SOCIEDAD › OPINIóN
› Por Gustavo Sain *
Desde la apertura pública de Internet y la creación de la web como su servicio más popular, una de las características más atractivas que brindan los entornos virtuales es la posibilidad de construir diferentes identidades ficticias. Mediante el uso de apodos o nicknames podemos relacionarnos e intercambiar opiniones libremente con otros usuarios en redes sociales, foros de discusión, blogs, chats o juegos en línea. Pero esto también representa un riesgo en sitios con fuerte presencia de niños, niñas y adolescentes que no ofrecen medidas de seguridad óptimas para ellos: la presencia de adultos que ingresan en estos espacios haciéndose pasar por pares con el objetivo de ganar su confianza y acosarlos sexualmente. En la jerga de Internet, este delito recibe el nombre de grooming –derivado del verbo en inglés to groom, preparar– y se define como el proceso de captación y manipulación de menores on line con fines sexuales. En líneas generales, el grooming tiene tres objetivos: concertar un encuentro real con el menor para concretar un abuso; el acoso virtual mediante relatos eróticos; y distribución de imágenes pornográficas y obtener material multimedia: fotografías o videos a través de la cámara web en situación de desnudez. A diferencia de otros ilícitos virtuales que tienen lugar en lugares públicos como cibers y locutorios, este delito se comete generalmente en ámbitos privados y domicilios particulares, fundamentalmente a partir del riesgo de exposición del material a terceros.
Existen también aquellos que utilizan las aplicaciones de Internet para obtener pornografía infantil, no para consumo personal, sino para la venta del material a pedófilos y/o proveer a mercados negros virtuales donde se puede encontrar este tipo de “servicio”. En este sentido es importante señalar que algunos de estos acosadores se aprovechan de una nueva tendencia entre los adolescentes a partir del uso de nuevas tecnologías: el sexting. Así se denomina a la retratación y el intercambio de imágenes sexuales o textos eróticos a través de teléfonos celulares por parte de adolescentes. Para muchos de ellos, Internet es parte de su proceso de desarrollo donde establecen relaciones con sus pares y construyen su identidad social, sexual y emocional. En este sentido, lo que comienza como un juego entre parejas luego puede reenviarse a un público más amplio.
Según un informe de Unicef de 2012 realizado en países occidentales, el perfil promedio de las imágenes de los menores de edad fotografiados o grabados son preadolescentes, mujeres de tez blanca, con edades que van de 1 a 10 años. El estudio indica además que la mayoría de quienes cometen este delito no son desconocidos, sino personas que frecuentan el entorno de la víctima, sea familiar, tutelar o que establecen cierta cercanía con el menor.
En términos de prevención, es fundamental que los gobiernos trabajen juntamente con las empresas de servicios de Internet para generar entornos seguros, generando canales de denuncia frente a posibles casos de acoso en línea, exigiendo a las empresas que generen mecanismos adecuados para supervisar la presencia de adultos en el intercambio con menores de edad y establecer la presencia de moderadores en charlas, entre otras medidas. Se recomienda a los padres tomar medidas preventivas como situar las computadoras en entornos visibles –no en las habitaciones de los niños–, dialogar con ellos acerca de sus actividades en la red o instalar programas de control parental no invasivos en sus computadoras capaces de filtrar determinados accesos de los menores a sitios web y bloquear la posibilidad de determinados chats en la PC. Si bien no muchos países tienen tipificado el delito de grooming en sus legislaciones penales, en noviembre de 2013 el Congreso de la Nación sancionó la ley Nº 26.904, donde establece penas de hasta 6 años para aquellas personas que atenten contra la integridad sexual de un menor de edad en la República Argentina. Asimismo, el programa Las víctimas contra las Violencias, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación, asiste y acompaña a víctimas de grooming a través del número 08002221717 o 137 para la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
* Asesor en cibercrimen del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y titular del curso de posgrado virtual: Los delitos informáticos en la era de la información (UNQ).
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