SOCIEDAD › OPINIóN
› Por Horacio Cecchi
El miércoles pasado desapareció Andrea Belén Castana, en Villa Carlos Paz. Ayer, familiares y amigos de la mujer realizaron una marcha en reclamo de justicia. El ex marido está detenido junto a tres amigos. La fiscalía sospecha de ellos. ¿Qué sentido tiene el reclamo? Analicemos datos, para no subirnos automáticamente a un reclamo que desde lo emocional tiene todo el derecho, pero que para acompañarlo requiere de alguna duda que introduzca la racionalidad, sin que ese acto desmerezca todo el apoyo emocional que el reclamo me propone.
El mismo miércoles, a las 17.30, Juan Lazzaroni, ex marido de Castana, de quien se estaba separando (descartemos por poco objetiva la información policial de que la separación era en malos términos), denunció que había tenido que buscar a sus hijos a la escuela porque la madre los había dejado a la mañana, pero no los pasó a buscar. Lazzaroni participó, según la información, activamente en la búsqueda. A los investigadores les llamó la atención que él y dos amigos encontraran rastros y una media en un camino de un cerro, por el que la mujer debía transitar, pero que ya había sido rastrillado antes sin resultado. El caso Pomar nos debería recordar que la eficiencia de los rastrillajes policiales no es indiscutible. Pero tampoco es un dato a desdeñar que el hallazgo se haya producido después. Esto, sumado a la información poco objetiva de la que hablábamos antes, habla. No son pruebas, pero son indicios que no incriminan de por sí, pero que están llamando a la curiosidad.
Con esos datos y seguramente otros con los que cuenta la fiscalía, se dispuso la detención del ex marido y de los dos amigos, bajo la sospecha de que Lazzaroni pudo haber cometido un femicidio y de que los dos amigos pudieron haberlo encubierto.
Si los tres están detenidos aun antes de que haya pruebas concretas (tal vez las haya), ¿qué es lo que se reclama?.
Una posible respuesta la tenemos en declaraciones del gobernador De la Sota: como respuesta a la marcha dijo que “hubo una actuación rápida de las autoridades”. Y explicó que todo “se trataría de un crimen pasional”. Que el padre del Estado cordobés, jefe institucional de la policía, y fuerte lo lo-bbista del Poder Judicial, todavía hable de crimen pasional, permite entender que los femicidios se produzcan y no se resuelvan.
De la Sota: no es que el fiscal cierre rápido. Lo que le piden es urgencia para cambiar de cabeza.
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