SOCIEDAD
La Iglesia Católica quiere copar el Encuentro Nacional de Mujeres
El arzobispo de Rosario está reclutando devotas para armar una fuerza de choque que “confronte” en la reunión feminista.
› Por Mariana Carbajal
El arzobispo de Rosario y presidente de la Conferencia Episcopal Argentina, monseñor Eduardo Mirás, está armando una virtual fuerza de choque para enviar al próximo Encuentro Nacional de Mujeres, convocado del 16 al 18 de agosto en esa ciudad santafesina. La Iglesia Católica pretende copar este evento organizado por feministas, que tiene a la legalización del aborto entre una de sus banderas, y al que concurren miles de participantes de todo el país. La reunión, que se realiza anualmente desde 1986, es un espacio de intercambio de experiencias de vida, de prácticas y opiniones entre mujeres de sectores tan diversos como universitarias, piqueteras, rurales, aborígenes y migrantes. Monseñor Mirás, sin embargo, busca convertirlo en un ámbito de “confrontación”. Con ese objetivo, ordenó a cada párroco de su arquidiócesis reclutar “al menos diez” feligresas “fieles a su bautismo y con profundo amor a la Iglesia” para que concurran a “testimoniar la defensa de los derechos de la mujer y de la vida desde una perspectiva cristiana”.
El armado de la fuerza de choque no es una cuestión improvisada. El arzobispo de Rosario formó en diciembre una “Comisión de Mujeres que tiene a su cargo la motivación y preparación de las participantes”, según detalló el obispo auxiliar Sergio Fenoy en una carta que les envió días atrás a todos los curas de la ciudad y a la que tuvo acceso Página/12. En ese mensaje, monseñor Fenoy pidió a cada sacerdote “tenga a bien invitar al menos a 10 mujeres de su comunidad” que “se sientan motivadas a intervenir en dicho encuentro”. Pero les aclaró que no podía ser cualquier devota. “Dado que ese evento no es una instancia de formación sino de confrontación donde deben quedar claros y bien fundamentados los principios de orden natural que dignifican a la mujer, será necesario enviar mujeres con cierta formación en el tema del taller que elijan participar”, exigió Fenoy.
Una de las características de los encuentros nacionales de mujeres es su horizontalidad: sesionan en talleres donde todas las participantes aportan sus experiencias de vida, sus puntos de vista y sus opiniones sobre temas tan variados como trabajo, anticoncepción, aborto, violencia sexual y doméstica, partidos políticos, globalización, prostitución, educación, lesbianismo, desocupación, medios de comunicación, adolescencia y sida.
Para que la Iglesia Católica tenga presencia en cada uno de los talleres, Mirás elaboró un listado de 44 posibles áreas temáticas para que las feligresas que se sumen a esta fuerza de choque indiquen en cuál se sienten “más preparadas” para participar.
Aunque no se trata de la primera avanzada de la Iglesia en los encuentros nacionales de mujeres, es la primera vez que existe semejante logística. El armado de la fuerza de choque no cayó bien entre las organizadoras del evento. “Es contradictorio con el supuesto discurso de tolerancia de la Iglesia. No aceptan la diversidad y quieren venir al encuentro para imponer su ideología a todo el mundo. Es una falta de respeto total”, señaló a Página/12 Noemí Chiarotti, del Instituto de Estudios Jurídicos y Sociales de la Mujer, de Rosario, integrante de la Comisión de Contenidos del XVIII Encuentro Nacional de Mujeres. “Me molesta tener que confrontar. Nuestra idea es poder hablar de nuestras experiencias, poder consensuar estrategias. Me preocupa perder el tiempo discutiendo puntos de vista tan opuestos”, agregó Chiarotti.
Las posiciones son irreconciliables. Las banderas de la Iglesia están en los antípodas del pensamiento mayoritario de las participantes de los encuentros: desde la jerarquía católica se condena la teoría de género, aceptan sólo la familia formada por un hombre y una mujer, rechazan los métodos anticonceptivos artificiales (como el preservativo y las píldoras) y condenan el aborto.
La “infiltración” de militantes católicas en estas cumbres de mujeres viene creciendo a paso firme año a año. Fue notoria en el último encuentro que se realizó en 2002 en Salta. Un año antes la sede fue La Plata. El día de su inicio, la ciudad apareció empapelada de carteles con la leyenda “mujer, sos dadora de vida”, con la letra “d” de “vida” redondeada como una panza de embarazada. Pero la ofensiva eclesiástica más feroz contra esta reunión de mujeres ocurrió en 1997 en San Juan, cuando la Iglesia Católica encontró como aliados al Gobierno y a la Legislatura provincial y batalló para prohibir directamente su concreción. Sin éxito, finalmente organizaron en 48 horas un encuentro paralelo.