SOCIEDAD
› HABLA UNA EXPERTA EN CUPO FEMENINO
Manual para promover la participación de la mujer
Tercera en las últimas elecciones presidenciales de Perú, Lourdes Flores Nano presentó en Buenos Aires su trabajo sobre estrategias para ampliar el lugar que las mujeres ocupan en la política. Está a favor de las listas sábana y del cupo femenino.
› Por Mariana Carbajal
No es feminista, sino todo lo contrario. Sin embargo, desde su encumbrado lugar en la política peruana está promoviendo la participación parlamentaria femenina en Latinoamérica y no se cansa de destacar la importancia de las leyes de cupo para garantizar un nivel mínimo de mujeres en las listas de candidatos legislativos. Aunque –aclara– deben ir acompañadas por reformas en el interior de los partidos y el apoyo de los medios de comunicación. “Si no, probablemente sean recetas temporales que, cuando se retiran, inmediatamente producen un decaimiento de la participación femenina”, observó. Lourdes Flores Nano, de 43 años, resultó tercera en las últimas elecciones presidenciales de Perú, aunque estuvo muy cerca de entrar al ballottage. En una entrevista con Página/12, analizó cuáles son los sistemas electorales que favorecen el acceso de las mujeres al Parlamento y puntualizó los beneficios palpables de una mayor presencia femenina en las bancas. “El aspecto más importante es que se nos vea porque entonces lo extraordinario se convierte en natural y eso me parece fundamental”, sostuvo.
Flores fue la candidata de la derecha a la presidencia de Perú en las elecciones nacionales de abril de 2001. “A una semana de los comicios, las encuestas indicaban que de haber pasado a la segunda vuelta tenía altísimas posibilidades de ganar, pero me faltó 1,3 puntos para llegar al ballottage”, recordó a este diario. Lo dice con cierto pesar pero con una amplia sonrisa, la misma que es casi su marca registrada. Milita desde los 18 años. Abogada, independiente, soltera, con porte aguerrido, Flores tiene todas las características de una mujer moderna exitosa.
Invitada por el Instituto Social y Político de la Mujer, Flores estuvo en Buenos Aires para presentar el libro Mujeres en el Parlamento. Más allá de los números, editado por IDEA (Institute for Democracy and Electoral Assistance), una organización intergubernamental cuyo mandato es promover la democracia en el mundo. Se trata de un manual en el que se examinan posibles estrategias para profundizar la participación femenina en la política y se analizan los métodos empleados en diferentes países –con distintos contextos políticos, sociales, económicos y culturales– para aumentar el número de mujeres en las bancas legislativas.
–¿Por qué les cuesta tanto a las mujeres acceder a lugares de poder en el mundo de la política?
–Hay varios obstáculos. En primer lugar, es un territorio que no ha sido tradicionalmente ocupado por las mujeres, que han privilegiado otros aspectos de su vida personal o familiar: romper ese hábito de vida supone un esfuerzo en una actividad que es competitiva y exigente en tiempo. En segundo lugar, podría darse el caso de determinadas mujeres que se vayan desencantando al no tener acceso a los niveles de decisión dentro de los partidos. En tercer lugar, influye la ausencia de un empeño nacional por promover más mujeres que se preparen para este campo. Las mujeres profesionales exitosas suelen mirar con desdén la política, piensan que les complica la vida y que, además, es una pérdida de tiempo.
–¿Es un denominador común en Latinoamérica?
–Pienso que sí, aunque no tengo una mirada pesimista del proceso: creo que América latina ha evolucionado bastante en los últimos años. El proceso de obtención del voto femenino se produjo en la región desde 1929 hasta 1961, pero ha sido más fuerte en la segunda mitad del siglo, con lo cual, en realidad, debemos mirar apenas cinco décadas atrás para darnos cuenta de que se ha producido un salto cualitativo y cuantitativo sobre el que hay que seguir avanzando.
–¿Cuáles son los sistemas electorales que favorecen el acceso parlamentario de las mujeres?
–Ese es un tema muy interesante que no ha sido muy trabajado. Hay varios estudios que demuestran que las mujeres se ven más favorecidas por los distritos más grandes, donde se elige proporcionalmente: en una lista donde se eligen varios diputados o senadores es más fácil dar acceso a lasmujeres, es más fácil compartir, porque al final compartes espacio en las listas y eventualmente compartes espacios en los escaños obtenidos.
–¿Se refiere a lo que aquí llamamos lista sábana?
