SOCIEDAD › LA INSTITUCION DE REFERENCIA DE LA COMUNIDAD JUDIA ELIGE AUTORIDADES
En 24 sedes comunitarias se vota hoy y la alternativa es mantener la alianza de ortodoxos y el PRO en el poder, o abrir la institución a los partidos progresistas, los reformistas y los grandes clubes.
› Por Raúl Kollmann
La Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que junto con la DAIA es la institución de referencia de la comunidad judía argentina, elegirá hoy por voto directo su nueva conducción. Una alianza entre la corriente de religiosos ortodoxos (Bloque Unido Religioso) y la lista que lidera el legislador del PRO, Sergio Bergman, gobierna la AMIA desde 2008 y hoy tratará de revalidar la conducción. Del otro lado, en Acción Plural Comunitaria se agrupan los grandes clubes judíos –Hacoaj, Hebraica, Maccabi, Cissab–, los partidos de la comunidad progresista y las instituciones religiosas reformistas. Hubo elecciones en 2011, pero no se pudo romper el empate entre las dos corrientes, con lo que religiosos y PRO se mantuvieron en la conducción. Hoy se vota entre las 9 y las 18 en 24 sedes.
Se calcula que en la Argentina viven unos 250.000 judíos, de los cuales cerca de 30.000 son afiliados a la AMIA, una mutual de la que dependen los cementerios, la ayuda social, parte de la red escolar, tiene una magnífica actividad cultural y maneja oficialmente lo que tiene que ver con la religión a través del rabinato. El tema plantea serios debates porque el dominio ortodoxo lleva a que quienes se suman al judaísmo por conversión no sean reconocidos “por no ser judíos genuinos”. Esto significa que no pueden ser enterrados en los cementerios de la comunidad, lo que produce momentos dolorosos en muchísimas familias, que deben enterrar a sus seres queridos, por ejemplo, en el cementerio de la Chacarita. “Hay que disolver el rabinato, institución napoleónica y retrógrada”, propuso ayer el rabino progresista Baruj Plavnik.
La lista de los ortodoxos, BUR, lista 3, está integrada por 90 candidatos a delegados al Consejo que elige la conducción. Es público que entre esos 90 integrantes de la lista no hay ninguna mujer, que ya que la voz fuerte de los ortodoxos, el rabino Samuel Levin, considera que “deben estar en el hogar, porque no tienen fuerzas para conducir una comunidad”. Sus expresiones produjeron un enorme rechazo.
La lista 1, AMIA Para Todos, es la que tiene al macrista Bergman como referente. Les dio su apoyo a los ortodoxos, pese a que Bergman surgió del movimiento reformista que puso en marcha el rabino Marshall Meyer, un extraordinario defensor de los derechos humanos, rabino progresista e integrante de la Conadep. El candidato a presidente de la lista 1, José Scaliter, fue sancionado por su club, la Sociedad Hebraica Argentina, por manejos irregulares y decisiones impropias cuando fue titular de esa entidad. La AMIA tiene como candidato en segundo lugar al periodista Pepe Eliaschev y como asesores al escritor Marcos Aguinis y al filósofo Santiago Kovadloff, este último que revista también como una especie de asesor de Mauricio Macri. Las demás listas señalan que entre los candidatos de la lista de Bergman hay varios empleados e integrantes del gobierno del PRO.
La lista 4, Acción Plural, lleva como candidato a presidente a Luis Grynwald, quien ya fuera titular de la AMIA. “Somos la mayor coalición de la historia de la comunidad judía, con sectores de derecha y de izquierda, en la policía judía y en la nacional. Tenemos un alto porcentaje de mujeres trabajando. Para nosotros significa muchísimo, para otros nada”, argumentan.
Desde el punto de vista de la relación con el gobierno nacional, tanto el BUR como Acción Plural, como la lista más chica, Unidad Comunitaria, mantienen un vínculo respetuoso con la Casa Rosada, con sus idas y vueltas. Todos están, por ejemplo, en contra del Memorando firmado con Irán. La relación más distante seguramente sería con la lista de Bergman por su alineamiento con el PRO.
Un dato llamativo y a la vez doloroso: el conocido filósofo y politólogo Carlos Escudé se convirtió al judaísmo en 2008. El proceso de conversión lo llevó adelante un rabino progresista, Daniel Goldman, de la comunidad Bet-El. Tiempo después se afilió a la AMIA y pagó sus cuotas mensualmente. Pero mañana no podrá votar, porque la corriente ortodoxa no acepta las conversiones, de manera que sólo tiene status de socio adherente, o sea de segunda categoría. En la misma situación está el director del área juvenil del tempo de la calle Murillo, que es a la vez director de juventudes de todo el movimiento progresista. Tampoco podrá votar por no reconocerse su conversión. Y, más graves todavía son los casos –denunciados por Página/12– de personas convertidas hace décadas y a las que no se les permitió el entierro en los cementerios que maneja el rabinato ortodoxo desde la AMIA.
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