SOCIEDAD › LA INVESTIGACION DEL ASESINATO
› Por Raúl Kollmann
El crimen atroz de Lola Chomnalez corre enorme peligro de quedar impune. Los rastros científicos del homicida parecen haberse perdido por dificultades en las técnicas disponibles en Valizas o por una cuestión natural, por la arena y la lluvia posterior al asesinato. En el juzgado le adjudican alguna chance al entrecruzamiento de llamadas desde el celular de Lola, pero eso apunta a la inverosímil pista de que la mató alguien conocido. Siempre está vigente la posibilidad de la aparición de algún dato ocasional: alguien que haya visto a una persona lavando ropa con sangre o alguien que denunciara que otro desapareció súbita y sospechosamente de la zona. Algo similar a lo que ocurrió con los compañeros de trabajo que mandaron al frente a Richard Alejandro Gutiérrez, El Conejo. Es una pista que supuestamente se disolvió. Pero a dos semanas del crimen, incluso las chances de la aparición de otro dato ocasional parecen haberse reducido mucho.
Con ese cuadro de situación, el caso de Lola deja numerosas preguntas y enormes interrogantes.
1 ¿Por qué no se avanzó hasta ahora?
El punto principal es que no se consiguió ninguna prueba científica del homicida. No hay rastros de sangre ni de fluidos en el cuerpo de Lola ni aparecieron elementos en la ropa. La Justicia uruguaya dice que la acción de la arena y una posterior lluvia, durante los dos días que se buscó el cuerpo, destruyeron la evidencia. La arena funcionó como un horno, afirman. Hay forenses argentinos que sostienen que la escena del crimen no se estudió bien. Una de las evidencias de que no se trabajaron como corresponde es que casi una semana después del crimen los hombres de la Unidad de Análisis volvieron a la vivienda alquilada por la familia de Lola a hacer una nueva inspección de los cuchillos. Fue una demostración de que no se hizo rigurosamente desde el principio. La falta de prueba científica reduce mucho las posibilidades de esclarecimiento. Puede aparecer un sospechoso, pero no hay nada contundente para verificar su participación. Se depende de testimonios y muy poco más.
2 ¿Se perdió tiempo?
Sin ninguna duda. Como en la Argentina, las autoridades policiales tratan de sacarse las cosas de encima volcándose primero a la hipótesis intrafamiliar, es decir sosteniendo que no fue un hecho de inseguridad, sino un problema interno del núcleo cercano y, por lo tanto, no prevenible. Así actuó la policía uruguaya. En la pista de que fue el marido de la madrina se perdieron muchos días. Algunos sostienen que la culpa no fue tanto de la policía sino de los forenses, que dijeron que era posible que a Lola la hubieran matado el sábado, o sea cuando estaba con su familia. Ello hubiera desmentido la versión que dieron la madrina y su esposo, Hernán Tuzinkevich. La pareja y el adolescente de 14 años refutaron esa suposición sólidamente, pero de una u otra manera se perdieron jornadas decisivas en la investigación.
3 ¿Se sabe por qué mataron a Lola?
No. Criminalistas reconocidos como Raúl Torre siguen insistiendo con los tres niveles de hipótesis. La prioritaria: un ataque sexual. La segunda: el robo de dinero, aunque fuera poco. El tercer nivel y el de menos peso como hipótesis: un conflicto familiar. “Tengo casi en cero esta última posibilidad”, le dijo Torre a este diario.
El lugar inhóspito donde apareció el cuerpo hace pensar que la niña fue llevada ahí a punta de cuchillo. Está a 120 metros de la playa, en medio de matorrales, un lugar de difícil acceso al que nadie iría por su voluntad. Esto pone el acento en que el atacante fue alguien ocasional, una persona que vio a Lola sola, la amenazó con un cuchillo rústico y desató la tragedia. La jueza les ha dicho a algunos de los que estuvieron en las indagatorias que piensa que el homicidio no fue intencional: es probable que la chica haya gritado y el sujeto le apretó la cabeza contra la arena, lo que le provocó la muerte. El homicida quiso callarla pero no matarla, piensa López.
4 ¿Fueron lógicas las nueve detenciones?
