Lun 27.01.2014

SOCIEDAD  › LAS MUERTES DE ADOLESCENTES A MANOS POLICIALES EN LA PLATA NO SON INVESTIGADAS

Las balas mágicas de la Bonaerense

En una conferencia de prensa por la muerte de Braian Mogica a manos de un bonaerense denunciaron que la fiscalía tomó al policía como testigo argumentando legítima defensa. El chico murió baleado por la espalda. En mayo pasado, Página/12 dio cuenta del hábito.

› Por Horacio Cecchi

La conferencia de prensa de los familiares de Braian Mogica, un adolescente baleado en La Plata hace dos meses, acompañados por Rosa Bru en representación de la Asociación Bru, y del defensor juvenil Julián Axat, denunció lo que desde hace al menos un año y medio viene ocurriendo en jurisdicción platense: la muerte de adolescentes a manos de policías en supuestos intentos de asalto con olor a gatillo fácil. La conferencia de los padres de Mogica puso sobre el tapete que el fiscal del caso, Tomás Morán, tomó como ciertas las declaraciones del que debería ser el investigado, el Bonaerense Benjamín Gabriel Yuguet. Sumó un par de declaraciones de testigos, que confirmaron lo dicho por el policía, pero que no podrían haber hecho otra cosa porque no fueron testigos directos sino que lo que declararon les fue narrado por el propio Yuguet cuando se acercaron al lugar. Morán agregó un cuchillo que supuestamente usaron para amedrentar a Yuguet, pero que éste nunca mencionó, y que se pone difícil de ubicar en la escena de la legítima defensa cuando el tiro fue por la espalda. Yuguet declaró que disparó porque se asustó al ver que lo apuntaban y gritaban “¡quemalo!”, pero curiosamente declaró no haber visto el arma con que lo apuntaban. Objetivamente, todavía no se sabe cómo ocurrió ni en qué consistió el encuentro. Este diario informó en mayo pasado, cuando Axat denunció ante la Corte provincial una preocupante seguidilla de seis casos de adolescentes asesinados bajo características semejantes. Pese a la denuncia, los casos se incrementaron; las investigaciones, no. A cuatro días de cumplirse cinco años de la desaparición de Luciano Arruga, la muerte de adolescentes a manos policiales o de vecinos manoduristas sólo parece una hipótesis descabellada entre fiscales asumidos como defensores de los victimarios.

El 19 de enero pasado, Agustina Agüero y Sandra Gómez dieron una conferencia de prensa en la sede de la Asociación Miguel Bru, en la que participaron también el defensor juvenil Julián Axat y el abogado Dante Miño, de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional. Sandra Gómez es madre de Omar Cigarán, baleado el 17 de febrero de 2013 en circunstancias casi calcadas a las que se describen para la muerte de Mogica, y cuyo caso fue relatado por este diario en la nota titulada “El ejército de las sombras”, en mayo de 2013. Un Bonaerense que dispara por la espalda, la total ausencia de armas que justifiquen la supuesta legítima defensa, la ausencia de testigos válidos y la gestión de la causa basada en la versión del policía que debería ser el investigado.

La conferencia se realizó exactamente dos meses después de baleado Braian Mogica. De acuerdo con la interpretación de los hechos que hizo el fiscal 2 de La Plata, Tomás Morán, Mogica intentó asaltar a Yuguet durante la madrugada de esa fecha, en 520 y 133. Braian no estaba solo, lo acompañaba Alejandro Villalba. Se sabe porque ambos fueron baleados por la misma Bersa 9 milímetros. En su declaración, Yuguet sostuvo que “se me pone una moto a la par con dos sujetos ... y otra moto atrás con otros dos”. En la misma acta, previo a la declaración de Yuguet, el propio fiscal describe lo ocurrido subrayando la información o, digamos, imprimiendo una no muy fina tendencia en la supuesta investigación: sostiene que eran “al menos cuatro” motociclistas, es decir, podían también ser cinco o más. No lo sabe el fiscal quien, curiosamente, cree a rajatabla en la versión del policía, aunque en algunos tramos pareciera preferir mejorarla.

