SOCIEDAD › RELATO DE UN SOBREVIVIENTE EN EL DíA DEL HOLOCAUSTO
Moisés Borowicz pasó por siete campos de concentración y logró sobrevivir. Está en Argentina desde 1947 y a los 86 años fue distinguido por la Legislatura porteña. Volvió a su tierra natal.
Después de 70 años, Moisés Borowicz, sobreviviente del Holocausto y siete campos de concentración, está nuevamente en Polonia, donde nació y fue perseguido por los nazis que mataron a su familia. Hoy activista por los derechos humanos, Borowicz fue recientemente distinguido por la Legislatura porteña y en estos días viajó con alumnos de secundario para contarles sus vivencias y cumplir su último deseo: volver a ver la casa de su infancia en un pequeño pueblo, Sokoly, y viajar a Israel.
Borowicz tiene 86 años, pasó por siete campos de concentración, perdió a toda su familia, y volvió a empezar en Argentina en 1947, donde luego se casó y enviudó dos veces y tuvo tres hijos varones que le dieron nueve nietos. A pesar de esto, aún hoy brinda charlas en el Museo del Holocausto y Generaciones de la Shoá y ahora se fue de viaje a Polonia, para estar allí el Día del Holocausto, que se celebró ayer, y a Israel para transmitir su experiencia a estudiantes secundarios. Todo pudo haber sido el resultado de la profecía de un nazi que él hizo suya: su destino era vivir.
De chico, Moisés vivía en un pequeño pueblo de Polonia llamado Sokoly, junto a sus padres y dos hermanos mayores. Su papá tenía una casa en las afueras con un molino y doce empleados a cargo con lo cual la familia tenía un buen pasar. Sin embargo, este bienestar se rompió cuando Alemania rompió el tratado Ribbentrop-Molotov e invadió Polonia para perseguir a la población judía, en lo que después pasaría a la historia como la Segunda Guerra Mundial. De esta forma, Borowicz y los suyos tuvieron que recluirse en un bunker bajo tierra, en un bosque. Pero los encontraron.
“Un día salí a hacer mis necesidades detrás de un árbol y vi de lejos que venían los nazis con un montón de campesinos, entonces fui al bunker a avisarle a mi familia. Empezamos a correr pero nos rodearon. Un alemán levantó el fusil y disparó contra un árbol y cayó un pájaro. Luego, la miró a mi madre y le preguntó si yo era su hijo y dijo: ‘Este muchacho tiene destino de vivir porque cuando él se escapaba yo lo quería matar y se me trabó el fusil y ahora, para el pájaro, la bala salió’. Esa fue como una premonición, porque a toda mi familia la mataron y yo me salvé, sobreviví, para contar mi historia”, relató.
Después fueron llevados al gueto de Bialystock, donde los dividieron: por un lado quedaron sus padres y por otro, él con sus dos hermanos. “Cuando nos cargaron en el tren a los que servíamos para trabajar nos pusieron en los vagones delanteros y a las personas mayores, mujeres y niños en los traseros. Cuando pasamos por el campo de concentración Treblinka, desengancharon los vagones traseros. Ahí entraron mis padres, donde los gasearon y los quemaron, porque nadie salía vivo de ahí. El tren siguió andando y muchos empezaron a abrir las puertas para tirarse. Cuando uno se lanzaba se escuchaba el tiroteo de armas automáticas porque detrás de cada vagón venia un guardia con un fusil. Uno de los primeros que se tiró fue mi hermano mayor, de quien nunca supe más nada. Después de la liberación, circulaban listas de la Cruz Roja y algunos pocos se volvieron a encontrar con algún hermano, con el padre o la madre, pero de mi hermano nunca supe nada”, continuó.
De ahí, él y el hermano que le quedaba fueron a dar al campo de concentración Majdanek y luego a Blyzin, donde enfrentaron una epidemia de tifus. “Trabajamos un tiempo ahí como talabarteros y un día estalló la epidemia de tifus y se enfermó mi hermano. Lo llevaron a un lugar que dijeron era un hospital pero sólo lo tiraron a una barraca en el piso. Todos los días le llevaba su porción de pan, que tenía más aserrín que harina, y un poco de agua negra que decían era café. Hasta que encontré a mi hermano muerto. Ahí ya me quedé sólo. Después de un tiempo pesqué también la epidemia, me tiraron ahí en la barraca y como dijo aquel, sobreviví, otra vez me salvé y volví a trabajar.”
Luego Moisés estuvo en el campo Plaszow hasta que lo trasladaron a Austria, donde pasó por Wieliczka, Mauthausen, Melk y Ebensee, de donde fue liberado por los Aliados el 6 de mayo de 1945.
“Yo nunca quise volver a Polonia porque tenía muy malos recuerdos de allá, de lo que pasé y de los habitantes. Yo tenía un montón de amigos no judíos que, cuando Hitler subió al poder, se dieron vuelta completamente y me insultaban. Pero ahora, en los últimos años que me quedan, quiero regresar y ver si existe mi casa y cómo está mi pueblo y la gente. Vamos a estar siete días en Polonia donde recorreremos varios campos de concentración donde yo estuve y después iremos a Israel para el 16 de abril para celebrar el Día de la Independencia”, contó Borowicz.
“Pienso que va a ser un lindo viaje. Todo el mundo me pregunta ‘¿Cómo te animás? ¿Cómo vas? Es muy fuerte’. Con lo que yo pasé ya no hay nada fuerte, no creo que tenga problemas. Lógicamente que va a ser muy emocionante, muy triste, pero tengo muchas ganas de hacerlo. Es mi último deseo.”
Informe: María Julieta Rumi.
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