SOCIEDAD › SEIS PRESOS ESCAPARON DEL PENAL SANTAFESINO CON EXPLICACIONES OFICIALES POCO VEROSíMILES
Según la información de la Dirección penitenciaria, los seis reclusos huyeron por un ducto de aire y llegaron al portón externo sin que la guardia los hubiera visto recorrer 150 metros de descampado. Una versión dice que el candado estaba abierto.
› Por Horacio Cecchi
Seis internos del Instituto Correccional Modelo U1 Dr. César Tabares, de Santa Fe, más conocido como penal de Coronda, estrenaron la primera medianoche del año de la forma más ansiada para un preso, que es la de recuperar la libertad. Claro que, en esta ocasión, la recuperación salteó la burocracia judicial, la vigilancia penitenciaria y los muros del penal, porque los seis escaparon de uno de los modos más insólitos que se pueda imaginar mientras la versión quede sostenida como proeza, es decir, responsabilidad de los prófugos: lo hicieron a través de un ducto, de aire o de agua, según las diferentes versiones que circulaban; en este último caso, levantaron la bacha de la celda y llegaron a un portón de entrada, rompieron el candado y escaparon. La otra versión, que tuvo demasiados remilgos para ser oficializada, sostiene que se “durmió” la guardia.
Está claro pero no resulta obvio que cada vez que surge una información sobre una cárcel, cualquiera sea, la data cruda y supuestamente precisa proporcionada a la prensa, que es la que la retransmitirá a la sociedad, proviene del Servicio Penitenciario. Siguiendo esos parámetros, sea motín o fuga, lo ocurrido en ese relato resultará casi siempre con la clásica conjugación reflexiva del “se fugaron” o “se amotinaron”, lo que empuja el peso de los hechos hacia un costado, el de los presos, sin que esto les quite responsabilidad real.
En este caso, según el relato oficial de la Dirección de Relaciones Policiales de la Jefatura, seis presos escaparon del pabellón 12 del penal de Coronda “a través de un ducto de aire”. Otra versión, también oficial pero en off, señalaba que la fuga se había realizado forzando la puerta de la celda “con una barreta”. Por último, la versión que circulaba entre los internos era que habían escapado a través de un ducto de agua al que accedieron levantando la bacha de la celda.
La Dirección sostuvo que el ducto condujo a la media docena de presos hasta “las inmediaciones de un portón al sur del penal, escapando los presos por una salida entre las torres 9 y 10. Los investigadores constataron luego que los presos violentaron con una herramienta el candado del portón para, finalmente, ganar la calle tras atravesar un loteo vecino.”
La versión oficial no habla de guardias, sino de torres, y parece señalar que el ducto, sea de aire o de agua, depositó casi mágicamente a los seis internos frente a un portón de salida. No menciona que entre el pabellón y el muro externo hay que recorrer, en el sector sur del penal, unos 150 metros de descampado, exactamente entre las torres 9 y 10 de la guardia exterior. Tampoco indica cómo se las arreglaron para romper el candado con una barreta sin provocar ruido. Otra versión, la que circula entre los restantes internos del pabellón 12 (tiene una población aproximada de medio centenar, contando a los prófugos), asegura que “el portón estaba preparado”, traducido: el candado estaba abierto.
La información oficial también citó que la fuga “se detectó cerca de las 22.15, cuando un centinela observó movimientos extraños y dio aviso a la guardia, que finalmente constató la fuga de seis presos del pabellón 12”.
No aclara el tiempo que le llevó al centinela observar movimientos, traducirlos como extraños, informarlos al resto de la guardia y obrar en consecuencia.
Desde esta perspectiva, la de los seis presos podría considerársela una fuga reflexiva y, aunque sin armas, podría aventurarse que fue una fuga armada.
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