SOCIEDAD
Un llamado de los captores para decir que Astrada toma el remedio
El hermano del futbolista confirmó que hubo una comunicación con los secuestradores, quienes aseguraron que su padre, Rubén, recibe la medicación que debe tomar contra la hipertensión.
› Por Horacio Cecchi
Al cuarto día de cautiverio de Rubén Astrada, padre del futbolista Leo Astrada, un familiar del rehén confirmó que habían recibido una llamada. “Nosotros creemos que son los secuestradores y no estafadores”, aseguró un hermano del mediocampista riverplatense. En forma indirecta aludía al caso Echarri, en el que el botín fue mejicaneado. La noticia fue confusa, ya que mientras la familia confirmaba la información, las fuentes oficiales la negaban. “No tenemos nada de ninguna comunicación”, señaló a Página/12 un investigador. La contradicción entre investigadores y familiares podría señalar que desde las primeras horas se mantuvo una fluida negociación, silenciada para proteger a la víctima. Y aunque las fuentes oficiales lo hayan negado, existen evidencias de que la banda cuenta al menos con apoyatura policial. Un secuestro a plena luz del día, con semejante demostración de armamentos y cantidad de integrantes, requiere una zona liberada y ciertas garantías para operar sin estorbos. “De eso no tenemos nada”, respondió lacónica la misma fuente.
Rubén Astrada, de 61 años, fue secuestrado el jueves pasado, en Boulogne. Según la información oficial, los secuestradores no habían realizado ningún contacto. Pero a media tarde de ayer, cuando Rubén llevaba cuatro días y medio de cautiverio, un hermano de Leonardo afirmó, al ingresar a la casa paterna, que se había producido una llamada. “Sí, sí, llamaron –aseguró a los medios– y dijeron que está bien y que está tomando la medicación.” Se refería al medicamento Adalat Oro 30 miligramos, que Rubén debe tomar diariamente debido a su hipertensión, y que el mismo jueves los familiares solicitaron a los secuestradores a través del periodismo. En cambio, no mencionó que se realizara ningún tipo de negociaciones.
Sin embargo, la llamada fue desmentida por fuentes oficiales de la investigación. “No tenemos nada de ninguna comunicación”, dijo a este diario un investigador. La desmentida, en realidad, habría que incorporarla al contexto: mientras el rehén siga siendo rehén, cualquier información oficial sobre el caso pondrá en peligro su vida. Es probable, incluso, que detrás de ese telón protectivo se hayan mantenido varios contactos y hasta sería posible que se hayan barajado algunas cifras del rescate y una negociación.
Para poner más dudas, el hermano de Leo Astrada agregó: “Les creímos que son ellos”, refiriéndose a que no se trataba de estafadores que intentaban mejicanear el rescate. La aclaración también tendrá su lectura, porque fue imposible separar la referencia al secuestro de Antonio Echarri, ocurrido a fines de octubre del año pasado. En aquel caso, la banda que realizó el secuestro fue mejicaneada por un grupo marginal que cobró el rescate. Los primeros y únicos detenidos por el caso Echarri fueron los estafadores, pese a que inicialmente los investigadores los señalaban como responsables del secuestro. Pero si el hijo de Rubén Astrada intentó poner distancia de aquel caso, un punto en común parece tener: en el caso Echarri intervino una banda mixta, con fuerte composición policial.
No hay pruebas aún que señalen la participación policial. Pero existe una serie de indicios que apuntan en ese sentido y que fueron señalados por este diario el jueves pasado: durante más de una hora, una parte de la banda esperó el paso de Rubén Astrada en un Polo verde ante la nerviosa mirada de los vecinos. En pocas palabras, el secuestro no sólo era inminente sino que además era evidente. Sólo sería posible con la zona liberada de molestos uniformados. Al secuestrar a Astrada, los delincuentes hicieron gala de armamento pesado, demasiado riesgoso para trasladar sin protección de algún tipo. Utilizaron una técnica poco común para bandas dedicadas al secuestro express o al voleo: cruzaron el camino del Focus de Astrada con dos vehículos y lo embistieron. Pocos días antes, el comisario Norberto Fiori (acusado de proteger desarmaderos en la Zona Norte) denunció los negocios sucios de la Bonaerense. Sus declaraciones desataron la decisión del gobernador Felipe Solá de investigar el patrimonio de los comisarios. Dos días después del anuncio, secuestraron a Astrada.
Sin embargo, la hipótesis de la banda mixta fue desmentida: “De eso no tenemos nada”.