Mié 11.06.2003

SOCIEDAD  › COPARON UNA OFICINA EN ESMERALDA AL 300 Y LUEGO SE ENTREGARON

Rehenes y lluvia de billetes en el centro

La imagen de un hombre que amenazaba con matarse mientras tiraba plata por una ventana y pedía que la repartieran entre los pobres, en pleno microcentro, parecía, a los ojos de los transeúntes, parte de la escena de una película. Pero la secuencia, en el mediodía porteño, correspondía a una toma de rehenes en una oficina de Esmeralda y Sarmiento, tan real como el dinero que caía o como los asaltantes que habían ingresado al lugar, escapando tras cometer un robo. Con nueve empleados en su poder, uno de los delincuentes, acorralado, intentó negociar su situación asomado a la ventana del primer piso de Esmeralda 365 y aprovechó las cámaras de televisión para jugar a Robin Hood y exigir condiciones de detención. La tensión se prolongó poco más de una hora, hasta que los ladrones se entregaron y los rehenes fueron liberados sanos y salvos.
Antes de ingresar a la oficina de INVAP, una firma dependiente del gobierno de Río Negro, los asaltantes se tirotearon desde el interior del edificio con policías de control de calle y dispararon a un empleado de seguridad de un local ubicado sobre la vereda de enfrente. Al parecer, poco tiempo antes habían cometido otro robo y estaban huyendo. Enseguida llegaron apoyos del Grupo Especial de Operaciones Federales (GEOF). Detrás, arribaron las cámaras de televisión, que se convirtieron en interlocutores de los delincuentes hasta que un fiscal se presentó y negoció personalmente con el hombre asomado a la ventana.
El hecho también fue insólito pues los ladrones, vestidos con traje y corbata, no utilizaron la amenaza de muerte a los rehenes para negociar sino la intención de matarse ellos mismos. Uno de los dos, un joven que dijo llamarse Luis, se asomó a la ventana en varias ocasiones con un arma en la sien mientras exigía a los gritos, casi siempre hacia las cámaras, que lo llevaran directamente a una unidad penal en vez de a una comisaría. Además, les pedía a los periodistas que no se fueran y amenazaba con matarse si la policía ingresaba.
Una de las últimas veces que se asomó y cuando ya no había escapatoria, el mismo Luis comenzó a tirar plata desde la ventana. Billetes de hasta cien dólares y cien pesos caían bajo la mirada atenta de los policías que rodeaban el edificio mientras el asaltante pedía que “se lo den a los pobres y a los chicos de la calle”. El dinero, que según los investigadores no pertenecía a la empresa INVAP, sino que había sido obtenido en un asalto previo, fue juntado por la policía, que se lo llevó a la seccional 3 junto con los dos detenidos.

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