Vie 13.03.2015

SOCIEDAD  › EL PRIMER JUICIO POR JURADOS DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES BENEFICIó AL ACUSADO

“No culpable”, el primer veredicto

El hombre, juzgado por el crimen de su cuñado, estaba preso hace un año. Ayer quedó libre: doce bonaerenses decidieron que no era culpable. La última jornada de un juicio histórico.

El primer juicio por jurado que se realizó en la provincia de Buenos Aires declaró ayer “no culpable” al imputado. El fallo del jurado popular, compuesto por doce bonaerenses de profesiones variadas, que iban desde dos jubilados hasta un vidriero y un investigador científico, benefició a Guillermo Barros, de 28 años, acusado de haber matado a su ex cuñado Gabriel Armella, de 30, el año pasado en un barrio de San Martín. El juez Francisco Pont Vergés, quien coordinó el funcionamiento del juicio, resaltó la importancia del nuevo procedimiento judicial “para el funcionamiento de la democracia y para consolidar la paz del pueblo”.

Cerca de las 15, con el público de pie como habitualmente se recibe a los jueces, los seis hombres y seis mujeres del jurado ingresaron a la sala colmada de público y tomaron asiento.

“¿Han arribado a un veredicto?”, le preguntó el juez Pont Vergés al presidente del jurado, y el hombre, un vidriero de 35 años, contestó que sí y le entregó al magistrado el sobre con su decisión. Pont Vergés le pidió que leyera el sobre y el hombre dijo con voz firme: “Nosotros, el jurado, encontramos al acusado no culpable”.

El veredicto fue decidido luego de tres días de audiencias, donde prestaron declaración el imputado, su hermana, su madre, una médica que hizo la autopsia y un perito balístico, entre otros testigos.

Tras los alegatos brindados ayer por las partes y casi dos horas de deliberación del jurado en una sala de la planta baja de los tribunales de San Martín, el fallo de no culpabilidad le otorgó la libertad inmediata a Barros, quien permaneció un año preso, acusado de “homicidio simple”, un delito con penas de 8 a 25 años de prisión.

El hecho ocurrió el 31 de enero en Villa Hidalgo, un barrio obrero de la localidad de José León Suárez. A las 23.30, Armella cayó muerto de un disparo en el pecho, luego de una discusión con el imputado. La víctima tenía antecedentes de violencia familiar en perjuicio de Claudia Barros, su ex esposa y hermana del acusado.

El hombre juzgado declaró el miércoles ser inocente del crimen y sostuvo que el disparo que recibió la víctima se produjo durante un forcejeo en el cual él no apretó el gatillo. El imputado destacó que, ese día, cerca de las 23, le avisaron que su ex cuñado había ido a la casa de su hermana, donde también vivían su madre y otros familiares, y había amenazado con una escopeta a su cuñada Antonia para que la dejara ver a sus hijas.

Dijo que mientras uno de sus hermanos llamaba a la policía, él salió a la calle y fue al encuentro de Armella porque “tenía la costumbre de entrar y pegarles a todos”: él siempre era quien lo calmaba en esas situaciones, contó. “Levantó la mano y me quiso pegar con un recorte (escopeta recortada) en la cabeza. Ahí se cayó y, cuando se estaba levantando, estaba por gatillar. Entonces le doblé la mano, pegué un tirón y se disparó el arma”, relató.

Ante una consulta de la fiscal, respondió: “El arma la habrá disparado él, él tenía la mano en el gatillo. Yo no disparé”. Una testigo, vecina de Barros, sostuvo que presenció toda la secuencia y aseguró que el disparo se produjo en medio de un forcejeo.

Más temprano, esa misma jornada, la ex mujer de Armella contó graves episodios de violencia de género que sufrió por parte de su ex pareja antes de su muerte. Sobre la noche del crimen, coincidió en general con el relato de su hermano, pero aclaró que, cuando los vio forcejeando, pensó que lo hacían con un palo. En su declaración, la madre del imputado ratificó el testimonio de su hija.

Ayer por la mañana, la fiscal Ana Armetta pidió a los ciudadanos jurados que declararan “culpable” a Barros por el crimen. La fiscal dijo estar “absolutamente convencida de que Barros esgrimió una escopeta contra Armella con el fin de quitarle la vida”.

Para la fiscal, está probado que Armella estaba desarmado y alcoholizado, por lo que no podía agredir a nadie. “Barros reconoció que Armella era un problema para la familia porque se drogaba y era malo con sus hijas, pero ¿ustedes escucharon que haya tenido alguna condena?”, preguntó la fiscal a los jurados.

Por su parte, la defensora oficial, Verónica Jollife, señaló que le llamaba la atención que la fiscal dijera tantas veces que estaba “convencida”. “¿Qué pruebas escuchamos de que Barros llevó una escopeta? Ni una ni media”, remarcó.

En ese sentido, negó que el imputado planeara matar a su ex cuñado y se preguntó: “¿Para qué su familia llamó a la policía?” Para Jollife, está probado que hubo un forcejeo, tal como declararon su representado, la testigo y un perito balístico. “Estoy segura de que Barros va a salir por allá con su familia porque ustedes le van a decir que es inocente”, concluyó, de cara al jurado.

Para dar su veredicto, el juez Pont Vergés les dio a los doce miembros del cuerpo una serie de instrucciones y recomendaciones.

Primero, debieron designar al presidente del jurado: resultó elegido un vidriero de José León Suárez.

Entre los integrantes del tribunal popular había, además, tres profesores, dos jubilados, dos amas de casa, el dueño de un boliche, un investigador científico, un fotógrafo y un estudiante. Otros seis jurados suplentes asistieron al juicio. Todos vivían en diferentes localidades del partido de San Martín. Por ley, fueron designados hombres y mujeres en partes iguales.

El juez les pidió que “discutan, expongan sus puntos de vista y traten de llegar a una conclusión”, pero “no abandonen sus convicciones”. “No actúen por lástima, prejuicio o miedo”, les indicó. Finalmente, usando una pantalla y un puntero, les explico cómo deben llenar el formulario con su voto secreto.

“El hecho de ser jurado no sólo es una carga pública de los ciudadanos, es también uno de sus privilegios y probablemente el aporte más trascendental que pueden hacer como ciudadanos a la cosa pública”, destacó el magistrado después del fallo de no culpabilidad.

Los ciudadanos que intervinieron en el primer juicio por jurados bonaerense afirmaron que se sintieron “útiles a la sociedad”, “emocionados” y que tuvieron la impresión de que hicieron “justicia”.

El vidriero que fue elegido por sus compañeros como presidente del jurado aseguró que “casi me muero cuando le di el sobre al juez. Cuando vi a la familia (del imputado) llorando, me quebré”. Además, dijo haberse sentido muy “emocionado y cómodo”.

Según el jurado, de 35 años, “por momentos era una carga muy pesada porque era decidir si (el imputado) quedaba libre o le daban quince años de prisión”, pero recomendó a la gente ir “tranquila” si es convocada porque es una “buena experiencia”.

“Nunca me imaginé lo que iba a ser esto. Fue muy bueno, hermoso. A veces sentía emoción y se me caían las lágrimas al ver al chico detenido”, contó una jubilada de Villa de Mayo, de 72 años, también integrante del tribunal. La mujer, madre de nueve hijos y abuela de 24 nietos, admitió que se quedó “con ganas” de que la eligieran presidenta del jurado, pero que desistió porque iba a implicar estar mucho tiempo parada. “Siento orgullo porque uno cría hijos y nietos y no sabe lo que les puede pasar. Yo hice justicia”, consideró.

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