SOCIEDAD
› UN EX MINISTRO DE JUAREZ
EXPLICA COMO SE MANEJA EL PODER EN SANTIAGO
“El juarismo es ahora una asociación ilícita”
Alguna vez le inició un juicio por insania. Otra, hasta fue su ministro de Economía. Antonio Calabrese conoce como pocos a Juárez y su manera de construir poder. Un poder maquiavélico que llega hasta lo más remoto de la vida cotidiana.
› Por Andrés Osojnik
Desde el gran poder económico hasta las cuentas de la vida diaria. Desde el control partidario hasta elegir a un opositor. Desde el control mediático y el terror extorsivo hasta un minucioso sistema de delaciones en cualquier rincón de la provincia. El Gran Hermano santiagueño adora que le digan caudillo, que lo critiquen por autoritario, que cuestionen su tiranía: todo eso alimenta su mito de todopoderoso. Pero no soporta que se hable –y en la provincia nadie se atreve a hacerlo– de corrupción, del perverso poder económico, de la fabulosa concentración de la riqueza que convirtió a Santiago del Estero en una de las provincias más pobres del país. ¿Cómo construyó Carlos Juárez su poder? ¿Cómo lo mantuvo por decenas de años? ¿Cómo controla hasta la vida cotidiana de los santiagueños? Un hombre que fue parte de su entorno lo explica: es Antonio Calabrese, un peronista que llegó a ser ministro de Economía, que fue secretario general de la Gobernación y fiscal de Estado adjunto. Un hombre que conoce de cerca a Juárez, a su esposa (y actual gobernadora) y al poder santiagueño.
Hasta su distanciamiento definitivo, Calabrese tuvo una relación sinuosa con el caudillo. En el ‘83, mucho antes de ser su ministro, le inició al matrimonio Juárez un juicio por insania. “Por supuesto, esto no tuvo ninguna trascendencia más que política”, recuerda ahora.
–¿Por qué se alejó finalmente de Juárez?
–Las historias políticas son historias de amores y odios, de lucha permanente, de coincidencias y adversidades. Pero el hecho de haber estado con Juárez como peronista no significa que forme parte de una complicidad inmoral y de la asociación ilícita que terminó siendo el juarismo que se exhibe hoy con obscenidad.
–¿Cuándo fue el distanciamiento?
–Juárez me llegó a designar por decreto como redactor del proyecto de Constitución de la provincia que hoy está vigente. Luego estuve como abogado en el Ente Regulador de Energía Eléctrica hasta que me adherí al kirchnerismo. Cuando estaba en los albores de su campaña, lo llevamos a Santiago del Estero e hicimos un acto con más de 1500 personas. A las 48 horas del acto, dejaron sin efecto mi contrato en el Ente. Eso llevó a exiliarme de la provincia: estar en contra del régimen implica que si yo me pongo a defender a un ladrón de gallinas es probable que lo terminen metiendo preso por homicidio. Tal vez no sean ellos mismos quienes se ocupen de perseguirme, pero están los sicarios que tienen que llevar todos los días la cabeza de algún compañero para saciar la sed de terror y de miedo. Una de las máximas habituales de Juárez es aquella de Maquiavelo sobre el Príncipe que debe ser respetado más por temido que por amado.
–¿Juárez es un lector atento de Maquiavelo?
–Más que lector, es un practicante.
–¿Cómo se traduce ese maquiavelismo en la construcción concreta de poder en una provincia como Santiago?
–Es un problema cultural que él ha venido construyendo en los últimos 50 años: lo más importante es que no debe haber inversión privada, que no haya proletariado independiente ni tampoco burguesía independiente. Uno de cada cuatro santiagueños depende del presupuesto oficial, ya sea porque es empleado público, porque es contratista del Estado o porque le presta servicios o es proveedor. De manera que desde la Casa de Gobierno se digitan la cuestión del trabajo, la vida y la hacienda de las personas.
–Habrá sectores que no están bajo la tutela del poder.
–No. Los comerciantes, por ejemplo, que no están junto a él también van a sufrir las consecuencias.
–¿De qué manera?
–Por ejemplo, mediante los códigos de descuentos, con los que se descuentan de los sueldos de los empleados públicos por planilla losimportes de las compras que hacen en los comercios adheridos. Entonces, sólo los comerciantes amigos del poder tienen códigos de descuentos.
–¿Cómo se evitó la creación de ese proletariado y esa burguesía independientes?
–Juárez jamás permitió que hubiera promoción industrial en Santiago del Estero. Se opuso permanentemente a los diferimientos impositivos. Siendo ministro de Economía tuve propuestas de industrias para radicarse allí. Pero a todo lo que fuera desarrollo empresarial o económico, él se opuso.
–¿Qué particularidad tiene el sistema político?
–El 70 por ciento del PBI es el presupuesto oficial. Y si todo el capital es oficial, cuando hay una elección el único que puede invertir es el gobierno. Al opositor sólo le queda el margen de la protesta aislada y del boca a boca. Y esto no podría lograrse sin los medios. En esto también hay una gran complicidad de los medios locales.
–¿Y la oposición?
–Las elecciones de setiembre del año pasado son un claro ejemplo de qué es la oposición en Santiago del Estero. La abstención, los votos nulos y en blanco alcanzaron el 52 por ciento del padrón. Eso fue un mensaje de la sociedad, porque la oposición no representa la voluntad de cambio: sólo quiere ocupar el lugar de Juárez. El juarismo ha llegado a tener tanto poder que hasta eligen a los adversarios, a los opositores.