Yuguet, desmintiendo el hilado fino del fiscal, aseguró en el renglón siguiente que eran cuatro motociclistas. No más, aunque solamente puede probar la existencia de dos porque los baleó, Lo correcto sería decir que eran cuatro según fuentes policiales, para el caso, Yuguet.

De acuerdo con Yuguet, el acompañante de la moto que lo empareja le dice “tirate a un costado que te quemo”. Yuguet asegura que vio que “tenía algo en la mano, pero no sé qué era, pensé en primera instancia que era un arma de fuego”. No está claro si quien disparó lo hizo movido por el miedo, o si lo hizo por hábito de jalar, pero lo cierto es que declaró que no vio un arma. Si, en cambio, lo que vio fue un cuchillo y disparó, su situación debería ser más complicada para sostener la legítima defensa porque no es lo mismo disparar viendo un cuchillo, que es notablemente inferior a una 9 milímetros, a disparar por miedo a haber visto algo que no se sabe qué es. Es ahí donde la aparición del cuchillo en la escena de la mano del fiscal suena, al menos, sorprendente porque sostiene el statu quo de Yuguet como testigo, ya que no lo investiga.

Mucho más si el uso agresivo del cuchillo necesariamente es frontal, es decir, el agresor lo usa hacia adelante. No justifica pero al menos argumenta, la amenaza provoca el disparo en supuesta defensa. Lo que sorprende en el caso de Braian Mogica, igual que en el caso de Omar Cigarán, es que el disparo lo recibe por la espalda, en una posición totalmente alejada de una agresión, lo que indica que la legítima defensa deja de ser legítima porque ya ni siquiera es defensa. Braian escapaba.

Yuguet narró que empujaron su bicicleta con la moto, hacia la banquina, “me voy para el costado con la bici, freno, logro sacar el arma reglamentaria y en ese momento escucho que uno de los sujetos, no sé cuál porque yo escuchaba la voz, de espaldas, que decía ‘tiene un fierro, quemalo, quemalo’, porque el que decía eso era uno de los que estaban en la moto que venía atrás mío y entonces el conductor de la moto que estaba a la par mía, los dos casi contra la banquina, me apunta, no alcanzo a ver si tenía un arma de fuego, pero por los dichos del sujeto de la moto atrás pensé que sí, entonces yo efectúo un solo disparo con mi arma hacia el bulto y ahí es cuando se dan a la fuga”.

En la versión de Yuguet hay implícito, al menos, un Clark Kent. Logró mantener la bicicleta en pie pese a la embestida de la moto (dijo que frenó), logró sacar su arma supuestamente con una mano manteniendo el equilibrio con la otra, de su mochila, que había colocado delante suyo abierta previendo el asalto. No explica (ni le preguntan) cómo los motociclistas que estaban detrás suyo vieron el arma que no vieron los del costado. No se le pregunta por qué, sin ver un arma, tiró “hacia el bulto”. Y mucho más, no se investiga ni siquiera como proeza, que el disparo, habiendo sido hecho hacia el costado, la bala pueda dar en la espalda de Braian. Ni siquiera se puede entender cómo luego la bala siguió su derrotero hacia adelante para dar en el hombro de Villalba, que conducía la moto y estaba, según Yuguet, delante de Braian. Todo cambiaría si se tratara de que los supuestos asaltantes viendo la diferencia de calibres hubieran escapado y el disparo se hubiera producido en ese momento, impactando por detrás al muchacho que iba en el asiento trasero (Braian) y la misma bala hubiera terminado su recorrido en el hombro de Villalba, que conducía.

El abogado Miño, que representa a la familia de Braian Mogica, no tuvo acceso por el momento al expediente. Es decir, tampoco sabe si Yuguet disparó una o dos veces. La duda surge porque en el auto de prisión preventiva de Villalba se habla de dos proyectiles, lo que es complicadamente más engorroso para el supuesto como testigo Yuguet, ya que dos tiros empujan a la legítima defensa a la banquina mucho antes que la moto a la bicicleta.

Todo un esfuerzo fiscal para mantener a su víctima, al menos, como testigo.

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