Dom 20.10.2013

SOCIEDAD  › LA VIUDA DE JERONIMO PODESTA LE ENVIO SU LIBRO SOBRE EL FIN DEL CELIBATO

¿Qué dirá el Santo Padre?

Clelia Luro, vieja amiga del Papa argentino, escribió una obra todavía inédita sobre el camino que recorrió con su marido desde que él dejó la Iglesia. El miércoles recibirán las nueve copias en el Vaticano, una para Francisco y las demás para su Consejo.

› Por Pablo Waisberg

El libro se llama Relatos de viajes. Caminos en la diáspora y es inédito. Clelia Luro, la viuda del obispo católico Jerónimo Podestá, se lo envió a su amigo el papa Francisco. En el texto de 229 páginas recorre la lucha que emprendió junto su marido hace más de cuarenta años, para lograr que la Iglesia Católica acepte el celibato optativo. Ese alegato, que se construyó al calor del nacimiento de la Federación Latinoamericana de Sacerdotes Casados que ambos ayudaron a parir y presidieron, llegará a las manos de Bergoglio este miércoles, durante la audiencia general semanal. La emisaria es Ramona Romero, una integrante del Movimiento Helder Cámara.

“Finalmente nos encontrábamos reunidos en nuestra casa. A veces reflexionábamos sobre algún pasaje bíblico, pero fundamentalmente, al comienzo, cada uno comentaba sus propias experiencias y vivencias, sus luchas, sus fracasos y conquistas. En todas las parejas afloraba el esfuerzo por insertarse en una nueva y difícil realidad en el mundo de hoy. Dificultades frente a sus propias familias, en el trabajo, algunos con mayores problemas que otros, entregábamos también en la reunión nuestros replanteos en la fe y nuestros pasos en la libertad que cada uno iba transitando”, escribió Clelia en el segundo párrafo de su libro al que accedió Página/12, al recordar la reanudación de las reuniones de sacerdotes casados, en 1984.

Además de la copia para el Papa, los ocho integrantes del Consejo de Cardenales que lo asesoran recibirán cada uno su ejemplar. Se trata de fotocopias impresas en hojas A4 a doble faz y anilladas en una librería de barrio. Todas ellas viajaron hasta Roma en valija diplomática y forman parte de una lucha política que se inició poco después de 1966, cuando Clelia conoció al obispo de Avellaneda. Esos primeros encuentros, en los que buscaban recuperar del alcoholismo a un sacerdote del Norte argentino, comenzaron a sellar el futuro de esa mujer divorciada y madre de seis hijos, y del religioso que se entusiasmaba con el debate que atravesaba a la Iglesia y desembocaría en la encíclica Populorum progressio (El desarrollo de los pueblos). El texto fue promulgado un año después. Llegó junto con el reclamo del papa Pablo VI para que se produjeran “indispensables reformas profundas” que permitieran resolver la situación de los países “en vías de desarrollo”.

“El trabajo no fue fácil y no lo es aún hoy. La represión del sistema militar nos había dispersado. Jerónimo y yo comenzamos a hacer lo que Pedro llamaba nuestros ‘viajes pastorales’, buscando servir de puente entre unos y otros: viajamos hasta Salta, Tucumán, Santiago del Estero, Corrientes, Córdoba, Rosario y también Mar del Plata. Fue así como fuimos encontrándonos. Pero aún existían los miedos que la represión había dejado. Muchos sacerdotes casados, alejados de su ministerio e impedidos de actuar en parroquias, se insertaron en las bases asumiendo compromisos políticos o sociales”, describió Clelia en el libro. El texto incluye el recorrido histórico y la lucha por “la renovación de los ministerios” desde 1984 hasta septiembre de 2013.

En las primeras páginas, la viuda del obispo que fue obligado a renunciar, destacó el rol de algunos medios y periodistas que le dieron lugar a su planteo. En ese podio ubicó a Radio Rivadavia, que le brindó un espacio a su marido: “No bien terminó la audición, el director (de la emisora) tuvo que ir a la Asamblea de Obispos, llamado por el Episcopado, para recriminarle que hubiera permitido hablar a monseñor Podestá”.

También señaló el espacio que les dio Radio Belgrano en los programas de Eduardo Aliverti y Carlos Ulanovsky, y agradeció las líneas que les concedieron en El Periodista y El Porteño, entre otras revistas. “Estoy pensando que los medios de difusión son los púlpitos que la institución le quitó a Jerónimo, pero son más libres y llegan a más gente”, respondió un día Clelia ante la consulta de un periodista español que entrevistaba a su marido. Esos nuevos comienzos tras la dictadura fueron convirtiendo a su casa en un lugar de más encuentros, y de ellos –subrayó Clelia– floreció Caminos de libertad, un libro con los testimonios de seis curas casados y sus esposas, que se editó en la segunda mitad de los ochenta.

Los “caminos de la diáspora” que Clelia y Jerónimo comenzaron a recorrer los llevó a participar de los Encuentros Nacionales de Padres Casados, que se hicieron en Brasil. En julio de 1984 tuvieron el primero, que se desarrolló en un colegio católico, ante la mirada de Helder Cámara. Allí se reunieron unas 130 parejas y más de 150 hijos. Clelia puso en debate ahí el concepto de “pareja sacerdotal”, que fue muy movilizante. Ese fue un nuevo inicio y ya no dejaron de recorrer juntos esos encuentros. Sólo dejaron de viajar en pareja cuando Jerónimo falleció, en junio de 2000.

El documento que recibirán el papa Francisco y sus ocho asesores recoge todo ese proceso y termina con un análisis cualicuantitativo sobre las interrupciones del ejercicio pastoral. Es un trabajo elaborado en septiembre pasado, sobre la base de datos oficiales de la Iglesia Católica y que lleva la firma del vicepresidente de la Federación Latinoamericana para la Renovación de los Ministerios, Guillermo Schefer.

“Por cada diez sacerdotes que se ordenaron entre 2000 y 2005, seis murieron e interrumpieron el ministerio”, desgrana en las conclusiones finales. Y precisa: “El 40 por ciento interrumpe el ministerio sacerdotal o presbiterial”. Y, según esos cálculos, se produjeron unas 2700 interrupciones en los últimos “cinco años”, escribió Schefer, advirtiendo que sobre esa base podría estimarse que “unos 10.800 presbíteros dejaron de ejercer el ministerio pastoral de manera pública”.

Esa situación –que incluye un crecimiento porcentual de la Iglesia por debajo del crecimiento poblacional– se produjo por “la falta de renovación de los ministerios pastorales”. Y recuerda que incluso el documento de la V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano (Aparecida, 2007) cita el problema y, en un párrafo aparte, pide la modificación del Canon 277 del derecho canónico que obliga a los clérigos a guardar celibato: “Tal vez sea a partir de esta mirada sobre la realidad de América latina que pueda plantearse una profunda transformación tanto en la formación como en los criterios pastorales de esta norma, que cambie de rumbo hacia un celibato opcional y hacia la renovación de los ministerios pastorales”.

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