Buenos Aires –se ha dicho muchas veces– es una de las pocas ciudades portuarias que le ha dado la espalda al río. Esa historia puede empezar a darse vuelta ahora, que comenzó a funcionar el primer paseo náutico para turistas, por el Río de la Plata. La iniciativa corresponde a una empresa privada, que inauguró anoche un servicio de siete viajes semanales, diurnos y nocturnos, para captar esa imagen que no muchos han podido registrar: el de la ciudad vista desde el compás que marcan las olas. La excursión sale de la Dársena Norte, en plena zona portuaria, y llega a la altura de la cancha de River; dura unas dos horas y cuesta, para una familia tipo, 50 pesos.
Pensado para el turismo externo e interno, el emprendimiento parte de una idea de la Compañía Fluvial del Norte, una empresa naviera radicada en la localidad bonaerense de Ensenada y dedicada hasta ahora a la construcción y operación de remolcadores. “Surgió la idea de hacer un barco diferente, para excursiones”, explica a Página/12 Gustavo Coudanes, gerente comercial de la firma. “En principio, pensamos llevarlo a Puerto Iguazú, en Misiones, para navegar por la zona de las cataratas, pero no se dio. Por eso optamos por Buenos Aires”, agrega. La empresa construyó así el primer barco de excursiones que circulará por la orilla de la ciudad.
El “Galileo Buenos Aires” –como se denomina la embarcación– está emplazado en la Dársena Norte, unos 200 metros al norte de la terminal de Buquebús, cerca del viejo Hotel de los Inmigrantes, en un sector que la empresa alquila a la Administración General de Puertos. Desde allí zarpa y, a marcha lenta, se interna en el río y navega paralelo a la costa, a una distancia que permite ver la geometría de los edificios más altos de la ribera: Puerto Madero, Catalinas y Retiro. De día, el brillo de las paredes vidriadas. De noche, las luces de la ciudad.
Después vienen el puerto de cargas, la Costanera Norte y los balnearios ribereños, el Aeroparque, la Ciudad Universitaria, el Parque de la Memoria y, al fondo, el Monumental. De regreso, la nave se interna por un canal costero y circula alrededor de los buques de carga, en medio de las dársenas, cerca de un paisaje que suele estar oculto para la mayoría, en especial, para los turistas.
El catamarán no pondrá proa hacia La Boca. “Es que hacia el sur, a la altura de la Reserva Ecológica, el paisaje se hace algo monótono, los edificios se ven alejados, y la desembocadura del Riachuelo es peligrosa porque los canales están llenos de desperdicios”, explica Coudanes.
En cambio, la embarcación surcará, en un futuro cercano, los diques de Puerto Madero, atravesando de punta a punta el barrio más joven de la ciudad. Incluso podría tener allí –en el Dique 2, a la altura del edificio de la Universidad Católica– su embarcadero oficial, si prospera un acuerdo con la Corporación Puerto Madero.
Todo se podrá ver desde el interior del catamarán, dotado de asientos para 150 personas, con mesas para almorzar, cenar o tomar un café. La visión es de 360 grados porque la embarcación está totalmente rodeada por ventanales vidriados. Y en días templados también se podrá subir a la cubierta, un espacio al aire libre, con un sector para resguardarse bajo un techo de lona.
El paseo está destinado principalmente al turismo de poder adquisitivo medio alto hacia arriba: cada pasaje cuesta 20 pesos para los adultos y 10 para los menores de 18 años; los chicos con menos de seis años pueden viajar gratis y las familias tipo tienen una promoción especial de 50 pesos. Los tours se realizan los martes a las 13; los jueves a las 13 y a las 19; los sábados a las 12 y a las 15, y los domingos y feriados a las 12, a las 15 y a las 18.
Pero el viaje no está pensado sólo para paseos o excursiones. Los empresarios lo ofrecen como escenario para cursos, convenciones, desayunos de trabajo, presentación de productos, y todo tipo de fiesta o celebración flotante, entre otros eventos.