SOCIEDAD › LA HISTORIADORA EMA CIBOTTI ANALIZA LA ASAMBLEA DEL AÑO XIII
Cibotti recuerda la mentalidad emancipadora de los asambleístas. Desterró la esclavitud, abrió a la representación de todo el país y fundó criterios modernos.
› Por Mariana Carbajal
Se la conoce mayormente por haber dictado la libertad de vientres de las esclavas, pero la Asamblea del año XIII introdujo, además, profundos cambios políticos y sociales, cuya influencia llega hasta nuestros días. Entre otras reformas, abolió los castigos corporales en las escuelas, suprimió las torturas en los procesos criminales, extinguió el tribunal de la Inquisición y también eliminó los títulos nobiliarios y de mayorazgo, con lo cual el patrimonio familiar se empezó a repartir entre todos los hijos por igual y ya no quedaría sólo en manos del varón mayor. A doscientos años de aquella Asamblea General Constituyente, la historiadora Ema Cibotti recuerda su desarrollo, detalla sus alcances y analiza la importancia de ese acontecimiento en la vida institucional argentina.
–¿Cómo se gestó la Asamblea?
–El 31 de marzo de 1813, un día domingo, quedó instalada en la ciudad de Buenos Aires. Fue un gran acontecimiento histórico. Sus promotores, todos integrantes de la Logia Lautaro, activos instauradores del Segundo Triunvirato, impulsaron reformas esenciales y aunque su objetivo final, sancionar una constitución, quedó incumplido, cada uno de sus actos soberanos afirmó la voluntad de enfrentar al despotismo y afianzar la emancipación.
–¿Cómo se integró?
–Lo primero a destacar es la voluntad emancipadora común a todos los diputados que la integran: dos por cada capital de provincia y uno por cada ciudad de su respectiva jurisdicción, con excepción de Tucumán que, aunque dependía de Salta y tenía derecho a un representante, envió dos, distinguida así por el triunfo obtenido por Belgrano en la batalla de Tucumán del 24 de septiembre de 1812. La sombra de Fernando VII se había disipado. Sin máscara alguna, el juramento de los diputados no reconoció otra autoridad que la que emanara de la misma Asamblea.
–¿Cuál era el clima político del momento?
–El ambiente general era de gran optimismo. Y esta etapa inicial que culmina en el mes de septiembre del mismo año, con la primera suspensión de las sesiones, es la más prolífica en el dictado de nuevos preceptos y leyes que reformaron de cuajo la vida civil de la ex colonia española. No había retroceso posible en el Río de la Plata. Como bien dijo Alberdi, algunos años más tarde, “el pasado no tenía defensores”.
–¿Cuáles fueron las medidas más significativas que dictó?
–El 2 de febrero, segunda sesión, se vota la libertad de vientres. En palabras de un contemporáneo, un ejemplo de equidad y justicia. No he encontrado una mejor definición de esclavitud que la que propone el mismo artículo: “Este bárbaro derecho del más fuerte que ha tenido en consternación a la naturaleza, desde que el hombre declaró la guerra a su misma especie”. El decreto o bando publicado en la Gazeta, el 5 de febrero, establecía: “Los niños que nacen en todo el territorio de las Provincias Unidas del Río de la Plata, sean considerados y tenidos por libres”. El rechazo a la esclavitud era una cuestión fundamental. El Primer Triunvirato ya había decretado –el 15 de mayo de 1812– la prohibición de introducir esclavos, y esta decisión compartida más allá de las disensiones revolucionarias, tenía el apoyo de los morenistas y de los rivadavianos, y explicita por qué San Martín o Belgrano hablaban de “emancipación” y no sólo de independencia. El documento advertía que la esclavitud debía desaparecer “de nuestro hemisferio”. La aclaración no era ingenua, por el contrario, señalaba, de una manera muy sutil, la deuda de la revolución de la independencia norteamericana.
–Pero no se suprime directamente la esclavitud en ese momento...
–Es cierto que para la supresión de la esclavitud hay que esperar a 1853, pero eso se debe a la dificultad para la organización constitucional del país, y no a una voluntad esclavista.
–¿Qué otras medidas dictaron?
–Las otras reformas que cambiarán la vida social para siempre son la abolición de los castigos corporales en las escuelas, la supresión del “detestable uso de los tormentos” en los procesos criminales, y la extinción del Tribunal de la Inquisición. Además suprimió toda distinción nobiliaria en las fachadas de las casas y el mayorazgo, con lo cual el patrimonio familiar se repartía entre todos los hijos por igual y no quedaba solo en manos del varón mayor. La Asamblea evocó a Mariano Moreno cuando dictó la extinción de todos los servicios y tributos personales de los indígenas, orden que se publicó en guaraní, quichua y aymará, el 12 de marzo de 1813.
–¿Qué influencia tuvo en términos políticos?
–En materia política, también anticipa lo que vendrá. La división tripartita de los poderes está claramente enunciada. Pero ¿bajo qué forma? Artigas da instrucciones el 13 de abril de 1813 a los diputados orientales para que no se admita otro sistema que el de la Confederación y una formal declaración de independencia absoluta con respecto a la corona y al Estado de España. El disenso se hace carne enseguida en el seno de la Asamblea, Alvear rechaza el artiguismo y promueve el Directorio, esto es, un poder centralizado. El contexto externo ha cambiado, en pocos meses los refuerzos realistas que llegan a Montevideo y la “rencorosa venganza” que todos vislumbran en las acciones de Fernando VII, priorizarán el esfuerzo de la guerra por sobre cualquier otra consideración política, y el debate constitucional que requiere de un clima de paz queda así interrumpido. Pero la Asamblea ha cumplido su función: debate de ideas y puesta en acción de la política pública que, a fuerza de construir una identidad de voluntaria agregación, se está convirtiendo en la base de una futura nación.
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