–¿Cómo es eso?
–Les da oxígeno a los intendentes, por ejemplo. A Zavalía lo hizo ganar Juárez en la intendencia de la Capital. La última elección la gana el caudillo radical porque Juárez ordena votar, a través de la mujer en las mesas femeninas, en contra del candidato peronista. Entonces ocurre lo siguiente: gana para concejales el peronismo y pierde para intendente.
–¿Por qué querría Juárez la derrota del candidato oficial?
–Porque no quiere que aparezca un sucesor, un delfín; no le conviene crear un opositor interno. Lo mismo ocurrió en La Banda. Los elige y luego arregla con ellos.
–¿Y cómo es el poder hacia adentro del partido?
–Se alimenta de la obsecuencia y el servilismo permanente. El besamanos que deben realizar todos los que son funcionarios o allegados al poder es propio de los cortesanos. Los dos fueron declarados por ley “protectores ilustres de Santiago del Estero”, en una reminiscencia feudal vergonzante.
–¿Cómo se llega a formar parte de la estructura oficial?
–Antiguamente, cuando había todavía algún signo de resistencia, para ocupar algún cargo era condición sine qua non publicar una solicitada donde se alabaran las condiciones de liderazgo, de único conductor, de máximo jefe, líder, todas esas cosas. Entonces públicamente se ponía la firma y se podía entrar. Hoy en día ya no hace falta. Porque el régimen de obsecuencia es tal que si uno no entra en esa variante es imposible dar los primeros pasos. El que pretenda hacer su camino por afuera perderá el trabajo, o le pasará a algún pariente, o su comercio tendrá problemas.
–Hay una Secretaría de Informaciones...
–Esto lo calificó el ministro de Justicia de la Nación, cuando dijo que era un régimen como el de la Gestapo. O el obispo Maccarone, que dijo que la gente, cuando tiene temor y quiere verse protegida, en vez de acudir a la Justicia acude al Obispado. El sistema de vida de temor es permanente.
–¿El temor a qué?
–La gente tiene instituido que hay oídos en todas partes, habla en secreto en una mesa de café y tiene miedo de que el interlocutor no vaya a formar parte del sistema de inteligencia y delación que tiene montado el aparato de gobierno.
–¿Cómo funciona ese sistema?
–Para ganar méritos, un simple empleado de la administración pública escucha un comentario en contra y para ascender en esta escala de premios y castigos va y comenta lo que dijo un compañero. Hasta los colegios profesionales firman solicitadas a favor del gobierno. Se llega a las elecciones para definir la presidencia de un colegio o la cámara de comercio sólo con el aparato del Estado.
–El otro foco de poder es la Justicia.
–Ahí están las Madres del Dolor, que tienen que crear su propio periódico para hacer las denuncias. Están los casos de abigeato, donde se acusó a algunos diputados inclusive de ser jefes de bandas de ladrones de ganado, por lo que cayó una cúpula policial, también. Y que terminó con dos asesinatos de los cuales fueron acusados dos colaboradores del tristemente célebre Musa Azar.
–El escándalo estalla ahora justamente con un caso judicial.
–Ahora quieren imponer la hipótesis de que se trata sólo de un caso policial y que los hijos del poder no tienen nada que ver con todo esto. Si es así, es peor para el gobierno. Si un crimen común, en el que el poder no interviene para nada causa la caída del vicegobernador, la caída de toda la cúpula policial, la caída de Musa Azar, la del juez del crimen, ¿qué sería cuando un episodio roce el poder? Se derrumba todo.
–¿Considera que hay elemento para una intervención?
–Nunca mejor que hoy para encontrar causales de intervención federal a una provincia que las que existen en Santiago del Estero.
–¿Cuáles son?
–El estado de conmoción interior, el estado de subversión institucional es evidente. ¿Qué pasaría si nos ponemos a investigar ese abigeato? ¿Qué pasaría si nos ponemos a investigar la concentración de la riqueza en manos casi únicas, que tiene desde hoteles hasta cementerios, pasando por el casino? Hay que averiguar todo eso. El apoyo al presidente Kirchner es una apuesta al futuro. Creo que es el hombre que va a modificar la forma de hacer política en el país. Y mi esperanza es que el presidente Kirchner acompañe la modificación de la situación de Santiago del Estero.
–¿Cuál es la relación entre el gobierno y el poder económico?
–Cualquier santiagueño, desde el más humilde hasta el más poderoso sabe quién es el dueño del poder económico. Hay una concentración económica impresionante: el banco de la provincia, las compañías de seguros con los que ha contratado el Estado todos sus seguros, todos los hoteles más importantes, el cementerio, la empresa de energía, de agua corriente de la capital, las tarjetas de crédito locales, los créditos que da el banco, son todas del mismo dueño.
–Hasta la vida cotidiana está manejada por el sistema.
–Un santiagueño no tiene crédito en la obra social para pagar la parte que le corresponde de las prácticas médicas si no se las da la tarjeta oficial.
–¿Qué diferencias hay del feudo santiagueño con otras provincias feudales en el país?
–Hay otras provincias que han concentrado el poder del Estado, pero a su vez ha llegado el progreso, como el caso de San Luis, que pasó a ser una de las provincias más ricas. Santiago es hoy una de las provincias más pobres.