SOCIEDAD › EL PRIMER CASAMIENTO IGUALITARIO EN FRANCIA
Dos militantes de los derechos de la diversidad sexual fueron los primeros hombres franceses en casarse. Los opositores al “matrimonio para todos” volvieron a manifestarse con violencia y hasta hubo amenazas de bomba. Severas medidas de seguridad en la ceremonia.
› Por Eduardo Febbro
Desde París
Vincent Autin y Bruno Boileau entraron en la historia con un beso y un dispositivo policial digno de una cumbre de jefes de Estado. Cien policías y un escuadrón de Gendarmería en reserva custodiaron el primer casamiento que se celebra en Francia entre dos personas del mismo sexo. “Por militancia tanto como por amor”, Vincent Autin, de 40 años, y Bruno Boileau, de 30, dijeron “sí” en la municipalidad de la localidad de Montpellier en medio de un clima de homofobia agresivo. La ceremonia tuvo que ser atrasada por una amenaza de bomba y, antes de que se iniciara el casamiento, los opositores a la ley que hace unos diez días legalizó el matrimonio igualitario arrojaron cohetes y bengalas contra la municipalidad. Una vez que se dispersaron los gases lacrimógenos lanzados por la policía, nada pudo contra la historia que se jugaba en ese momento: a pesar de las multitudinarias manifestaciones en contra de esa ley que también abre la posibilidad de la adopción de niños a las parejas del mismo sexo, el matrimonio se celebró al compás de la música elegida por la pareja, “Love”, de Nat King Cole. “Es un gran día para el país y la república”, dijo Hélène Mandroux, la intendenta que ofició la ceremonia. Luego agregó: “La historia de ustedes se encuentra hoy con la de un país entero, con la de una sociedad que progresa, que lucha contra todas las discriminaciones”.
Una vez que se llevó a cabo el casamiento, otra música empezó a sonar en la sala: “Love and marriage”, de Frank Sinatra. Después de meses y meses de una auténtica batalla campal, durante la cual los que apoyaban la ley de “matrimonio para todos”, como se dio en llamar en Francia, no bajaron nunca los brazos, Vincent Autin y Bruno Boileau se unieron al amparo de un dispositivo legal que suscita reacciones inimaginables en Francia: homofobia y violencia. El caso más emblemático es el de la pareja formada por el holandés Wilfred de Brujin y su compañero Olivier. En abril pasado, Brujin fue salvajemente desfigurado a golpes (siete fracturas de los huesos de la cara) cuando caminaba por París con Olivier. Hace unos diez días, Dominique Venner, un influyente ensayista y militante de la extrema derecha, se suicidó en la catedral de Nôtre Dame. En los textos que dejó evocaba su rechazo a una ley a la que juzgaba “infame” y, también, su hostilidad a la inmigración de origen africano y magrebí. El domingo pasado, la última manifestación contra el matrimonio igualitario terminó con estruendosos enfrentamientos con la policía y más de cien personas detenidas. Francia es, a partir de ahora y de manera oficial, el decimocuarto país del mundo que autoriza el lazo matrimonial entre personas del mismo sexo.
“Hoy caminamos hacia la igualdad, pero todavía queda camino por recorrer”, dijo Vincent Autin. A pesar del activismo agresivo de los opositores a la ley, hay en el país una mayoría silenciosa del 65 por ciento que está a favor. Vincent Autin es un activista gay y militante socialista que lleva muchos años luchando por los derechos de los homosexuales. Hoy, Vincent Autin cuenta que él y su pareja “asumen hasta las últimas consecuencias la dimensión simbólica y militante de nuestro matrimonio”.
Muy comprometida con esa causa, la intendenta de Montpellier, Hélène Mandroux, ya había celebrado en 2011 un “casamiento simbólico” entre Vincent y Bruno. Ahora ha dejado de ser un casamiento por nada para convertirse en una unión enmarcada por una ley. La intendenta de Montpellier confesó que no entendía por qué una ley que amplía derechos pudo llegar a tanta violencia. Por eso se preguntó: “¿Qué está ocurriendo en nuestro país para que el simple hecho de consagrar el matrimonio para todos provoque semejante desencadenamiento de odio, violencia, división, cuando en realidad no se trata más que de permitir que varios miles de personas vivan su amor a la luz del día?”. La pregunta no tiene una sola respuesta y ni siquiera todas juntas serían capaces de explicar el fanatismo extremo con que centenares de miles de personas llenaron las calles para decir “no” a la ley. Entre la sólida lista de promesas electorales jamás cumplidas por el presidente socialista François Hollande, la del matrimonio entre personas del mismo sexo sí fue cumplida. Por más violento que haya sido el “no” de una parte de la sociedad, el “sí” casi íntimo que se dijeron Vincent Autin y Bruno Boileau en la municipalidad de Montpellier entró en la historia.
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