Los penalistas uruguayos coinciden en que lo hecho por la jueza Marcela López fue legal, pero no lo habitual. El Código Procesal autoriza a detener, incluso a testigos que son reticentes. Y autoriza a llevarlos esposados, aunque dice que debe preservarse al detenido, algo que no se hizo. El Código Procesal nuevo ya fue votado en noviembre pasado y entrará en vigencia en enero de 2017. En ese nuevo código, la instrucción será llevada adelante por el fiscal, la misma reforma que en la Argentina. Además, las condiciones para realizar una detención serán más estrictas. De todas maneras, el costado más crítico es que se llevó a declarar detenidos e imputados a personas contra las que no había prueba más o menos sólida. Los penalistas uruguayos sostienen que lo habitual en su país es detener después de tener una evidencia sostenible, lo que no ocurrió en el caso Lola. Son críticos de la jueza, pero sostienen que su actuación fue deficiente básicamente por inexperiencia: no hay crímenes en la zona, argumentan.
5 ¿Hay choque entre la jueza y la policía uruguaya?
El diario El País de Montevideo transcribió ayer en su tapa que existió una confrontación entre la policía oriental y la jueza López. Ella le echa en cara a toda la fuerza, incluyendo a la Unidad de Análisis de Hechos Complejos, llevarle imputados “al voleo”, sin elementos de prueba suficientes. Y la policía dice que ella no supo preguntar ni indagar ni ahondar en las versiones contradictorias que esos imputados o testigos expusieron. Como se sabe, la jueza ya dejó el sumario (así se le dice en Uruguay) y el martes asume la magistrada titular, Silvia Urioste, que se quedará con el caso en forma definitiva. Un cambio también trascendente es que habrá nueva fiscal: quien ingresa tiene fama de jugar papeles importantes en las investigaciones.
6 ¿Quedan pistas por explorar?
La situación de la investigación es mala, muy difícil. En el juzgado dicen que tienen alguna expectativa en el entrecruzamiento de llamadas, algo que resulta poco verosímil. No da la impresión de que el asesinato de Lola haya sido perpetrado por un conocido con el que haya tenido alguna comunicación. Esta expectativa suena como una vuelta a la pista familiar y hay que tener en cuenta que el relato de Hernán Tuzinkevich, esposo de la madrina, y de Claudia Fernández, la madrina, se corroboró claramente. Se sugirió que Lola había muerto en la noche del sábado y ellos probaron que no era cierto: exhibieron fotos de Lola con vida el domingo. Además, les allanaron la casa dos veces, sin resultados. Seguramente buscaron rastros en algún cuchillo o trataron de detectar ropa ensangrentada. No encontraron nada incriminante. Por otra parte, todo indica que la adolescente murió en la arena, no en una casa. Así y todo, la ahora ex jueza del caso, Marcela López, le tenía cierta fe a esta vertiente del cruce de llamados.
7 ¿Y El Conejo?
La policía uruguaya quiere volver sobre quien fuera considerado principal sospechoso. Es que los investigadores policiales sostienen que al menos tienen un dato objetivo en su contra: que sus compañeros de trabajo le apuntaron. Fueron ellos los que dijeron que El Conejo desapareció tres horas aquel domingo y que después volvió con dinero que antes no tenía. Richard Alejandro Gutiérrez explicó que parte del dinero lo encontró en la playa y parte se lo dio su madre. Los policías no le creen, pero el problema nuevamente es que carecen de evidencia científica. Al menos por ahora.
8 ¿Impune?
El abogado de la familia Chomnalez, Jorge Barrera, ya dijo que no encontró respuestas de la investigación. Quienes defendieron a los detenidos se llevaron la impresión de que en el expediente no hay nada sólido. El peligro de la impunidad está latente y sólo podría haber un cambio de destino si aparece un testigo ocasional, es decir alguien que haya visto un hecho sospechoso –alguien lavando ropa ensangrentada, alguien con comportamientos extraños– o si se encuentra algún antecedente de un robo o una tentativa de abuso sexual que pudiera poner en escena a un sospechoso. Transcurridas dos semanas del asesinato, todo es más difícil. Habrá que ver si la nueva jueza le cambia el rumbo a una investigación sin rumbo.
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