Vie 26.09.2003

SOCIEDAD

El drama que abrió en Francia un debate nacional sobre la eutanasia

Una mujer quiso ayudar a morir a su hijo cuadripléjico, para cumplir su voluntad. La detuvieron por intento de homicidio.

Por Joaquín Prieto*
Desde París

“No la juzguéis; lo que habrá hecho por mí es ciertamente la más hermosa prueba de amor del mundo.” Son las palabras de Vincent Humbert, el joven tetrapléjico francés de 22 años que pedía la muerte y a quien su madre trató de ayudar el miércoles, inyectándole una dosis masiva de barbitúrico. La intervención de los médicos impidió que se consumara la eutanasia y el muchacho se encontraba anoche en coma profundo, conectado a un sistema de respiración artificial. La madre fue detenida por “intento de asesinato”, pero la fiscalía suspendió ayer esta situación, tras comprometerse la mujer a aceptar una hospitalización.
“Si Vincent no muere, será dramático para él y también para ella”, reconoció el abogado de la familia. La tragedia había sido anunciada por la madre. No reveló el momento en que pensaba ayudar a su hijo a morir, pero tenía decidido hacerlo coincidiendo con la aparición del libro atribuido a Vincent, en el que éste confirma su voluntad: “Soy yo el que he querido este libro-testamento, digo bien testamento porque voy a morir. Voy a marcharme en una fecha que sólo mi madre y yo conocemos y hemos escogido”. A media tarde del miércoles, Marie Humbert inyectó al hijo lo que suponía iba a ser una dosis mortal. Un par de horas más tarde, el muchacho fue trasladado apresuradamente a la sala de reanimación. Según el doctor Frédéric Chaussoy, la propia madre de Vincent avisó a un médico de la agravación del estado del muchacho, una versión de imposible confirmación por otros conductos. Los médicos conocían el proyecto familiar y se mostraban hasta cierto punto comprensivos; pero la eutanasia sigue siendo un delito en Francia.
Marie Humbert, de 48 años, es una mujer de hablar lento y apariencia frágil, que cambió su trabajo de empleada bancaria y una buena casa por una buhardilla frente al hospital del hijo y algunos trabajos de asistenta doméstica. Tres años vividos a la cabecera de la cama de un cuerpo casi muerto, cuyo cerebro sigue consciente, da prueba de su firmeza de carácter y del amor que siente por su hijo.
El escenario del drama fue un hospital especializado en tratamientos neurológicos de Berck-sur-Mer, frente a un Mar del Norte de comportamiento frecuentemente salvaje. Ha sido la residencia forzada del bombero voluntario Vincent Humbert durante los tres últimos años, postrado en una cama, tras perder la facultad de hablar, la vista, el sentido del gusto y el olfato. Tres años justos han pasado desde que el joven sufrió un accidente de carretera que lo dejó en ese estado, cuando tenía 19 de edad. La madre quería ahora poner fin a los días de su hijo como “el último regalo que puedo hacerle”.
Tras pasar la noche en una comisaría de policía, el fiscal autorizó ayer a Marie Humbert una breve visita a su hijo y después cambió la situación legal de detenida por una libertad condicionada a someterse al control hospitalario. El padre de Vincent, que está separado de su esposa, aprueba “por completo” la acción de su ex mujer y se muestra indignado con los médicos que “continúan encarnizándose para mantener a Vincent con vida” y con las persecuciones penales que aguardan a “una mujer admirable que ha intentado ayudar a su hijo”, según ha dicho a los periodistas. Al margen del drama personal y familiar que entraña toda esta situación, no hay duda de que servirá para acelerar el debate sobre la eutanasia en Francia. Dos diputados, uno del partido del gobierno y otro de la oposición socialista, invocaron “razones de justicia y de humanidad” para pedir conjuntamente la evolución legislativa de la eutanasia. Esta figura específica no existe en el Código Penal, pero se la equipara al homicidio en los casos ya juzgados. Las penas pronunciadas hasta ahora han sido poco severas exceptoen el caso de una enfermera, Christine Malèvre, condenada a diez años de reclusión por haber acelerado la muerte de siete de sus pacientes.
Comunicarse con el pulgar
El presidente Jacques Chirac recibió una carta de Vincent Humbert pidiéndole autorización para morir, en noviembre de 2002. El muchacho sólo ha podido comunicarse con otras personas a base de presionar con su pulgar derecho. Sus interlocutores le deletreaban las letras del alfabeto y él pulsaba en la elegida, hasta formar palabras y frases. Así se redactó la carta a Chirac y el libro-testamento aparecido ayer, según explica Frédéric Veille, el periodista que recogió el testimonio y elaboró el texto publicado en forma de libro atribuido a Vincent. El único aspecto de este caso que se presta a la duda es el comercial: la campaña de promoción de la madre, anunciando el libro a diversos medios de comunicación, y la muerte programada del hijo dan idea de lo calculado que estaba la difusión de una obra de impacto seguro, colocada en los anaqueles de las librerías al precio de 17 euros por ejemplar.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.

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