El ex secretario de Transporte Juan Pablo Schiavi, procesado por la tragedia ferroviaria de Once, rompió el silencio que mantuvo durante seis meses. Ayer, en una entrevista radial, dijo que los frenos del tren que chocó “funcionaban”, afirmó que “comparte” el dolor de los familiares de las víctimas y manifestó que lo “desvela” conocer las causas del accidente. Paolo Menghini, padre de una las 51 víctimas de la tragedia, le pidió “que se calle la boca y no se victimice”, y sostuvo que “nuestros muertos no tienen nada que hacer en su boca”.

El ex funcionario apuntó como responsable de la tragedia al maquinista de la formación, Marcos Córdoba –también procesado en la causa–, al asegurar que, según las pericias ordenadas por el juez Claudio Bonadío, “los frenos estaban operativos, incluso el freno de guarda, los compresores estaban operativos y permitían frenar adecuadamente pese a que faltaban dos”.

Schiavi admitió que su gestión no controlaba el destino que TBA daba al subsidio estatal que recibía, sino que los trenes salieran en horario, y manifestó que ningún informe de la Auditoría General de la Nación (AGN) recomendó “la rescisión” del contrato con la concesionaria del Sarmiento. El titular de la Auditoría, Leandro Despouy, le pidió “que lea” un informe de ese organismo de 2008 que describía “el mal estado técnico” de los trenes y se advertía que los frenos de las formaciones del ramal Sarmiento “no funcionaban”.

Schiavi negó que él hubiera sido parte de una “cadena de la felicidad” con concesionarios y trabajadores, tal como lo acusó el fiscal Federico Delgado. “Que me vengan a dar vuelta como una media, mis pibes estudian en la universidad pública, van en tren a la facultad, mi mujer es profesional, a mí me cuesta conseguir trabajo”, se defendió. Afirmó que “muchas veces” viajó en el Sarmiento porque “tenía amigos en la zona de Haedo” y sostuvo que “es un ferrocarril con un problema crónico, porque no hay otra manera de venir (a la Capital) de esa región que no sea en tren”.