Fue designado al frente de una secretaría que no tenía presupuesto y que amenazaba con ser devaluada a dirección. Llegó recomendado por el vocero presidencial, Eduardo Amadeo, por su historial, extenso a nivel nacional e internacional, al frente de ONG vinculadas a la prevención y tratamiento de las adicciones, de la federación que las agrupa, y como integrante de comisiones internacionales en la materia. Mientras desarrolla a todo trapo las líneas de su gestión, su equipo debe lidiar con desperfectos técnicos como una silla en mal estado o el aire acondicionado sin funcionar. “El problema no son las drogas sino la falta de proyectos”, aseguró a Página/12, Wilbur Ricardo Grimson, el nuevo secretario de Programación para la Prevención de la Drogadicción y Lucha contra el Narcotráfico, durante una entrevista en su nuevo despacho. Antes de asumir, fue recibido por Eduardo Duhalde. En ese momento, el Presidente miró la planilla del presupuesto otorgado a la secretaría (9.300.000 pesos) y le dijo: “Mmm... yo tenía 20 millones en la secretaría provincial. Con esto no va a poder trabajar...”.
–¿Cómo es estar al frente de una secretaría que hace unos días no existía en los planes de gobierno?
–Nosotros fuimos protagonistas de un conflicto, y llegamos acá como uno de los polos de ese conflicto, iniciado con la decisión política de pasar el tratamiento y prevención de las adicciones al Ministerio de Salud. Hubiera pasado a ser una dirección nacional, que son muy poco eficaces para generar políticas porque están subordinadas a subsecretarías, que están subordinadas a secretarías, subordinadas, a su vez, al ministro. Las adicciones revelan la problemática social. A partir de ellas se puede amplificar. De ahí se deriva que el problema de las adicciones no son las drogas. El problema es aquello que hace que la droga sea necesaria.
–¿Qué influencia tiene la crisis del país?
–Estamos creando las condiciones necesarias para el consumo.
–Al asumir usted asignó importancia a bajar la demanda de droga. ¿Cómo se plantea hacerlo?
–Estamos hablando de la prevención educativa, lo que impide el daño de la droga. No hay droga inocua. No hay consumo sostenido de droga que pueda ser calificado de inocuo. Hay daños.
–En medio de esta crisis salvaje, la idea de reducir la demanda suena a un objetivo grandilocuente.
–Exigente, sería la palabra. Pero es una exigencia de la hora, no algo impuesto por la secretaría. Es lo que está ocurriendo en el país. Nosotros venimos de fundar centros de prevención, como el de Vicente López, que ha demostrado la capacidad de convocar a 800 jóvenes por año para hacer teatro, campamentos, ayudar a los viejitos del geriátrico. La gente que hace eso indirectamente está siendo prevenida para entrar en el consumo de drogas, porque le da participación social, identidad y proyectos. La lucha no es contra la droga sino contra aquello que la hace necesaria.
–Pero ¿en qué consistirá esa lucha, cómo se va a plantear ese trabajo?
–Haciendo una acción dirigida a la cultura, a la participación social de la muchachada, a la organización desde las comunidades. La escuela, que hace tareas extracurriculares, campeonatos de ping pong, cursos de teatro, está incidiendo más en la cultura de su ámbito, que la que no lo hace. Todo lo que haga a la promoción de lo social resulta indirectamente preventivo. No la prevención “No use droga porque la droga mata”, porque no me parece que la droga sea el problema. Para algunos la droga es una solución, equivocada, pero solución. La ausencia de proyectos es lo que provoca el consumo de drogas. Hacen falta políticas para que los colegios sean más participativos, que los centros de estudiantes estén legitimados, que haya concursos teatrales.
–Pero estas propuestas no son resortes de la secretaría.
–No, por supuesto. Nosotros tenemos que interactuar. No voy a estar acá sentado. Voy a estar en Salud hablando para que haya más dispensariosabiertos para consultas extra, voy a estar en Educación brindando aportes para la capacitación de los docentes.
–¿Va a dar participación a las ONG?
–Yo vengo de las ONG. Vengo de 17 años de trabajo en la Fundación Proyecto de Vida. De la Federación de las ONG que reúne 60 instituciones, que en el campo de las adicciones es la única nacional reconocida. Las ONG no sólo dan un servicio de salud que el Estado, por otro lado, no presta, sino que también aportan a la reinserción social del sujeto. No sólo es curar, sino que es reinsertar.
–¿No se está formando una especie de cuco social con la droga?
–A la droga se le atribuyen todos los deméritos. Si una persona robó un coche, estaba presuntamente drogada. La droga está puesta como el mal de la época.
–¿Cuál es la situación de las becas para tratamientos?
–Estamos pésimos. El Presidente me dijo ayer: “Con este presupuesto va a ser muy difícil trabajar”. Hay un monto de 200 mil pesos reservado para becas que viene bajando de 450 mil. La intención es recuperar esos niveles.
–¿Qué presupuesto tiene?
–Nueve millones trescientos. Si se aprueba este presupuesto. La propuesta es la misma que la del año pasado. Nosotros venimos bajando desde los 25 millones en diez años.