SOCIEDAD › DESDE HACE DIEZ AñOS, CURA, CUIDA Y ENTREGA GATITOS EN ADOPCIóN
Sandra Cortés abrió el Hogar Lourdes, donde, desde hace diez años, recibe y rescata gatitos abandonados. Con un equipo de asistentes, los cura, alimenta y da en adopción. Ya entregó 14 mil gatos desde que abrió. Está en Monserrat y no recibe subsidios.
› Por Sonia Santoro
–¿Por qué tenés tantos gatos? –preguntó una nena.
–Recojo gatos de la calle –contestó la mujer.
–Ah, no... yo nunca voy a dejar gatitos en la calle –se espantó la niña.
“Con una generación así no necesitaríamos existir”, dirá tiempo después la mujer, Sandra Cortés, en referencia a los proteccionistas de animales. Pero como esa generación todavía no está en edad de decidir, hace diez años nació el Hogar de Rescate y Protección Lourdes, que se dedica a salvar y reinsertar gatos en una vida “familiar”, y promueve campañas permanentes de adopción de felinos.
El cielo plomizo está a punto de desparramarse sobre la ciudad. Un gato gris y blanco, indiferente, se baña sentado sobre un banco en el pequeño patio, donde tres plantas en grandes macetones le hacen sombra. Hay un fuerte pero agradable olor a limón. Avanzando por un pasillo, van apareciendo varios mininos, la mayoría blancos, con alguna manchita. Comen de un platito de lata. Pipo es blanco con manchas atigradas y pelo negro alrededor de los ojos. Pelea por la comida con Tomás, el gato de la entrada. Dos son bebés.
–Jade y Mirage –los nombra Sandra Cortés–. Hay 20 Jades, 40 Tomás, 84 Robertos –dice a carcajadas, mientras los agarra y los tienta con comida para la sesión de fotos en la terraza–. Hay 150 gatos, damos 200 por mes.
Algunos estarán una semana, otros 15 días, otros meses. “Los controlamos y cuando están desparasitados y con alta clínica los damos en adopción”, explica Sandra con su pelo lacio, largo hasta debajo de los codos, bamboleándose de un lado a otro de la cara, mientras posa para ilustrar este artículo. Algunos gatos también posan. Se acercan a la cámara, curiosos. La empujan buscando mimos. Gatos modelos, aun cuando están enfermos, les falte una oreja o un pedazo de cola.
El Hogar Lourdes (www.adopteungatito.org, www.elhogardelourdes. blogspot.com) es uno de los pocos, sino el único, que se dedica a rescatar y reinsertar en la sociedad a gatos, en el país.
Les llegan de a montones. Porque aunque no hay cartel que indique que existe detrás de una puerta tapiada en el barrio de Monserrat, muchos ya lo saben. Los domingos en la puerta suele haber cajas con gatos y gatitos abandonados.
A otros los rescatan de zonas donde saben que son lugares para el abandono. Como aquel blanco que no subió a la terraza porque todavía se recupera de cinco operaciones en sus patas.
–Los umbandas los sacrifican, los atan y les quiebran las patas –cuenta ella, mientras nos guía al fondo, donde hay un salón con gatos en jaulas y el olor a limón se va mezclando con orina.
Vestida de jogging negro y remera roja, Sandra no para de hablar. ¿Es la típica “loca de los gatos”? La pregunta, la duda, suele rondar en torno de los amantes de estos animales. Los gatos parecen despertar pasiones desorbitadas, excesivas. Como el cuento de Truman Capote (“Una luz en la ventana”) en el que una adorable anciana tenía guardados en un freezer los gatos que se le iban muriendo porque no podía desprenderse de ellos. Como sea, a los gatos que salva Sandra no parece importarles la respuesta.
Ahora, ella corre una jaula y aparece una gata con mechones de color gris atigrado. Le falta un ojo, cosa que no parece preocuparla. Más bien está atenta a cómo se amamantan sus cinco bebés de días, y dos ajenos.
–A Lou la dejaron en una caja con sus bebés en el Zoonosis de Lomas de Zamora –cuenta Sandra–. Todavía los gatitos no habían perdido el cordón umbilical.
A la charla se suma una voluntaria, Rosario Fandiño, que asiente en todo.
–Es un problema de educación. Hoy todavía los ahogan o los matan. Las mamás terminan con mastitis y los bebés tienen poca probabilidad de sobrevivir.
De vez en cuando algún gato empieza a maullar y se le suman vocecitas felinas desde distintos rincones del cuarto. De pronto se calman. El vaho disparado por una incipiente lluvia se cuela en ese concierto de aullidos agudos y piedritas que se remueven.
El Hogar Lourdes nació hace diez años, cuando Sandra vio un gato en la calle y decidió hacer algo por él. Lo empezó a cuidar en la vereda. Iba dos veces por día a darle de comer y limpiarlo, hasta que un día lo encontró envenenado. Como al gato se le había sumado una gatita negra, fue rastreándola hasta llegar a la iglesia de Santa Felicitas, en Barracas, donde se encontró con cientos de gatos.
–Me vaciaron una bolsa de 15 kilos de comida.
Ya no pudo seguir indiferente y siguió yendo a llevarles comida. Un día una gata negra de ojos amarillos parió y decidió llevársela a su casa. La llamó Ambar y desde entonces las gatas negras de ojos amarillos que llegan al hogar llevan ese nombre. Cuatro meses más tarde tenía 40 gatos. Todo el mundo piensa que es un desgaste terrible, dice, pero ahora para ella es impensable mirar para otro lado. Entonces combina su trabajo como arquitecta con el de proteccionista. “La prioridad es recibir al que nadie quiere: al que le falta una pata, un ojo, al que tiene cáncer”, dice
–Pero recibís a todos –corrige Rosario.
Hoy el hogar está compuesto por un grupo de 35 personas voluntarias y siete profesionales de veterinaria, cinco que hacen cirugías, un oftalmólogo y un traumatólogo. “Desde hace años, a través del grupo PURA (Proteccionistas Unidos para el Rescate Animal), hemos censado, asistido, rescatado y reinsertado en hogares a poblaciones completas de nodos de abandono, tales como: iglesia Santa Felicitas en Barracas, Hospital Penna, Parque Lezama, Maternidad Sardá y numerosos baldíos y predios con poblaciones en situación de riesgo”, difunden en su web. Además del aporte de los voluntarios, donaciones de laboratorios o empresas de alimentos, el hogar lo mantiene Sandra. Dice que no reciben ningún tipo de subsidio.
Por las webs o por teléfono también reciben urgencias. Como aquel gato atropellado en Quilmes o el que no podía bajar de un árbol en Escobar.
Además, llegan por pedidos de juzgados. Como el caso de los femicidios de una mujer y su hija ocurridos en febrero en Constitución. Tenían 23 gatitos.
–Con la ayuda de la policía, entre el jueves y el viernes trasladamos a los 23, y el sábado ya habíamos dado 20 en adopción.
Desde que abrió el hogar dieron 14 mil gatos en adopción. Entran 20 o 25 pedidos por día pero algunos no son aptos cuenta Sandra. Aclaración importante, por si todavía hay algún distraído: “No damos gatos para hoteles, ni para espantar ratas, ni para restaurantes, damos a familias”.
Cuando un animal llega, le hacen un control clínico, lo bañan, desparasitan y le ponen pipetas para pulgas. Cuando está bien y ya está castrado, se da en adopción.
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