense Ramón Verón afirmó que “no hubo error, sino una situación lamentable que la policía desconocía”. En su primera declaración, Champonois dijo que Witis y Riquelme estaban armados y que el segundo le había disparado con el revólver calibre 32 Tejano. Después quedó demostrado que el arma estaba imposibilitada para disparar.
El cabo cambió su declaración y dijo que había visto a Riquelme apretar varias veces el gatillo. La defensa de Champonois, como el 32 Tejano tenía un cartucho con signos de haber recibido el golpe de la púa percutora, argumentó que esa marca certificaba la intención de Riquelme de agredir al policía. La nueva pericia de abril demostró que la púa ni siquiera estaba en condiciones de dejar esa marca, lo que confirmaría en forma lisa y llana que Champonois los mató a sangre fría.
La mentira policial tiene, todavía, otro traspié más grave. Demostrado como está que Witis era el rehén, queda claro que el revólver calibre 38 Special que apareció a sus pies (ver foto) fue “plantado” por la policía para reforzar la falaz idea de un enfrentamiento, ya desechada por la Justicia. Como se observa en la fotografía, el revólver quedó sobre una mancha de sangre, en la alfombra Volkswagen Gol AX-392. Sin embargo, en el arma no aparece la más mínima marca de sangre. Esto indicaría que la herida de Mariano había dejado de gotear y que la mancha del piso estaba seca. En suma, que el arma fue “plantada” con la finalidad de ocultar un crimen. En estos días, además, Champonois fue acusado, en otro juicio oral, de participar en un crimen similar, cometido en diciembre de 2000 contra el joven Alejandro Levickas, en la misma zona norte del Gran Buenos Aires, durante otra persecución policial.