–Sí, lista sábana, distritos plurinominales, listas donde se eligen a varios candidatos. A su vez, se discute qué conviene más, si un sistema en el que el partido define el orden y la lista va cerrada o uno abierto en el que el partido propone una lista y el ciudadano puede elegir entre los candidatos. Los estudiosos se inclinan a pensar que es más cómodo y fácil para la mujer ir en una lista cerrada donde se vota proporcionalmente.
–La modificación del sistema de lista sábana es precisamente aquí un reclamo popular. Se cuestiona que quien la encabeza arrastra candidatos que nadie conoce o que pueden estar cuestionados. Qué paradoja que favorezca la equidad de género.
–Tu planteo tiene una pregunta previa: no sólo debemos preguntarnos qué sistema electoral queremos, que es un debate importantísimo, sino qué sistema de partidos tenemos y cuál queremos. En Perú, desde la Asamblea Constituyente de 1988 se vota por lista abierta, lo que se llama el voto personalizado o preferencial, en el que los ciudadanos rehacen el orden de la lista. Yo he sido hija del voto preferencial: en mi primera elección al Parlamento era la número 17 de la lista y terminé entrando en el segundo lugar. Sin embargo, considero que ése, que es un sistema bien democrático para el ciudadano, tiende a crear al interior de los partidos una división muy grande porque tu principal competidor es tu propio partidario. Tal vez la pregunta previa sería cómo deben elegir los partidos, de un modo más legítimo y democrático, a sus candidatas y candidatos para que haya una presencia equitativa, con varones y mujeres.
–¿Y cuál es su opinión?
–Me inclino a pensar que buenos sistemas de selección de candidatos que legitimen y prestigien a una lista, que combine a varones y mujeres de calidad, hace fuerte al partido y le brinda a la ciudadanía una mejor opción. Y a la mujer creo que la favorece.
–En materia de cupo femenino, Argentina es señalada como uno de los casos más exitosos de la región. Sin embargo, la ley se ha convertido en el techo y no en el piso. Es difícil que la representación en las listas supere el 30 por ciento.
–Eso pasa con frecuencia y nos lleva a otro tema: las cuotas por sí solas no son la panacea, no son la solución para las democracias. Son apenas un instrumento temporal para habilitar, para facilitar, para promover la participación femenina, ni mucho menos son el final de la historia. Si no están acompañadas de una cultura cívica, de un desarrollo partidario, de un apoyo de los medios de comunicación, probablemente sean recetas temporales que cuando se retiran –como ha ocurrido en Europa del Este–, inmediatamente producen un decaimiento de la participación femenina.
–¿Cómo se logra que la cuota del 30 por ciento deje de ser el techo?
–Va a depender mucho de lo que las propias mujeres hagan al interior de los partidos, de la demanda de la ciudadanía, de cómo se prestigie en razón de la participación femenina la presencia de la mujer en la política. Porque al final éste es un instrumento para poner en la vitrina a los ojos del ciudadano: el electorado no deja de ser un mercado electoral, un espacio en el que tú buscas que una oferta resulte atractiva.
–¿Qué países latinoamericanos tienen mayor representación parlamentaria femenina?
–Costa Rica, con cerca del 40 por ciento, y Argentina, con el 30 por ciento. El peor es Paraguay, con el 2,5 por ciento. También está probado que en un sistema electoral abierto como el de Perú la postulación del 30 por ciento no implica que resulten electas en la misma proporción, porque depende del orden en que las ubican los ciudadanos.
–¿La gente se resiste a votar a mujeres?
–Al ser un sistema abierto, es una campaña personalizada, más costosa, en la que la mujer tiene que hacer una campaña por ella misma. En términos electorales es más complicada que una campaña puramente partidaria. En cambio, nosotros hemos logrado un incremento muy representativo en el número de concejalas porque ahí la lista es cerrada.
–¿Se ha estudiado qué consecuencias acarrea que más mujeres lleguen a los Parlamentos?
–Sí, lo que se observa es que genera un cambio cualitativo de por sí importante. Se han introducido, a través de la presencia de mujeres, actitudes distintas en los partidos. Forzados o no por la cuota, la participación femenina comienza a convertirse en una parte del discurso político. En segundo lugar, hay una agenda que las mujeres hemos incorporado a los Parlamentos y muchas veces es una agenda construida multipartidariamente. Y en tercer lugar, para mí nada es más importante que el hecho de que se nos vea, porque entonces lo extraordinario se convierte en natural, y eso me parece lo fundamental.