Dom 17.05.2015

SOCIEDAD  › UNA COOPERATIVA DE RECICLAJE QUE COMBINA CUIDADO AMBIENTAL Y REINSERCION LABORAL

Por el trabajo digno y el medio ambiente

En 2006, la preocupación de cuatro vecinos de Benavídez por la situación de los cartoneros y la ecología fue el inicio de una pequeña cooperativa. Allí, 46 personas reciclan entre tres y cuatro toneladas de material cada día. Hoy es el Día Mundial del Reciclaje.

En la esquina de Elcano y Storni, de Benavídez, donde tiene su sede la cooperativa Creando Conciencia, llueve. Un techo metálico en la entrada protege una cinta transportadora donde tres mujeres clasifican la basura. A su alrededor, se acumulan bolsas que separan los tetra-bricks de los papeles y el cartón. En el sector de la planta al descubierto paran cuatro camiones y algunas personas descargan pilones de enfardados cuadrados verdes o grises, de acuerdo al tipo de botella de gaseosa aplastada. El suelo ahí no se pocea. “El comienzo fue duro. Empezamos con un camión que compramos con la plata de uno de los chicos. El tendido eléctrico de la oficina lo hicimos nosotros. Las máquinas que se rompen también las arreglamos nosotros. Yo soy tornero”, aclara Edgardo Jallil, que también es una de las cabezas de la cooperativa. Creando Conciencia es una iniciativa de recolección y separado de basura que combina cuidado ambiental y reinserción laboral. Surgió en 2006, a raíz de la preocupación en común de cuatro vecinos por la disposición final de los residuos sólidos urbanos y las condiciones laborales, precarias, de los cartoneros. Con los años, ese compromiso social se traduce en un trabajo fijo y autogestionado de 46 personas, que manipulan de tres a cuatro toneladas diarias de material para reinsertarlo en la industria de manera ecológica, y dan charlas a organizaciones para enseñar sobre el tratamiento responsable de residuos.

Creando Conciencia se ocupa de la recolección y la separación de cartón, diario, papel, envases de tetra-brick y de vidrio, latas y telgopor, a pedido de empresas que recuperan los materiales. “En 2006 se veía que el sistema de gestión de residuos iba a colapsar. También estaba la situación de los cartoneros, que viajaban en el famoso tren blanco hasta Colegiales, recolectaban basura y los vendían a los acopiadores de acá. La idea era cuidar el medio ambiente y conseguir mejores condiciones de vida”, cuenta Jallil.

En 2007, la cooperativa empezó a funcionar y no dejó de crecer. Un terreno desnivelado con un galpón se convirtió en oficinas, vestuarios, una cinta transportadora, prensas compactadoras y amoladoras. Al comienzo fueron siete personas; hoy, unos 200 empleados ya pasaron por la organización. Los primeros trabajos, en Nordelta, se extendieron a otras ciudades de la provincia de Buenos Aires como Vicente López, Escobar o San Isidro. En los últimos cinco años, la cooperativa recuperó 2300 toneladas de residuos, 230 toneladas de plástico de envases (PET), que equivalen a más de tres millones de botellas de gaseosas, y 1260 toneladas de papel y cartón, equiparables a 5385 árboles salvados.

Además, fue reconocida como entidad socialmente responsable por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y se convirtió en la primera cooperativa de recuperadores urbanos en obtener la certificación oficial del Organismo Provincial para el Desarrollo Sustentable (OPDS) para la segregación y acondicionamiento de basura. Creando conciencia también está habilitada para entregar certificados de residuos especiales como jeringas, pilas o baterías. Entre 2014 y 2015, el Ministerio de Trabajo nacional le otorgó 900 mil pesos en subsidios para la adquisición de maquinaria y materiales de seguridad e higiene y refacciones en la planta, en el marco del Programa de Trabajo Autogestionado.

Jallil asegura que “con el cuidado ambiental se genera un proceso de profesionalización muy grande. Nos obliga a formarnos”, porque el proceso de inclusión social es otra de las propuestas de Creando Conciencia. A partir de la idea de reclutar a los recicladores urbanos que caminaban los barrios para hacerse el día, abre las puertas a personas con pocas posibilidades laborales. Suelen ser desempleados, con estudios secundarios a medio hacer y familias por mantener. La cooperativa les brinda un trabajo fijo de 40 horas semanales, con los beneficios de seguridad social correspondientes y la participación en la gestión de la organización.

“Es un proceso donde la gente entra sin saber y crece de a poco, no sólo en el tema de reciclado y cuidado del medio ambiente. Había personas que, por ejemplo, no sabían cumplir un horario de trabajo. Son personas marginadas que, si les mostrás un futuro y les enseñás, quieren progresar. La cooperativa les garantiza cierta estabilidad y algunos empezaron a estudiar. El es chofer de uno de los camiones y, en un par de años, lo veo tranquilamente como encargado de planta”, dice y señala a un joven fornido, abrigado con una campera rompevientos, que sale al exterior.

Al salir de la oficina, un patio pasado por agua conecta con un comedor y el vestuario para los empleados. Romina Gómez se prepara para volver a su casa. Tiene 31 años y hace un año y dos meses que se encarga de la separación y la clasificación de los residuos. “Entré por mi suegra, que también trabaja acá. Me dieron oportunidades que no sé si tendría en otro lugar. Siempre me interesó el reciclado. Aprendí que con envases de plásticos se pueden hacer baldes o que con telgopor se pueden construir muebles de madera plástica reciclada. Cada tres meses, tengo que hacerme estudios médicos y no me hacen ningún problema”, señala.

Romina dice que su idea es crecer dentro de la cooperativa y le gustaría dar charlas en escuelas o empresas. Para eso, la capacitan con información y llevándola a encuentros. Jallil explica que la formación y concientización para promover la separación de la basura en su origen es una de las grandes preocupaciones de la organización. Por este motivo, hace tres años que dan charlas con grupos de vecinos, empresas y todo tipo de instituciones. “Se necesita de toda la sociedad. Si no, no existe una forma concreta de solucionar este tipo de problemas. Sólo en 2014, con 46 tipos en Benavídez, recuperamos el 88 por ciento de la basura que se genera en la zona. ¿Y si esto se replicara? ¿Cuánto se solucionaría en reinserción social y cuidado del medio ambiente? En algún momento, esto se va replicar y nosotros tenemos que aportar como formadores. Nuestro futuro no tiene que estar en abrir una bolsa”, concluye.

Informe: Gonzalo Olaberría.

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